Las mujeres japonesas sobreviven a sus parejas casi siete años en promedio, en una tendencia que no ha dejado de crecer desde principios del siglo XX y en especial desde los años 70.
«A comienzos del siglo XX, las mujeres vivían en promedio dos años más que los hombres, pero en los últimos 30 años se registró un notable crecimiento de la disparidad entre ambos géneros, y hoy las mujeres viven 6,8 años más», explicó un funcionario del Ministerio de Salud y Bienestar Social.
Actualmente hay en Japón 10.870 mujeres centenarias, frente a 2.158 hombres, según estadísticas publicadas por el gobierno en septiembre. La persona más anciana de este país es una mujer que cumplió 113 años el 16 de septiembre.
En general, el número de japoneses centenarios alcanzó un récord en septiembre, con 1.690 más que hace un año.
En cuanto a las personas de 70 a 80 años, un estudio gubernamental reveló en agosto que las mujeres superan a los hombres una vez más.
Mientras, en la categoría «mayores de 75» hay 5,8 millones de mujeres y 3,1 millones de hombres.
Los expertos han citado varias razones que sustentan esta tendencia, entre ellas el equilibrio hormonal femenino, más favorable a la longevidad que el de los hombres, así como la falta de estrés en su estilo de vida, en comparación con el de sus esposos.
«Las japonesas ancianas han pasado la mayor parte de su vida en su casa, cuidando de sus familias», observó Ikuko Sakamichi, directora de Tatsukeai Ota Hasesanzo, una organización de apoyo a los adultos mayores sin fines de lucro.
«Eso les permitió cuidar de su salud y relacionarse con la comunidad, en un estilo de vida mucho más saludable que el de sus maridos, que debieron trabajar de la mañana a la noche», agregó.
El grupo de Sakamichi ayuda a sus 150 miembros (90 por ciento de ellos mujeres) a cocinar, limpiar su casa o bañarse, dado que la mayoría viven solos y necesitan asistencia.
El sistema tradicional de familia extendida se está desintegrando, y crece la necesidad de servicios de apoyo para los ancianos, explicó Sakamichi.
En un intento por ayudar a las mujeres de edad saludables, algunos gobiernos locales establecieron hogares y servicios diurnos en los últimos años.
Kaoru Iida, de 71 años, dirige uno de esos centros, llamado Kawaji-san-chi, donde ser reúnen nueve viudas que viven solas para tejer, cocinar o conversar.
«Estas mujeres son relativamente sanas y no tienen problemas económicos, pero carecían de una vida social, porque viven solas», explicó Iida, también viuda, que trabaja por primera vez fuera de su casa.
«Les encanta este lugar, y parecen haber rejuvenecido desde que se integraron», contó. Aunque el hogar adquirió dos televisores, las mujeres nunca los encienden porque prefieren conversar.
Las ancianas japonesas representan la mayor proporción nacional de toda Asia, pero un gran número de ellas son infelices porque están solas, aunque no tienen problemas financieros, observó Sawamichi.
Esas ancianas no reciben cuidados de sus hijos y esa situación las vuelve más vulnerables, porque pertenecen a una generación que aprendió a mantener siempre una actitud discreta y salir poco, agregó.
«Aunque no hay duda de que las mujeres comienzan a pensar más en sí mismas una vez que enviudan, muchas no tienen el valor necesario para romper con las tradiciones sociales», explicó Sawamichi.
Los ancianos constituyen actualmente 17 por ciento de la población japonesa, y se prevé que llegarán a 25 por ciento para el año 2015.
Un creciente número de adultos mayores precisan atención médica por problemas físicos, emocionales o psicológicos, como demencia o depresión, informó el Ministerio de Salud y Bienestar.
Noventa y nueve por ciento de los japoneses de edad postrados en cama están internados en hogares de ancianos, afirmó un trabajador social. (FIN/IPS/tra-en/sk/ral/mlm/pr/00
