AMBIENTE-VENEZUELA: Pobreza acaba con huevos de tortuga

Con pobreza y sin participación comunitaria no habrá desarrollo turístico compatible con la preservación ambiental, coincidieron funcionarios, habitantes y empresarios de Paria, península caribeña de Venezuela donde confluyen playas y bosques tropicales.

«Cómo pedirle a una población en extrema pobreza que no se coma los huevos de tortuga», en peligro de extinción, señaló a IPS a modo de ejemplo José Guerra, director del Fondo de Microempresas Turísticas del gobierno del estado Sucre.

Paria, como constató IPS en un recorrido, brinda un amplio abanico de oportunidades para un turismo de alma ecológica, con numerosas playas, algunas de ellas prácticamente vírgenes, y una frondosa vegetación tropical que se extiende desde muy cerca de la arena.

Pero también existe la otra cara de la moneda. Una población empobrecida, en su mayoría sin acceso a los servicios básicos, y propensa a la explotación indiscriminada de recursos naturales en su lucha por la supervivencia.

Paria, ubicada en el extremo nororiental de Venezuela, congrega en este momento a pequeños empresarios llegados de distintas partes del país, dedicados en su mayoría a actividades relacionadas con el turismo o el desarrollo comunitario.

«Somos personas que hemos encontrado el espacio para empujar nuestros proyectos e iniciativas y creemos que el desarrollo turístico no puede significar un cambio radical con lo que tenemos», dijo a IPS Tamara Rodríguez, editora de Paria al Día, el único periódico de la zona.

Esta área rica en diversidad forma parte del municipio Arismendi en el estado de Sucre, con 700 kilómetros de playas.

También cobija el Parque Nacional Península de Paria, de 37.500 hectáreas de extensión, donde habitan algunas especies en peligro de extinción, como el perro de monte y las aves candelita de Paria y el colibrí tijereta.

En la frondosa vegetación de Paria habitan unas 20 especies de aves propias de la zona y hay 410 tipos de plantas, semejantes en su mayoría a las de otras naciones del Caribe.

El camino entre Río Caribe y San Juan de las Galdonas, dos poblaciones de la zona, está construido en medio de una espesa vegetación, y en algunos puntos pueden observarse abruptas caídas de la montaña directamente al mar.

Guerra explicó a IPS que el reto del gobierno de Sucre es lograr «un uso de los recursos naturales que incorpore a la comunidad y que se refleje en servicios que atraigan al visitante».

El funcionario informó que 67 por ciento de los 42.000 habitantes de Paria vive por debajo de la línea de pobreza, sólo 469 niños están integrados al sistema educativo y uno de cada cinco de ellos, con edades entre dos y seis años, está desnutrido.

La infraestructura hospitalaria cuenta con 416 camas, distribuidas en 28 instalaciones, en su mayoría posadas o residencias familiares acondicionadas.

«El desarrollo tiene que ser a esta escala, la dimensión de pequeños proyectos», recalcó Guerra, al comentar la iniciativa oficial de fomentar las microempresas.

Pero no siempre hubo tal claridad y consenso. Playa Medina, emblemático balneario de la zona, fue el centro de un importante proyecto turístico privado, que preveía levantar estructuras hasta ahora desconocidas en la región para incorporarlas a una importante cadena internacional de recreación.

El plan generó polémicas y fue finalmente abandonado, debido a la crisis bancaria venezolana de mediados de la década pasada.

En la actualidad se maneja un proyecto para hacer una marina internacional en Río Caribe, para albergar a unas 100 embarcaciones en cada una de sus tres etapas.

La nueva iniciativa ha sido recibida con recelo por parte de algunos habitantes del lugar, pero aún está en fase de discusión y evaluación técnica.

Entre los mayores problemas ambientales y sociales que afronta Paria se encuentra la pesca de arrastre, señaló a IPS la abogada Sandra González, de la Defensoría del Pueblo del estado Sucre.

Esa actividad «acaba con el suelo marino y deja sin posibilidades de trabajo a los pescadores artesanales», comentó González.

Cuestionó el sistema de multas aplicado para luchar contra la pesca de arrastre, pues entiende que son de tan escaso valor —la más alta es de 15 dólares— que las embarcaciones cometen el ilícito y luego pagan si son detenidas.

En tanto, en la búsqueda de opciones para los pobladores ha estado presente por varios años la Fundación Proyecto Paria, cuyo director, Luis Placeres, relató a IPS los detalles de un plan para recuperar las plantaciones de cacao en una combinación de varios factores.

«El cacao fue sostén del florecimiento económico de la región en el pasado, es parte de lo que la gente de Paria sí sabe hacer y es un cultivo conservacionista», resumió Placeres.

Este proyecto refleja en forma clara las preocupaciones y actividades en Paria, una zona venezolana con una rica diversidad natural y cuya preservación deberá estar acompañada del combate contra la pobreza y de la mano de la participación comunitaria, según los dirigentes de la sociedad civil. (FIN/IPS/ac/dm/en dv/00

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