ARGENTINA: Cavallo se ofrece como salvador

El ex ministro de Economía de Argentina Domingo Cavallo, ahora en la oposición, se ofreció hoy para ocupar la vacante Vicepresidencia, gesto que pone de manifiesto la gran incertidumbre económica y el descontento social con la gestión del gobierno.

«Si este gobierno va a hacer la política que hacía Cavallo, entonces que lo llamen a él que lo sabe hace mejor», comentó a IPS con cierta desilusión un ingeniero que trabaja en telecomunicaciones, pero que había votado un año atrás a la gobernante Alianza por su promesa de «crecimiento con equidad».

Los desaciertos del gobierno, que desde su inicio aplica un fuerte ajuste fiscal sin resultados y que no termina de procesar una seria crisis política interna, llevan a muchos de sus votantes a pensar que el cambio tan esperado con la salida del ex presidente Carlos Menem (1989-1999) fue para peor.

En ese contexto, la autoproclamación de Cavallo llega en momentos en que el gobierno teme que este año la economía cierre con una caída del producto y un alza del desempleo, además de perspectivas no muy optimistas para el primer semestre de 2001, cuando vencen abultados intereses de la deuda externa.

Un ejecutivo de la banca de inversión Morgan Stanley comentó esta semana a representantes del gobierno que «la ortodoxia no está dando resultados» en Argentina. Eso significa que el ajuste fiscal —que incluyó rebajas de salarios y aumento de impuestos— no se traduce en crecimiento de inversiones ni del empleo.

Justamente, el ex presidente Raúl Alfonsín (1983-1989) causó revuelo en las últimas horas al pensar en voz alta sobre la posibilidad de dejar de pagar intereses y capital de deuda «por dos años» a fin de invertir en la economía y mejorar las condiciones para el crecimiento.

En los primeros meses de 2001, Argentina debería cancelar un tercio de los vencimientos que totalizan cerca de 20.000 millones de dólares si se suma a los intereses el pago de una parte del capital —que siempre se financia mediante nuevos créditos— y el déficit fiscal de la economía.

La deuda externa argentina —más de 200.000 millones de dólares— representa el principal rubro de gastos en el presupuesto de 2001.

Aun así, en los últimos días crecieron los rumores sobre el riesgo de una cesación de pagos si Argentina no logra ganarse la confianza externa para seguir obteniendo financiamiento a tasas razonables.

De hecho, se supo que el gobierno gestiona ante organismos de crédito multilaterales y ante el tesoro de Estados Unidos la constitución de un fondo de varios miles de millones de dólares para apelar a él en caso de urgencia.

El delicado estado de la economía argentina hizo que el comentario de Alfonsin desatara una ola de desmentidos.

El ministro de Economía, José Luis Machinea, dijo que la idea era impensable. «Argentina debe pagar y va a pagar porque no conozco ninguna empresa o país que pueda crecer sin acceso al crédito», razonó.

En este clima de desconcierto, Cavallo lanzó su iniciativa ante un auditorio de empresarios que lo aclamaron, pero diversos dirigentes de la Alianza cercanos al ahora ex vicepresidente Carlos Alvarez, rechazaron la posibilidad de incorporar al gobierno al ex ministro de Menem.

Cavallo instauró en 1991 un régimen de convertibilidad que obliga a tener un dólar de reserva por cada peso argentino en circulación. El sistema fue impuesto por ley, fija la cotización del dólar a la par del peso y permitió al país cerrar el capítulo de los ciclos de alta inflación.

El ex ministro de Economía había considerado «perfectamente posible justificar el regreso de Alvarez como vicepresidente en 2001», ya que finalmente se produjeron los cambios de gabinete que él reclamaba para quedarse en el gobierno, dijo. Pero agregó: «Ahora, si él no vuelve, yo sí me presentaría».

De esta manera, Cavallo sumó mayor confusión y dudas acerca de la continuidad politica del gobierno de Fernando de la Rúa, que llegó al poder en representación de una Alianza integrada por su partido, la Unión Cívica Radical, y el Frente País Solidario, liderado por el ex vicepresidente Alvarez.

Cavallo obtuvo en mayo 33 por ciento de los votos en las elecciones a jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y en octubre, y 10 por ciento en las presidenciales de octubre de 1999.

El jefe de gobierno de la capital, Aníbal Ibarra, uno de los principales dirigentes del Frente País Solidario, consideró que la iniciativa de Cavallo es imposible porque no corresponde jurídica ni constitucionalmente. No obstante, aclaró que si se produjera «sería una alianza distinta, no la que votó la gente».

En las últimas semanas, y desde antes que Alvarez dejara el gobierno, circulan versiones de que Cavallo habria sido tentado para ocupar un cargo en el gobierno.

Esos rumores fueron rechazados en el oficialismo y originaron amenazas públicas de renuncia de algunos ministros, como el de Interior, Federico Storani.

Hace 10 días, Cavallo se reunió con Machinea y respaldó la marcha de la economía.

El actual ministro aprovechó para mostrarse con su antecesor — quien tiene prestigio en centros financieros internacionales por la aplicación del plan de convertibilidad— con el fin de legitimar su gestión, que, a pesar de ser muy ortodoxa, no termina de satisfacer a banqueros, inversores y acreedores.

Cavallo también se entrevistó con el ex presidente Alfonsín, quien, además, preside la Unión Cívica Radical, el principal partido de la Alianza.

Esa cita causó sorpresa, pues Cavallo siempre criticó la gestión de Alfonsín, que terminó en medio de la hiperinflación. El ex mandatario suele condenar también la convertibilidad, que, si bien logró detener la inflación, resta libertad al gobierno para manejar las variables monetarias.

Poco antes de reunirse con Cavallo, Alfonsín había dicho que la segunda gran tragedia después del golpe de Estado de 1930 fue la convertibilidad ideada por Cavallo, la cual, sostuvo, resulta una trampa de la que no se puede salir sin costos.

El Ministerio de Economía intentó acallar esa crítica, que es un secreto a voces en amplios círculos oficiales. Lo mismo ocurre con la deuda externa, otro tabú que Alfonsín suele mencionar.

Este jueves, los mercados se alteraron cuando se supo que Alfonsín había expresado en un programa de televisión que sería bueno destinar los 20.000 millones de dólares que insumiría el pago de intereses de la deuda externa el año próximo a inversiones en el país.

«El sueño» de Alfonsín llegó incluso a extender esa alternativa a dos años.

El impacto no tardó en hacerse sentir. El ministro Machinea insistió en que una medida de ese tipo solo traería «más dolor al pueblo». El secretario de Financiamiento Externo, Daniel Marx, aseguró que «cualquier cosa que atente contra la confianza se paga con recesión y desempleo».

La propuesta tampoco cayó bien en el ámbito privado. El economista Miguel Broda, asesor de empresas de inversión, consideró al igual que Marx que «cualquier cosa que aumente la desconfianza solo sirve para estimular el agravamiento de la recesión, la falta de inversiones y el aumento de la pobreza».

El problema es que la pobreza ya existe y es creciente, aun respetando los compromisos financieros externos.

Esta semana, diversos grupos de desocupados o empleados públicos que no perciben sus salarios recordaron una vez más, en diversas manifestaciones, que existe otra «deuda» aún sin pagar a pesar de las promesas del gobierno, que ya esta cerca de cumplir un año. (FIN/IPS/mv/mj/ip if/00

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