La pequeña comunidad de Ancón, en el occidente de Cuba, es la primera en beneficiarse de un proyecto de desarrollo sustentable que intenta proteger el valle de Viñales, afectado por la masiva afluencia de turistas.
El programa, financiado por el Estado cubano y la comunidad autónoma de Canarias, España, pretende, entre otras cosas, educar en protección ambiental y mejorar la infraestructura y el transporte de este valle ubicado en la provincia de Pinar del Río, a 200 kilómetros de La Habana.
Ancón, con sólo 230 habitantes, se encuentra en el corazón del valle declarado en noviembre de 1999 Paisaje Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
El valle de Viñales, promocionado por las agencias de turismo como el jardín verde de Cuba, es una región poblada de mogotes (montículos), cavernas y ríos subterráneos que el año pasado recibió 237.656 visitantes extranjeros, de los 1,6 millones que llegaron al país.
Esa cifra aumentaría en forma considerable si pudieran contarse las personas que, dejando de lado el circuito turístico, viajan hasta el lugar en automóviles alquilados, ayudados por amigos cubanos o pagando un guía improvisado.
«Visitar Cuba y no ir a La Habana, Varadero (principal balneario) o Viñales es igual que no visitar Cuba», dicen con frecuencia los habitantes de este país.
En este valle, de 394 kilómetros cuadrados de extensión, viven innumerables especies diferentes de fauna y flora, incluido ejemplares de palma corcho, considerada por expertos como un verdadero fósil viviente.
El impacto ambiental que podría acarrear el aumento descontrolado del turismo no preocupa demasiado a los habitantes del lugar, que por el momento sólo relacionan la presencia de los extranjeros con el ingreso de dólares y una mayor prosperidad.
«Si siguen las excursiones de manera controlada, creo que no habrá problemas», dijo a IPS Elier Morejón, guardabosque y encargado de la casa-museo de Ancón, situada a pocos metros de la entrada de una caverna que guarda, según él, «el río subterráneo más bello de Viñales».
Morejón, nacido en esa casa hace 56 años, custodia desde 1971 más de 4.000 hectáreas de bosques y, como la mayoría de sus vecinos, espera ansioso los resultados del proyecto de desarrollo en ejecución con recursos cubanos y de la comunidad autónoma de Canarias, España.
«¿Cuándo tendremos la guagua (ómnibus)?», pregunta una mujer, de unos 30 años, al cruzarse en un sendero con Marta Rosa Acosta, experta del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en la provincia de Pinar del Río.
El transporte entre Ancón y el pueblo de Viñales, separados por unos 15 kilómetros, es una de las prioridades que deberá atender el proyecto denominado «Por un desarrollo sostenible para le Gente y la Naturaleza», que en una segunda fase se extenderá a otras comunidades pinareñas.
El poblado está formado por 53 casas, alineadas a ambos lados de la carretera. La mayoría de los habitantes se agrupan en una cooperativa que vive, fundamentalmente, del cultivo del café y de la actividad forestal, aunque esta región de Cuba se conozca más por su tabaco.
«Ellos mismos determinaron sus necesidades y a partir de ellas se acordaron las acciones a ejecutar en el programa que incluye talleres, seminarios, y foros para mejorar la educación ambiental», explicó Acosta.
El proyecto cuenta con 96.000 dólares de la Fundación para el Desarrollo de Canarias y un aporte del Estado cubano de 40.000 pesos (igual al dólar al cambio oficial o 2.000 dólares según la cotización en casas de cambio).
Con el objetivo esencial de mejorar la calidad de vida de varias comunidades rurales, el plan contempla también acciones para el desarrollo del Parque Nacional Viñales, una de las 36 áreas protegidas de Pinar del Río que ocupa 14.000 hectáreas.
«Queremos lograr una integración armónica del binomio economía- ambiente», comentó Acosta.
La especialista informó que «el proyecto incluye la creación del Centro de Visitantes del Valle de Viñales, que tendrá un salón de conferencias y otro de información y será sede de la administración del parque, de los expertos y de los guías».
Acosta, quien trabaja para proponer al valle de Viñales como la séptima reserva de la biosfera en la isla, es la encargada de la ejecución del proyecto por la parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba.
Además del transporte, los habitantes de Ancón recibieron financiamiento para la creación o el mantenimiento de un grupo de instalaciones comunitarias, como el círculo social, la escuela primaria, el consultorio médico y la sede del gobierno local.
Entre las novedades se cuentan el fomento de un organopónico para el cultivo de hortalizas, un sistema de tratamiento de residuales, equipos de música para las actividades de recreación del círculo social y una planta para las comunicaciones telefónicas.
El proyecto incluye la organización de nuevos senderos para la práctica del ecoturismo y la búsqueda de fórmulas para la creación de una cultura ambientalista entre los habitantes de la comunidad que, según Acosta, no son una excepción en el panorama cubano.
Un estudio realizado en 1999 por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente reveló que tres por ciento de los cubanos no sabe nada de ambiente, 75 por ciento restringe el término al de naturaleza y sólo 22 por ciento tiene una concepción más amplia.
Sin embargo, el guardabosque Morejón cree que la gente tiene conciencia ambiental.
«Llevo 29 años aquí (en el cargo) y no he tenido ni un solo incendio. Entre los mogotes, el bosque siempre se conserva húmedo y aquí casi nunca se ven cazadores furtivos o gente que venga a cortar árboles por su cuenta», afirmó.
Morejón recuerda que cuando era niño esa región era muy visitada por estadounidenses que llegaban allí en busca de fósiles, y «yo mismo se los buscaba y se los regalaba».
«En aquella época uno no sabía el valor de las cosas. Ahora es distinto», dice el funcionario, que con los años se convirtió en el guardián del bosque y en el personaje más conocido de Ancón.
Su casa-museo es visitada por cuanto turista llega al pueblo y siempre está dispuesto a hablar del valle y, en esepcial, a enseñar las habitaciones y las fotos del 29 de agosto de 1959, cuando la familia recibió la visita sorpresa del hoy presidente de Cuba, Fidel Castro.
Ya entonces, a ocho meses del triunfo de la Revolución Cubana, Castro llegó de imprevisto a la humilde casa de la familia Morejón para hablar, entre otras cosas, de promover el turismo hacia el valle de Viñales.
«Esto es lo mío, de aquí salgo con los pies p'lante», afirmó el guardabosque, quien, pese a vivir un corto tiempo en La Habana, no deja de comentar que su lugar preferido es Ancón, «esa montaña, el río y esta casa que está abierta a todo el mundo». (FIN/IPS/da/dm/en/00