Manifestantes suizos ocuparon la sede del FMI en Ginebra para protestar por supuestos abusos cometidos contra los detenidos la semana pasada en Praga, durante la asamblea de las instituciones financieras multilaterales.
Los manifestantes aseguraron que la policía checa castiga de manera brutal a los detenidos, que ascienden a 20 extranjeros, la mitad procedente de Europa oriental, y a un número no preciso de ciudadanos checos, aunque estimado en más de 500.
La protesta comenzó frente a la sede de la misión de la República Checa ante los organismos internacionales establecidos en Ginebra y continuó con la ocupación del edificio donde funciona la representación del FMI (Fondo Monetario Internacional).
Olivier de Marcellus, portavoz de los alrededor de 100 manifestantes, reclamó la solidaridad internacional con los detenidos en Praga de nacionalidad checa porque «seguramente soportarán periodos de detención muy prolongados».
En Ginebra se distribuyó simultáneamente una declaración de sindicalistas y políticos socialistas y verdes de Suiza que demandan la liberación inmediata de todos los presos de Praga.
De Marcellus dijo que el texto, respaldado también por sindicalistas canadienses, exige el establecimiento de una comisión investigadora internacional «sobre la violencia, literalmente fascista, ejercida en las prisiones por parte de la policía checa».
Las sesiones de las asambleas anuales del FMI y del Banco Mundial, realizadas la semana pasada en la capital checa, fueron hostigadas por manifestantes que protestaban contra la orientación de esas instituciones financieras.
La modalidad de las protestas callejeras contra la mundialización y sus símbolos, incluida la Organización Mundial del Comercio (OMC), apareció en 1998, cuando esa institución realizó su segunda conferencia ministerial, en Ginebra.
Las manifestaciones arreciaron en Seattle, Estados Unidos, en diciembre pasado, y fueron una de las causas del fracaso de la tercera conferencia de la OMC. Se repitieron en mayo de este año, en Washington, durante las sesiones de las juntas del FMI y el Banco Mundial.
Los negros y los israelíes sufrieron en particular la brutalidad de la policía «en clara demostración del carácter fascista de la represión», dijo De Marcellus. Los cuatro manifestantes israelíes detenidos presentan fracturas en las extremidades, aseguró.
El dirigente suizo lamentó que esos episodios se verifiquen bajo el régimen de Vacslav Havel, el presidente de «la Revolución de Terciopelo», como se denominó al proceso de transición después de la desaparición del comunismo en la ex Checoslovaquia.
Havel, escritor y pensador ampliamente reconocido por círculos occidentales, comprometió a su gobierno activamente en la promoción de los derechos humanos.
En los últimos años, Praga sustituyó al gobierno de Estados Unidos en el auspicio de los proyectos de resolución contra Cuba presentados ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
«Comprobamos con gran tristeza que el gobierno checo no reacciona ni toma medidas contra los policías culpables» de los denunciados abusos contra los detenidos, dijo De Marcellus.
El dirigente suizo sostuvo que numerosas denuncias confirman las brutalidades cometidas por policías y guardiacárceles checos, «fuertemente infiltrados por la extrema derecha».
De los prisioneros liberados, 38 por ciento dijeron haber sufrido malos tratos en la prisión.
Una mujer austríaca, con fracturas de pelvis y en una pierna, fue torturada cuando la policía la trasladaba al hospital. El médico de esa institución reconoció posteriormente que se había negado a suministrar clmantes a la paciente para que la policía pudiera interrogarla.
Un grupo de mujeres detenidas fueron obligadas a desnudarse y realizar ejercicios ante la contemplación de hombres policías. Otras mujeres fueron cacheadas minuciosamente también por agentes varones.
Los manifestantes suizos observaron que el FMI y el Banco Mundial han guardado silencio ante esos desbordes.
Pero esa conducta no sorprende, dijeron, porque los programas de ajuste estructural, ideados por esas instituciones, han sido impuestos sistemáticamente con el recurso, si era necesario, de la violencia más feroz.
Después de una hora de ocupación de la sede del FMI, los manifestantes estimaron que los acontecimientos de Praga constituyen una advertencia de que «la violencia de la mundialización se aproxima». (FIN/IPS/pc/mj/hd dv/00