Las opiniones están divididas en Líbano sobre el secuestro de tres soldados israelíes por la organización político-militar islámica Hezbollah en el sur del país, mientras disminuye el temor de que ese hecho cause un conflicto militar con Israel.
Los rumores de guerra seguían en el aire en la noche del miércoles, cuando el primer ministro israelí Ehud Barak declaró que Israel «se reserva el derecho» de devolver el golpe tras el secuestro de los soldados, ocurrido el sábado.
Los tres israelíes fueron secuestrados en la frontera entre Israel y Líbano por Hezbollah, el grupo que encabezó la resistencia contra el ejército israelí que ocupó durante 22 años, hasta mayo, el sur del país.
Hezbollah pretende que Israel entregue a 19 presos libaneses a cambio de los tres soldados israelíes, pero anunció que quizás agregue el reclamo de liberación de presos palestinos.
El periódico libanés Al Safir informó que un funcionario de Estados Unidos advirtió el martes que Israel atacaría a Líbano si no se resuelve el secuestro, pero observadores políticos dudan de que se llegue al enfrentamiento militar.
«No tenemos necesidad de llegar a una situación que no estamos preparados para enfrentar», declaró el director de la Liga Cristiana Maronita libanesa, Hareth Chehab.
«Lo que ocurra deberá contar con el consenso libanés primero y el árabe después. No se trata de abrir la frontera libanesa (a los palestinos) mientras otros países árabes procuran normalizar las relaciones con Israel», agregó.
«¿Qué autoridad le dio a Hezbollah luz verde para realizar esta operación bélica?», comentó el legislador libanés de derecha Albert Mokheiber.
«No es lógico pensar que Hezbollah haya orquestado sin permiso de alguna autoridad, libanesa o no libanesa, esta operación», que puede «desencadenar otra guerra en territorio libanés», afirmó.
Por el momento, se ha recurrido a la diplomacia. El miércoles llegó a Líbano del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, quien se reunió con el presidente libanés, Emile Lahoud.
El canciller iraní Kamal Kharrazi y el español Javier Solana, comisario de relaciones exteriores de la Unión Europea, también viajaron a Beirut con la intención de mediar en la crisis.
El subsecretario general de Hezbollah, Naim Qassem, destacó el miércoles en una conferencia de prensa que su grupo aceptará la mediación de Annan en el intercambio de prisioneros, a pesar de que discrepa con la interpretación de la ONU de la resolución 425 del foro mundial.
Esa resolución exigió el retiro de Israel del sur de Líbano y la restauración de la soberanía libanesa en la frontera.
Annan declaró que el secuestro violó dicha resolución, pero Hezbollah arguyó que su acción se justificaba porque fue realizada en territorio libanés aún ocupado por Israel.
Qassem no descartó la participación de algún gobierno en las negociaciones, pero se negó a dar detalles acerca de los contactos en curso.
«Para comenzar, esta es una operación de intercambio. Queremos canjear a los tres judíos por prisioneros en las cárceles israelíes. En cuanto a los detalles de las negociaciones, decidimos (el martes) no hablar al respecto», explicó.
Muwaffaq al Jammal, un portavoz de Hezbollah, había declarado antes que su grupo pide la liberación de los 19 libaneses presos en Israel a cambio de información acerca de los tres soldados israelíes.
Hezbollah también afirma que Israel debe retirarse de las llamadas Granjas de Shebaa, un reducido territorio en las laderas de los altos del Golán, a las cuales considera territorio libanés, pero las autoridades israelíes afirman que ese territorio es sirio, y que la retirada de él será negociada con Damasco.
La ONU no apoya el reclamo de Hezbollah acerca de las Granjas de Shebaa.
Qassem expresó su confianza en que el secuestro no causaría una escalada militar, pese a que el ministro de Relaciones Exteriores en funciones de Israel, Shlomo Ben Ami, afirmó que su país reclamaba la liberación incondicional de los secuestrados.
«Barak sabe muy bien cuáles serían las consecuencias si lanzara una agresión contra Líbano, y no está dispuesto a afrontar esas consecuencias mientras se halla en un atolladero en Palestina. Sólo la negociación por canales aceptables puede dar algún resultado», aseguró.
En términos militares, el secuestro fue un claro éxito de Hezbollah, ya que se trató de una operación rápida y bien planeada, sin guerrilleros heridos, y el ejército israelí tardó 30 minutos en darse cuenta de lo que había ocurrido, tiempo suficiente para que los secuestradores se pusieran a salvo.
Sin embargo, el ejército de Israel sabía que Hezbollah planeaba una operación de secuestro, y varios informes periodísticos advirtieron que era posible que ocurriera. Ahora diarios israelíes afirman que la negligencia militar fue la causa del éxito de los guerrilleros.
Analistas políticos afirmaron que Israel proporcionó la semana pasada una excusa a Hezbollah para realizar el secuestro, cuando soldados israelíes dispararon contra palestinos que trataban de cruzar la frontera, dieron muerte a dos de ellos e hirieron a otros 17.
De todos modos, Simon Karam, un abogado libanés y ex embajador de su país en Estados Unidos, opinó que Hezobollah cometió un grave error político.
El grupo «no está satisfecho con la posición en la cual quedó» tras la retirada israelí del sur de Líbano, «y esta es una de las formas en que luchan contra su marginación», apuntó.
Hezbollah desempeñó un papel decisivo en los esfuerzos para lograr la retirada de Israel, pero no recogió los frutos de ese éxito en las elecciones legislativas libanesas realizadas en septiembre, cuyo resultado fortaleció la poderosa influencia política de Siria en Líbano.
Sin embargo, la representación parlamentaria de Hezbollah aumentó, de nueve a 12 legisladores, y la organización ganó respeto de los libaneses por su actitud disciplinada durante la campaña.
«No se puede actuar de la forma en que Hezbollah lo hizo durante la campaña y luego volver a este tipo de conducta. Si (el secuestro) fue una operación calculada para fortalecer la presencia política del grupo en Líbano, se trata de un grave error», dijo Karam.
El estado de cosas en la frontera entre Líbano e Israel antes del secuestro puede cambiar mucho, añadió.
Hasta ahora, el control de Beirut en los territorios de los cuales se retiró Israel ha sido sólo simbólica, pese a reclamos nacionales e internacionales de que el ejército libanés fortaleciera su presencia en el área, donde aún predomina el control militar de Hezbollah.
Esos reclamos aumentaron tras el secuestro de los tres soldados israelíes, y estarán en la agenda de todos los contactos diplomáticos de Beirut con la ONU y con otros gobiernos.
El gobierno libanés declaró antes de la llegada de Annan que no estaba dispuesto a cumplir funcines policiales fronterizas en beneficio de la seguridad israelí. (FIN/IPS/tra-eng/km/sm/aq- mp/ip/00