Kim Hak-Joe posee en la provincia de Chonam, en el sudoeste de Corea del Sur, un gran invernadero de vidrio construido para cultivar pepino y tomate, y acaba de tener una gran cosecha de rábano y repollo.
Pero este agricultor de 60 años apenas puede contener las lágrimas a medida que algunos obreros contratados recogen la cosecha para llevarla a un poblado cerca de la ciudad de Raju.
«¿Qué podría suceder si se vende todo en el mercado? Cuanto más venda, más dinero perderé», dijo Kim.
La sobreoferta en el mercado de productos agrícolas sumergió los precios en Corea del Sur. Los agricultores están vendiendo a pérdida y muchos de ellos soportan una pesada deuda cuyo servicio se ha convertido en un problema.
Kim debe 88.500 dólares por la construcción de su invernadero. «Extraño los días en que ganaba un poco menos que ahora pero dormía en paz por la noche», dijo.
Los productores como Kim acusan de su situación al gobierno, que seis años atrás ofrecía créditos baratos como parte de un programa de reformas agrícolas.
Esos créditos tenían la intención de tranquilizar a los miles de agricultores que estallaron cuando el entonces presidente Kim Young-Sam falló a su promesa de prohibir la importación de cereales.
El gobierno de entonces debió dar marcha atrás, presionado desde el frente internacional tras la conclusión de la Ronda Uruguay de negociaciones comerciales multilaterales. Así, decidió admitir la compra de un volumen limitado de cereales desde el exterior.
Entonces, el gobierno ofreció los préstamos, la mayoría de los cuales fueron usados para construir invernaderos, modernizar instalaciones e iniciar negocios ganaderos.
Como consecuencia, la deuda promedio de cada hogar granjero se triplicó, de 5.026 dólares en 1994 a 15.044 dólares en 1999, según el propio Ministerio de Agricultura y Forestación.
Pero las ganancias de los agricultores no aumentaron. El promedio anual era de 20.353 en 1999, un aumento muy modesto respecto de los 19.734 dólares de 1994.
Las importaciones de granos continuaban aumentando, mientras el gobierno alentaba a los agricultores a producir más y más productos con valor agregado, como frutas y ganado, para compensar las pérdidas en materia de cereal.
Pero esa política derivó en la sobreproducción. Los precios cayeron, lo cual restringió la capacidad de pago de los productores, cuyas deudas continuaron creciendo con los intereses.
Incluso verduras populares como el repollo, ingrediente fundamental del platillo coreano «kimchi», se consiguen a un precio muy bajo en el mercado. El agricultor Kim, por ejemplo, obtiene apenas nueve centavos de dólar por cada repollo, pero necesita entre 44 y 55 centavos para lograr alguna ganancia.
«Creo que tendría menos problema enterrándolos que vendiéndolos a pérdida como lo hago ahora», dijo, llorando.
Kim se unió a medio millón de agricultores en una manifestación realizada el día 21, para protestar contra una política que estaba concebida para ayudarlos pero terminó entrampándolo en la deuda.
El gobierno no sólo debe concederles un mayor periodo de gracia, sino reducir los intereses, afirman los productores.
Pero las autoridades dicen que eso es imposible. «No es fácil ofrecer favores especiales. Ese pedido suena como un pedido de condonación», dijo un funcionario del Ministerio de Agricultura.
«Si concedemos todos los pedidos de los agricultores, el gobierno necesitaría 39.820 millones de dólares para ellos en los próximos 25 años», calculó el ministro, Han Kap-Soo.
El gobierno afirma que tratará de aliviar la situación de los agricultores alentando a los consumidores a comer más verduras y carne, y también comenzó a reducir la producción en los establecimientos que pertenecen al Estado.
«Suspendimos las ventas de repollo y rábano. También consideramos comprar peras con fondos del gobierno, porque su precio bajó a la mitad desde el año pasado», dijo So Man-Ho, alto funcionario del Ministerio. (FIN/IPS/tra-eng/ccb/js/mj/dv if/00