La revista National Geographic, de Estados Unidos, publicó por primera vez en su historia un libro exclusivamente con fotografías de sus reporteras gráficas.
De hecho, el único elemento en común de las imágenes incluidas es que fueron captadas por mujeres, ya que abarcan la dramática foto de una novia sometida a mutilación genital en Kenia, el arrobador paisaje de los hielos antárticos o las imágenes de la provincia de Kosovo destruida por la guerra, entre otras.
El libro «Women Photographers at National Geographic» (Mujeres fotógrafas en National Geographic) incluye la obra de 40 artistas visuales.
Entre ellas están la pionera Eliza Scidmore, autora de las fotos de su artículo «Young Japan» (Japón Joven), publicado en julio de 1914 por la revista, y la innovadora Annie Griffiths Belt, quien se hizo pasar por hombre para captar una ceremonia religiosa exclusivamente masculina en Israel.
El libro refleja las aventuras y logros de cuatro generaciones de mujeres y es tanto una historia de desafíos femeninos en el siglo XX, como un estudio de inspiración y calidad fotográfica.
En la década de 1900, las páginas de la revista contenían sólo el trabajo de un puñado de mujeres. Hoy, las cosas han mejorado un poco, ya que 14 de los 70 fotógrafos que trabajan para la publicación son mujeres, aunque de los siete que son empleados estables de la revista, sólo hay una fotógrafa.
«Ser fotógrafa para 'National Geographic' es complicar lo complicado», explicó Cathy Newman, redactora de la revista y autora del libro.
«Una mujer no solo afronta los mismos peligros y adversidades que sus colegas varones, sino que debe asumir compromisos adicionales como el hogar, el marido y los hijos», apuntó.
Además de los peligros e incomodidades que deben soportar todos los viajeros profesionales, las mujeres también tropiezan con obstáculos debido a su sexo, como le ocurrió a una fotógrafa obligada a renunciar a un trabajo tras ser intimidada en la calle por sacar fotos en un país donde las mujeres no salen del hogar.
Sin embargo, como señaló Newman, ser mujer también tiene sus ventajas.
«A veces las puertas se abren más fácilmente a las mujeres, dándole acceso a culturas y costumbres cerradas, como los purdah en India o las geishas de Japón, que un hombre jamás podría ver».
De ahí surge uno de los temas centrales del libro: el papel que desempeña el género en la fotografía.
«Las fotos captadas por mujeres tienen una perspectiva única de interacción humana», apuntó en el prefacio Tipper Gore, esposa de Al Gore, aspirante a la presidencia de Estados Unidos, y ex reportera gráfica de un diario de Tennessee.
«Lo que se revela a través del ojo femenino es el arte de descubrir el espíritu y una comprensión más profunda de la experiencia humana», comentó Gore.
Eso se revela con fuerza en la íntima foto de una mujer agonizante tomada por Lyn Johnson (Montana, 1993). Mientras una amiga solloza angustiada junto a su cama, una arpista toca en segundo plano para aliviar el pasaje a la muerte.
La historiadora de arte Naomi Rosenblum, en su introducción al libro, se pregunta si las mujeres ven las cosas en forma diferente de sus contrapartes masculinas.
«Si el ojo que encuadra una foto es tan singular como la voz de la pluma de un escritor, entonces la fotógrafa, como mujer, y su experiencia e identidad como persona, se relaciona con las imágenes que crea», escribió Rosenblum.
La fotógrafa Maggie Steber, sin embargo, observa la contrapartida de ser vista a través de la lente del género. «A veces escucho que se refieren a mí como una gran fotógrafa mujer. ¿Alguna vez escuchó a alguien referirse a un gran fotógrafo hombre?"
Sin considerar si el género puede o debería ser identificado en las artes visuales, del libro surgen temas claros, como salud, derechos humanos y la intimidad de relaciones especiales. Entre ellas, las imágenes más recurrente son de mujeres.
La fotógrafa Mary Ellen Mark (Sidney, Australia, 1983) captó el desaliento de una mujer aborigen cuyo ojo amoratado tras una agresión domina el encuadre.
En una foto igualmente conmovedora, la desesperación experimentada por refugiados es atrapada por la cámara de Alexandra Boulat (frontera entre Kosovo y Macedonia, 2000) cuando una mujer se desploma agotada.
En una carrera transcurrida durante más de dos décadas como reportera gráfica de la revista, los trabajos más impactantes de Jodi Cobb fueron de mujeres. Desde su cobertura de mujeres en Arabia Saudita a su exploración de la vida de las geishas, la fotógrafa abre ventanas a vidas inaccesibles al mundo exterior.
Los oscuros ojos de una niña saudita (Arabia Saudita, 1987) enmarcados por un velo negro que también le cubre la cabeza, se convierten en un símbolo de las existencias cerradas de las mujeres islámicas. Ella permanecerá cubierta para todos los hombres excepto aquellos de su familia.
De la misma manera, la simplicidad de un primer plano de gruesos labios rojos (Japón, 1995), sellados para el mundo, esbozan la vida misteriosa de las geishas.
«Las dos culturas son totalmente diferentes pero en sus almas las mujeres quieren las mismas cosas, dignidad, respeto, amor, libertad», escribió Cobb.
En el análisis final, el conjunto de impactantes y profundas imágenes carece de género en su celebración del arte visual de la fotografía y su poder para desplegar humanidad en todas sus variantes.
The National Geographic Society, fundada en 1888 para profundizar y difundir el conocimiento geográfico, es la organización científica y educativa privada y sin fines de lucro más importante del mundo. (FIN/IPS/tra-en/fh/da/ego/aq/cr/00