Nuevos embates contra la liberalización del comercio agrícola causan escepticismo en los países que no subsidian su producción y que reclaman el repliegue del proteccionismo en el corto plazo.
Uno de esos embates se registró esta semana, en la reunión del Comité Agrícola de la Organización Mundial del Comercio, en Bruselas.
Los representantes de Estados Unidos y del Grupo de Cairns, integrado por 15 países que no subvencionan a sus agricultores, rechazaron allí diversas propuestas de la Unión Europea (UE) a las que consideró un aumento subrepticio se los subsidios al campo.
Cuando todas las expectativas del Grupo de Cairns se concentraba en ver de qué manera el proteccionismo europeo daba otro paso atrás, la UE propuso mantener el apoyo a sus productores combinado con límites a la producción.
También pidió que se le permitiera compensar a sus granjeros por los gastos de asegurar el «bienestar» del ganado, dado el «multifuncionalismo», tesis europea según la cual se debe garantizar la calidad de vida en la población rural porque la poco rentable producción agrícola es apenas uno de sus muchos cometidos.
Los delegados de Estados Unidos y del Grupo de Cairns (Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Fiji, Filipinas, Indonesia, Malasia, Nueva Zelanda, Paraguay, Sudáfrica, Tailandia y Uruguay) rechazaron esas iniciativas. Los representación argentina la calificó de «absurda».
Pero a pesar de su apoyo, Estados Unidos dio un disgusto esta semana al Grupo de Cairns al informar que en 1999 gastó 28.000 millones de dólares en subsidios al campo.
Ya a mediados de año, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), que reúne a 29 países entre los que figuran todos los del mundo industrializado, había advertido en su informe anual que los subsidios de 1999, lejos de retroceder, aumentaron a los niveles de 1989.
La OCDE atribuyó este hecho a la caída de los precios internacionales de los productos del campo.
La UE aumentó su proporción de ayuda en relación con los ingresos brutos del sector agropecuario de 38 a 49 por ciento en los últimos tres años. Estados Unidos la aumentó de 14 a 24 por ciento en el mismo periodo.
En promedio, la ayuda representó 40 por ciento del ingreso bruto del sector agropecuario ese año, sobre todo en la UE, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur.
Ese nivel de ayuda había bajado en los años 90 de forma sostenida hasta llegar a 31 por ciento en 1997, pero con la crisis volvió a aumentar.
Así, frente a países como Japón, Noruega o Suiza, que dieron a sus productores el equivalente a 65 por ciento de sus ingresos, Australia y Nueva Zelanda —del Grupo de Cairns— les aportaron apenas dos y seis por ciento respectivamente.
Mientras, los productores de Argentina consideran que no solo no se les da, sino que también se les quita.
«En Argentina no pedimos subsidios, pedimos que nos saquen presión impositiva y que no permitan el control monopólico de servicios y de bienes que necesitamos como insumo, como es el caso del combustible», explicó a IPS el economista Ricardo Rocatagliata, de la Sociedad Rural de este país.
Para Rocatagliata, Estados Unidos y la UE —que, a su juicio, deberían ser «los líderes de la liberalización del comercio agrícola»— están actuando bajo la presión de sus productores que no quieren ni oir hablar de reducción de subsidios.
«En el liderazgo de Estados Unidos hay indefinición debido al proceso electoral, y hasta que esos datos no decanten no habrá decisiones fuertes en materia de comercio exterior», añadió.
Rocatagliata consideró que la reforma de la Política Agrícola Común de la UE, propuesta en 1999, «fue un rebalanceo de la ayuda, porque rebajan precios sostén por un lado y se ofrece otra ayuda por el otro, con lo cual continúan las distorsiones en el comercio», aseguró.
El economista sostuvo que Estados Unidos debería liderar el proceso de liberalización colocándose a la cabeza del hemisferio occidental frente a la UE, y, por su parte, el Grupo de Cairns debe avanzar en sus propuestas de reducción de subsidios en su reunión prevista para el 10 al 13 de octubre en Canadá.
Los productores del Grupo de Cairns consideran que los precios subirían si los países que subsidian redujeran la ayuda, un hecho que beneficiaría a muchas economías en desarrollo que por esta causa dejan de exportar miles de millones de dólares de productos agrícolas.
A su vez, la OCDE informó que los productores de los países que subsidian obtendrían ingresos 66 por ciento más bajos si se eliminara la ayuda, un dato que explica la resistencia de los agricultores al abandono del proteccionismo.
Según esa organización, los países que subsidian gastan cada año unos 360.000 millones de dólares en ayuda de diverso tipo a sus productores.
El hecho fue criticado en septiembre también por el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Kofi Annan, quien calculó las pérdidas económicas globales atribuibles al proteccionismo agrícola en hasta 150.000 millones de dólares.
De ese total, dijo Annan, unos 20.000 millones corresponden a exportaciones perdidas por los países en desarrollo.
En defensa del sector agrícola, el gobierno de Argentina, a través de su presidente Fernando de la Rúa, advirtió a fines de julio, en una exposición rural, que este año «se terminó la ingenuidad contra los que nos discriminan» y prometió redoblar los reclamos en foros internacionales.
Pero además, el gobierno agitó así el fantasma de una suba de aranceles de importación para los productos industriales procedentes de países ricos, un gesto que por el momento parece tan poco realizable como la esperada reducción de los subsidios agrícolas por parte de las naciones más avanzadas. (FIN/IPS/mv/mj/if dv/00