El nacionalismo moderado del País Vasco se resquebraja sin que aparezca una corriente interna dominante, entre manifestaciones contra la violencia, declaraciones enfrentadas de sus dirigentes y la demanda de los otros partidos de que se convoquen elecciones anticipadas en esa región del norte de España.
Casi todas las fuerzas sociales, sindicales y políticas se pronunciaron este lunes en repudio de ETA y en solidaridad con la familia de la última víctima de esa organización ilegal, Máximo Casado, un ex dirigente de Comisiones Obreras (procomunista y una de las dos centrales sindicales mayoritarias), asesinado el domingo en Vitoria, la capital vasca.
La única excepción en esa coincidencia fue Euskal Herritarrok (coalición electoral próxima a ETA), cuyo portavoz, Joseba Permach, calificó el asesinato de «hecho doloroso». Y, sin condenarlo, añadió que ese atentado pone de manifiesto una vez más «la realidad de un conflicto de naturaleza histórica y política».
El asesinato de Casado se produjo antes de que pasaran 24 horas de la multitudinaria manifestación realizada el sábado en la ciudad vasca de Bilbao a iniciativa del gobierno regional que encabeza el nacionalista moderado Juan José Ibarretxe.
Al acto, que transcurrió bajo el lema de «Paz, ETA no» acudieron unas 100.000 personas, la misma cantidad que a la realizada una semana antes en otra ciudad vasca, San Sebstián, convocada por las asociaciones de víctimas del terrorismo y por las organizaciones pacifistas.
En la de San Sebastián estuvieron ausentes el presidente del gobierno autónomo, el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Eusko Alkartasuna (escisión del anterior), de orientación nacionalista moderada y que coligados gobiernan el País Vasco.
En Bilbao, los ausentes fueron el centroderechista Partido Popular, que gobierna España con mayoría absoluta, y las asociaciones de víctimas del terrorismo y las organizaciones pacifistas.
Mientras todos los convocantes de San Sebastián se pronunciaron con claridad contra ETA (Euskadi ta Askatasuna, Patria Vasca y Libertad) y Euskal Herritarrok, en Bilbao estuvo el PNV, con una doble posición, que evidencia la existencia de corrientes enfrentadas en su interior.
La principal fuerza de oposición, el Partido Socialista Obrero Español, participó en ambas concentraciones, en la de San Sebastián compartiendo su cabecera y en Bilbao en la última fila.
Los socialistas entienden que deben mantener buenas relaciones con el PNV, esperando que reoriente su marcha, en tanto que el Partido Popular dice que nada tiene que dialogar con ese partido ni con el gobierno regional, mientras que éstos no rompan de manera rotunda y clara con ETA y Euskal Herritarrok.
El presidente del Partido Popular en el País Vasco, Carlos Iturgaitz, fue terminante refiriéndose a las relaciones del PNV y Eusko Alkartasuna con ETA y Euskal Herritarrok: «No se puede echar flotadores a esa gentuza para que no se ahogue».
Mientras, el portavoz de la máxima dirección del PNV, Joseba Egibar, propuso que todos los nacionalistas, incluidos los radicales, definan un proyecto político para «determinar lo que queremos ser» y confluyan en su realización.
«Tanto el proceso de paz como la configuración del proyecto político tienen que contemplar la realidad y la pluralidad de la sociedad vasca. Eso que llamamos ámbito vasco de decisión es derecho de autodeterminación», aclaró Egibar.
Esas declaraciones, realizadas al diario proeterra «Gara», contraponen la autodeterminación, que para los nacionalistas es sinónimo de optar por la independencia del País vasco de España y Francia, al reclamo de quienes entienden que esa región puede todavía desarrollar un mayor margen de autonomía, siempre dentro de España y la Constitución que la rige.
Ibarretxe condenó el asesinato de Casado, anunció que su gobierno apoyará todas las movilizaciones contra ETA y dijo que ésta «está ciega y sorda» .
Además, señaló que ese grupo habla del pueblo vasco y de la democracia, pero «no sabe lo que es el pueblo vasco, porque no lo respeta, y no sabe lo que es la democracia, porque no la ha conocido nunca».
Pero quizás donde más se evidencia el resquebrajamiento del nacionalismo moderado es en la Ertzainza (policía que depende del gobierno autónomo vasco).
Ese cuerpo comenzó a ser organizado en 1982 y en la actualidad tiene competencias en toda la región autónoma vasca para garantizar la seguridad ciudadana y el tránsito dentro y fuera de las ciudades.
Desde el principio, sus integrantes fueron seleccionados por gobernantes del moderado PNV y, según acusaciones de los otros partidos, la selección se hizo privilegiando a los miembros de esa formación.
Sin embargo, en 1998 el sindicato nacionalista perdió la mayoría que mantuvo durante tres lustros, mayoría que pasó al sindicato profesional Erne.
«La Ertainza sigue estando dirigida por el Pacto de Lizarra», aseguró al diario El País el secretario general de Erne, Iñaki Castro.
El Pacto de Lizarra fue firmado por el PNV, Eusko Alkartasuna y Euskal Herritarrok, junto a otras organizaciones menores, y demanda un espacio nacional vasco constituido por las tres provincias integrantes de la comunidad autónoma del País Vasco, más otra comunidad, la Navarra y tres provincias vascas francesas.
Entre Erne, Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores (UGT, pro socialista), suman como afiliados al 70 por ciento de los miembros de la Ertzaintza.
Lorenzo del Agua, secretario general de Comisiones Obreras de la Ertaintza, dijo que no se puede confiar en la dirección de ese cuerpo policial, porque el presidente del PNV, Javier Arzalluz, declara que «apresar a un comando terrorista es poner palos en las ruedas del carro de la paz».
El nacionalismo moderado se resquebraja, y sufre las presiones del gobierno y del principal partido de la oposición péste en tono más suave— para que rompa definitivamente con ETA, Euskal Herritarok y su mundo, o disuelva el parlamento autónomo y convoque a elecciones anticipadas en esa región. (FIN/IPS/td/ff/ip/00