El candidato que gane este martes las elecciones presidenciales en Estados Unidos mantendrá su apoyo al Plan Colombia para la lucha antidrogas, que se basa en la represión en los países productores, coincidieron en señalar políticos y analistas locales.
Las coincidencias entre el republicano Gorge Bush y el demócrata y Al Gore sobre el Plan Colombia, del presidente Miguel Pastrana, indican que la política antidrogas estadounidense seguirá siendo la misma.
La ayuda estadounidense por 1.300 millones de dólares, aprobada por el Congreso con el respaldo de demócratas y republicanos, se concretó en agosto, durante la visita del presidente Bill Clinton a la norteña ciudad de Cartagena.
Los dos candidatos, con ligeros matices, respaldan la política que Estados Unidos se ha trazado desde hace más de una década, basada en el combate del narcotráfico en su lugar de origen, los países productores, dijo a IPS Luis Valencia, experto en relaciones internacionales de la estatal Universidad Nacional.
Por este motivo, «las relaciones con Colombia seguirán narcotizadas mientras continuemos siendo el mayor proveedor de narcóticos para el mercado estadounidense», pese a que con el gobierno de Pastrana «pasamos de país paria a ser aliados en la lucha contra el narcotráfico», añadió.
Valencia estima que Gore continuaría con las prioridades hemisféricas fijadas por Clinton, quien consideró al narcotráfico y la situación colombiana como un asunto de seguridad nacional para Estados Unidos.
Vicente Torrijos, ex director de la gubernamental Escuela de Altos Estudios, consideró que la continuidad del apoyo al Plan Colombia está asegurada, al menos durante los dos próximos años, pero coincidió en que la agenda bilateral «seguirá narcotizada en la medida en que lo siga estando la realidad colombiana».
No obstante, el experto pronosticó diferencias notables entre los candidatos dentro de un par de años, cuando se haga en Estados Unidos la primera evaluación del Plan Colombia.
Para Gore, el tema de los derechos humanos tendría peso en la evaluación, mientras que para Bush lo esencial radicaría en los resultados de los programas de la lucha antidrogas, añadió.
El escenario más probable dentro de dos años, según Torrijos, es que los cultivos ilícitos, que superan las 120.000 hectáreas, no habrán decrecido pese al Plan Colombia y el proceso de paz entre el gobierno y la guerrilla no presentará mayores avances.
En la evaluación de esa situación, Gore «se inclinaría por mantener la línea de colaboración iniciada con Clinton», mientras que Bush, «si los resultados no son satisfactorios, podría pasar a soluciones más fuertes».
Durante su campaña electoral, Gore ha reivindicado como logro propio que en los dos gobiernos de Clinton se haya aprobado el mayor presupuesto para la lucha antidrogas, que pasó de 12.200 millones a 18.500 millones de dólares e incluye un aporte de 1.300 millones para Colombia.
Para Bush la ayuda militar es esencial para que el gobierno colombiano «proteja a su pueblo, combata el tráfico de drogas» y detenga a la insurgencia «que se financia con las ganancias de las drogas».
La política de guerra frontal a las drogas, en su enfoque actual de represión en los países productores, se afianzó en 1989, durante el gobierno del republicano George Bush, padre del actual candidato presidencial de ese partido.
Tras el fin de la guerra fría, Estados Unidos necesitaba un nuevo enemigo que reemplazara al comunismo como amenaza para su seguridad nacional y ese papel lo jugó el narcotráfico con los cárteles colombianos a la cabeza, indicaron analistas.
En 1989, Bush selló su alianza para una estrategia andina de lucha contra el narcotráfico con el ex presidente colombiano Virgilio Barco y los mandatarios de la región.
En los ocho años de gobierno de Clinton, las relaciones bilaterales continuaron marcadas por el tema del nercotráfico y vivieron su peor momento en el periodo de Ernesto Samper (1994- 1998), por la supuesta financiación de su campaña electoral con dinero procedente de los carteles de la droga.
Durante ese periodo, Washington evaluó en forma negativa a Colombia en su lucha contra el narcotráfico y le negó el ingreso a ese país a Samper y a varios parlamentarios colombianos.
En 1998, «las relaciones pasaron del infierno al cielo, debido a que para el gobierno de Estados Unidos Pastrana representaba la antítesis de Samper», señaló el ex canciller Rodrigo Pardo.
Desde el inicio de su mandato, Pastrana se reunió cinco veces con Clinton, una de ellas en Cartagena, y el resultado de esta nueva etapa de las relaciones bilaterales fue la concreción del Plan Colombia, apuntó Pardo.
Los gobiernos de Pastrana y Clinton definen al Plan como «una estrategia integral para la lucha al narcotráfico, el desarrollo social, la paz y el fortalecimiento del Estado». (FIN/IPS/yf/ag/ip/00