Una turba palestina linchó hoy a dos soldados israelíes en Cisjordania e Israel replicó con el bombardeo de la comisaría donde se perpetró el asesinato y de la residencia en Gaza de Yaser Arafat, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Arafat no se encontraba en el lugar. Helicópteros israelíes también atacaron oficinas en Cisjordania y Gaza de Al Fatah, el principal grupo de la Organización para la Liberación de Palestina.
El ministro de Comunicaciones de Israel, Binyamin Ben Eliezer, advirtió este jueves a la prensa que se ha «acabado» el proceso de paz comenzado por israelíes y palestinos en 1993.
«Creo que este proceso ya no existe. Arafat sigue en la vía del enfrentamiento y la violencia. Para responderle contamos con un aparato militar muy fuerte. Esta situación es nueva y debemos prepararnos para un conflicto posiblemente prolongado», declaró.
La organización no gubernamental israelí Paz Ahora calificó de «crimen horrendo» el asesinato de los soldados en la ciudad cisjordana de Ramallah, aunque no comentó las represalias lanzadas por el ejército de Israel.
«Sólo si la ANP expresa una condena absoluta (del linchamiento) podría salvarse la confianza del público israelí en el proceso de paz», señaló Didi Remez, portavoz de la organización.
Paz Ahora no criticó la represión israelí de la nueva «intifada» (levantamiento) que los palestinos mantienen desde el 28 de septiembre.
Las negociaciones de paz entre ambos bandos están en crisis después del linchamiento de los soldados. En un clima agresivo contra Arafat, los israelíes critican la supuesta ingenuidad de sus negociadores.
La mayoría de los observadores extranjeros consideran que los palestinos son las principales víctimas del conflicto actual, ya que sólo siete de los casi 100 muertos eran israelíes. Así mismo, más de 2.000 personas, entre palestinos y árabes residentes en Israel, han resultado heridas en los últimos 15 días.
Pero el pueblo israelí considera a los palestinos agresores que perpetúan la violencia para conseguir el apoyo internacional y mejorar su posición a la hora de negociar.
La izquierda política israelí, que otrora defendía la búsqueda de la paz con los palestinos, ahora se muestra a la defensiva e incluso parece disculparse por esa actitud.
«Creemos que (los palestinos) son un socio muy, muy problemático, pero no tenemos otra opción. Arafat debe hacer todo lo posible para tranquilizar los territorios (bajo su administración). No aceptaremos que dañen a nuestros soldados o civiles», dijo Zehava Galon, presidenta del izquierdista partido Meretz.
La violencia se desencadenó el 28 de septiembre por la visita de Ariel Sharon, líder del derechista partido Likud, a la explanada de las mezquitas, en Jerusalén.
Los soldados fueron linchados después de que la policía palestina los detuviera y trasladara a la comisaría ubicada en el centro de Ramallah, según el ejército israelí.
Allí, una multitud rodeó el edificio y atacó a los detenidos. No quedó claro si la policía intentó protegerlos o si permitió el ingreso de la turba.
Radio Israel arguyó que los soldados habían errado el camino mientras se dirigían a otro lugar en la zona de Ramallah.
La ANP calificó de «lamentable» los linchamientos, pero sostuvo que fueron resultado de la escalada de violencia de Israel, incluso el uso de helicópteros y tanques de guerra.
La ANP aseguró que las víctimas integraban una unidad clandestina en misión en el territorio administrado por los palestinos.
Este fue el hecho más grave para los israelíes desde que se desató la violencia. Hasta el momento Israel libraba una guerra prácticamente sin víctimas contra los palestinos, que responden con fuego de fusiles de asallto y con piedras.
Los palestinos que defienden el diálogo con Israel también pierden la esperanza de mantener el proceso de paz y critican a los pacifistas israelíes porque no se declararon contra la violencia empleada por el ejército en Cisjordania y la Franja de Gaza.
La organización de derechos humanos Amnistía Internacional criticó al ejército israelí por disparar contra manifestantes y observadores palestinos sin que la vida de sus soldados estuviera en peligro.
Una de las víctimas más conocidas de la violencia del ejército fue un niño de 12 años, Mohammad al Dura, cuya muerte fue filmada por la televisión francesa mientras se refugiaba con su padre en medio de un tiroteo.
Gideon Ezra, legislador del derechista Likud dijo que la violencia actual reivindica la posición conservadora que adoptó su partido contra el proceso de paz.
«Siempre supimos que Arafat era un terrorista, un asesino de judíos. No es un socio. El ejército debe sacarse los guantes. Todo palestino con un arma es una amenaza», advirtió Ezra. (FIN/IPS/tra-en/bl/sm/aq-ff/ip/00