La Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos (DEA) no asistirá a Guyana hasta que ese país permita a Washington perseguir a presuntos narcotraficantes en sus aguas territoriales, pero Georgetown no cede a la presión.
Los funcionarios de Guyana tardaron varios meses en comprender las intenciones la DEA, a la cual pidieron ayuda en febrero para revisar el barco New Charm, con bandera griega y anclado en el extremo sudoccidental del puerto de Georgetown, en el cual se sospecha que hay una carga de miles de kilogramos de cocaína.
El New Charm partió del vecino Suriname e iba a partir hacia el puerto sudoriental holandés de Rotterdam, con una carga declarada de arroz producido en Guyana y Suriname, cuando las autoridades guyanenses lo confiscaron y hallaron en él 100 kilogramos de cocaína durante una inspección preliminar.
Los investigadores piensan que hay mucha más droga oculta bajo la línea de flotación del barco, que en la actualidad se herrumbra por falta de mantenimiento, y pidieron ayuda a la DEA para realizar una inspección exhaustiva.
En aquel momento, la agencia estadounidense negó su asistencia en forma tajante, e invocó para justificar su actitud la inexistencia de acuerdos bilaterales específicos en la materia.
Sin embargo, la DEA se apresuró en 1998 a enviar a Guyana especialistas para que ayudaran a localizar más de 3.000 kilogramos de cocaína ocultos en el barco Danielsen, con bandera de San Vicente. Aquella redada fue la mayor en la historia de Guyana y una de las mayores en el Caribe anglófono.
Ahora la agencia se niega a brindar ayuda en el caso del New Charm hasta que Guyana firme con Washington el llamado «Acuerdo Shiprider», que permitiría la persecución en aguas territoriales guyanenses de presuntos narcotraficantes por parte de buques guardacostas de Estados Unidos.
«Se trata de una forma suave de chantaje», comentó el ministro del Interior guyanense, Ronald Gajraj.
El acuerdo, propuesto por Washington en 1996, establece que los guardacostas estadounidenses necesitan autorización para ingresar en aguas territoriales de otros países, una vez que tengan a bordo a fuerzas de seguridad de esas naciones, pero indica que si eso no es posible pueden entrar sin permiso.
Guyana es uno de los pocos países que se han negado a firmar acuerdos de ese tipo, y las negociaciones en la materia se interrumpieron en los últimos meses porque Georgetown desea imponer límites a las potestades de los guardacostas de Estados Unidos, como ya lo hicieron Barbados y Jamaica.
El gobierno guyanense insiste en que no otorgará a los estadounidenses carta blanca para incursionar en sus aguas sin autorización expresa.
«Todo lo que podemos decir por el momento es que las contrapropuestas de Guyana (en relación con el acuerdo) se enviaron a Washington para que fueran estudiadas allí», declaró Henry Bisharat, portavoz de la embajada de Estados Unidos en Georgetown.
Guyana firmó hace varios años un acuerdo con Estados Unidos para permitirle perseguir sin trabas a presuntos narcotraficantes en espacio aéreo guyanense, pero ese acuerdo aún no se ha implementado por completo.
El bloqueo de las negociaciones en la materia se debe a que Washington quiere permiso para instalar en Guyana una pequeña estación de rastreo aéreo regional, operada por algunas docenas de funcionarios estadounidenses, y Georgetown aún no ha aceptado esa demanda.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, 40 por ciento de las 200.000 toneladas de cocaína que se introducen cada año a Estados Unidos pasan por el Caribe y América Central. En consecuencia, Washington trata de establecer estrictos controles del tránsito marítimo y aéreo en esas regiones.
El actual bloqueo de las negociaciones entre Washington y Georgetown acerca del «Acuerdo Shiprider» implica que Guyana no reciba asistencia estadounidense para el entrenamiento de agentes antinarcóticos ni equipo para su débil flota de guardacostas.
Hace poco las autoridades guyanenses enviaron a Estados Unidos a un grupo de expertos militares en busca de modernos buques guardacostas, pero la misión no tuvo éxito. Luego Canadá y China ofrecieron proporcionar a Guyana los barcos que desea.
La urgencia de Georgetown por adquirir buques guardacostas rápidos no se debe a una intención de frenar el contrabando de drogas, sino a las actuales relaciones hostiles de Guyana con Suriname.
Ambos países mantienen una disputa fronteriza desde hace muchos años, Suriname anunció que había gastado unos 48 millones de dólares en la compra de ocho barcos patrulleros, aviones de combate y otros pertrechos, y Guyana desea responder a lo que considera un desafío. (FIN/IPS/tra-eng/bw/da/mp/ip/00