Los gobiernos de Europa occidental no dejan de expresar su respaldo a la antigua oposición de Yugoslavia, que el jueves puso fin al gobierno de 13 años de Slobodan Milosevic luego de toda una jornada de protestas masivas.
Nada se sabe del paradero de Milosevic, pero fuentes de la oposición informaron que el depuesto presidente se encuentra en un refugio subterráneo en el este de Serbia, custodiado por tropas del ejército, y que podría estar preparando un contragolpe.
En cambio, el hermano de Milosevic, embajador de Yugoslavia ante Rusia, declaró este viernes a la agencia Reuters que el derrocado mandatario se encuentra en Belgrado.
Pese a todo, la oposición confía en que el camino hacia la «liberación» de Yugoslavia no incluya una nueva guerra civil.
Casi medio millón de personas irrumpieron el jueves en el parlamento federal y tomaron el canal estatal de televisión y la agencia oficial de noticias para exigir que Milosevic aceptara su derrota electoral y abandonara el poder.
La policía prácticamente no se resistió a la ocupación de edificios del gobierno ni se esforzó por reprimir las multitudinarias manifestaciones de protesta.
La tensión ha estado en aumento desde las elecciones presidenciales del 24 de septiembre. El líder opositor Vojislav Kostunica afirma que obtuvo una mayoría absoluta, pero las autoridades electorales, luego de dos días de silencio, anunciaron que habría una segunda vuelta.
El miércoles, el Tribunal Constitucional Federal anuló los resultados y solicitó la repetición de los comicios, lo cual enardeció todavía más a la oposición.
Tras los hechos del jueves, Kostunica aclaró que no tendrá una actitud triunfalista y no habrá revancha contra quienes apoyaron a Milosevic, en su primera entrevista con el canal oficial de televisión luego de su «liberación».
Además, aseguró que su gobierno no entregará a Milosevic para que sea juzgado por el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra para la Ex Yugoslavia, con sede en La Haya, Holanda.
El tribunal acusó al depuesto presidente de crímenes de guerra y contra la humanidad relacionados con la crisis de la provincia de Kosovo, en 1999.
Aunque los gobiernos europeos se abstuvieron de hacer comentarios al respecto, son conscientes de que la campaña de bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia, destinada a poner fin a la limpieza étnica de la mayoría albanesa de Kosovo, enojó incluso a los opositores de Milosevic, entre ellos Kostunica.
Con esto en mente, varios gobiernos de Europa occidental y Estados Unidos enviaron al pueblo yugoslavo mensajes muy cautelosos.
En lugar de manifestar un abierto respaldo hacia la oposición – que Milosevic calificó como «los títeres de Occidente»-, los gobiernos europeos elogiaron a los manifestantes que lucharon por «liberarse» del régimen de Milosevic.
El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, declaró que su país está preparado para «extender una mano de amistad» a Yugoslavia «pese a las diferencias».
Joschka Fischer, ministro de Relaciones Exteriores de Alemania – que tiene una tenue relación con Yugoslavia originada en la segunda guerra mundial- dijo que los hechos de Yugoslavia son «una impresionante revolución de la libertad» que Berlín apoyará de todas las formas posibles.
Previamente, el canciller (jefe de gobierno) alemán Gerhard Schroeder había declarado que «una Yugoslavia con un gobierno democrático y con respeto por los derechos humanos» podría «recuperar su lugar entre los países europeos».
Fischer dio un paso más adelante y anunció que el Consejo Europeo se pronunciaría el próximo lunes a favor del levantamiento de las sanciones económicas contra Yugoslavia.
Francia, otros gobiernos occidentales e incluso la Organización de las Naciones Unidas habían realizado anuncios similares para el caso de un cambio democrático en Yugoslavia.
En una entrevista televisiva, el ministro Fischer también destacó el jueves la necesidad de incluir a Yugoslavia en el Pacto de Estabilidad para el Sudeste de Europa, creado en junio de 1999 en la ciudad alemana de Colonia.
Alemania fue la principal fuerza impulsora del pacto, que tiene el objetivo de alcanzar «paz duradera, prosperidad y estabilidad para el sudeste de Europa».
En cuanto a Rusia, cuyo apoyo al régimen de Milosevic -más simbólico que real en los últimos meses- había irritado a la oposición yugoslava, pareció dar un giro en los últimos días.
El presidente ruso Vladimir Putin declaró que desea el fin del aislamiento internacional de Yugoslavia y que este país se encamine por la vía democrática.
«Estamos listos para contribuir a que Yugoslavia supere la actual crisis, salga de su aislamiento y se ponga firmemente en el camino del desarrollo democrático», expresó Putin.
Este viernes, el canciller ruso Igor Ivanov felicitó en Belgrado a Kostunica.
La secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, aprobó ese gesto. «El reconocimiento por Moscú de la victoria de Kostunica demuestra que Rusia está del lado del pueblo serbio», declaró la jefa de la diplomacia estadounidense a CNN.
Sin embargo, Kostunica aclaró en un discurso en Belgrado que no desea «que Washington ni Moscú interfieran en los asuntos yugoslavos». (FIN/IPS/tra-en/raj/js/mlm/ip/00