El Banco Mundial suspendió todo crédito a Zimbabwe, por moroso, y su decisión será imitada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), por otros bancos internacionales y por la comunidad de donantes.
«Esta acción es coherente con la política del Banco de calificar a un país en situación de moroso… si este debe el pago de un préstamo o crédito por más de seis meses», declaró el Banco Mundial este martes.
Zimbabwe no ha pagado la deuda por 47 millones de dólares en préstamos del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) del Banco Mundial y de la Asociación Internacional de Desarrollo.
En total, el país tiene 900 millones de dólares pendientes de pago, lo cual significa que no está habilitado para recibir préstamos del Banco Mundial o del FMI. Esta situación seguramente alejará a otras instituciones financieras internacionales.
De esta manera, Zimbabwe se suma al grupo de 12 países que no pagan sus deudas desde hace más de seis meses. Los demás morosos son Afganistán, Birmania, Bosnia-Herzegovina, República de Congo, República Democrática de Congo, Iraq, Liberia, Somalia, Siria, Sudán y Yugoslavia.
Hasta el 31 de agosto, estos países adeudaban al BIRF 2.000 millones de dólares, o 1,7 por ciento de la totalidad de los préstamos sin cobrar de la institución.
Para que Zimbabwe ponga en orden su situación «deberá pagar todos los pagos pendientes con el Banco y acordar un programa nuevo», declaró la portavoz del Banco Mundial, Carolyn Jungr.
El país pasa por su peor crisis económica desde que se independizara de Gran Bretaña en 1980. La inflación asciende a 70 por ciento, el desempleo a 50 por ciento, las reservas de divisas son mínimas y la escasez de combustible es crónica.
La crisis económica se agravó en febrero cuando veteranos negros de la guerra de independencia invadieron granjas pertenecientes a blancos, causando graves disturbios en la economía, principalmente agrícola.
Entre 1991 y 1995, la economía tuvo un crecimiento promedio de 1,7 por ciento, y culminó en 1996 con 7,3 por ciento.
Desde entonces, la situación se deterioró debido a la caída de los precios de los principales productos de exportación, como el tabaco y el oro, a la crisis en el gobierno y a la falta de confianza de los inversores.
El país participa en la guerra civil en República Democrática de Congo (RDC), donde apoya al gobierno de Laurent Kabila. En agosto, por primera vez el gobierno reconoció que ha gastado 260 millones de dólares en el conflicto.
El FMI y otros acreedores congelaron la ayuda a Zimbabwe el año pasado debido a la mala administración económica del presidente Robert Mugabe y a la costosa participación en la guerra en RDC.
Las ocupaciones de granjas, la intimidación sufrida por partidarios de la oposición y la violencia que costó la vida a 31 personas en la campaña de las elecciones parlamentarias de junio también se sumaron a la inquietud de la comunidad internacional.
Los veteranos de guerra invadieron más de 1.500 granjas pertenecientes a blancos. El gobierno apoyó las ocupaciones, exigiendo que la antigua metrópoli, Gran Bretaña, pague por las tierras si no quiere que el Estado las confisque.
Al gobierno de Mugabe le queda menos de un mes de reservas de divisas y no ha podido cumplir con muchas de sus obligaciones financieras.
Un funcionario de la embajada de Zimbabwe en Washington dijo que la falta de pago no se debe a mala voluntad sino a la falta de divisas. El 15 de mayo, el Banco Mundial suspendió toda entrega de dinero a Zimbabwe debido a su morosidad.
Los observadores advierten que, si no ingresan divisas al país, sólo es cuestión de tiempo para que la economía se derrumbe.
«Esta fragil situación podría degenerarse aun más, con graves consecuencias económicas, sociales y políticas para el propio país y la región», dijo el representante del Banco Mundial en Zimbabwe, Rogier van den Brink.
El mes pasado, Zimbabwe se libró de severas sanciones económicas y comerciales cuando el Congreso de Estados Unidos rechazó un proyecto de ley que castigaría al país por «violar los derechos humanos».
Zimbabwe, como el resto del Sur en desarrollo, se encuentra a «merced del cartel financiero. Si no se puede pedir prestado de uno, no se podrá de ninguno», comentó Robert Naiman, del Centro de Investigación de la Economía y la Política.
«El problema es que estas instituciones son muy poderosas», y la situación puede ser grave para el país, la segunda economía africana después de Sudáfrica, precisó. (FIN/IPS/tra-en/gm/da/aq/if/00