Rusia confía en que la eventual normalización económica de Chechenia conducirá a la estabilidad política en la separatista república caucásica, pero destacadas personalidades chechenas advirtieron que la inestabilidad y la violencia se prolongarán por décadas.
"La crisis chechena probablemente continuará", apuntó Shamil Beno, representante legislativo de la administración de Chechenia en Moscú. En su opinión, en los próximos 30 años, la república será similar a la actual Irlanda del Norte.
Funcionarios rusos reconocen que hay un vacío legal en Chechenia, porque ninguna ley o legislación de emergencia ha sido declarada oficialmente en la región insurgente desde que se reanudó la lucha entre guerrilleros y soldados en septiembre de 1999.
"Pese a que la acción militar rusa contra los separatistas en Chechenia fue justificada, sus habitantes tienen el derecho de decidir su futuro en un referéndum", argumentó Abdul Khalim Sultygov, un checheno étnico y diputado de la Duna estatal, la cámara baja del parlamento.
A pesar de las protestas internacionales, Moscú continúa la represión contra los separatistas chechenos. Los militares rusos todavía informan de 20 ó 30 ataques rebeldes todos los días, y la cifra no ha disminuido en los últimos meses.
A su vez, los cazabombarderos rusos continúan bombardeando supuestas bases insurgentes en áreas montañosas chechenas. Los militares insisten en que la ofensiva es una operación antiterrorista, y admitieron que el ejército ha atacado los mismos baluartes chechenos desde hace 200 años.
No obstante, las promesas oficiales de "destruir a los bandidos" para la primavera, el verano y luego el otoño (boreal) de este año, no se materializaron. Hace una semana murieron 17 personas entre militares y civiles cuando una bomba estalló dentro de un auto cerca de una estación policial en Grozny, la capital chechena.
"Si en la próxima década padecemos solamente una explosión cada tres meses, eso sería muy bueno", manifestó Beno. En respuesta a los ataques, los soldados rusos allanan regularmente las viviendas chechenas en busca de explosivos y armas.
Incluso chechenos favorables a Moscú reconocen que el tratamiento arbitrario contra los civiles genera fuerte resentimiento entre la población que opta finalmente por apoyar a los insurgentes.
El único diputado del parlamento ruso elegido en Chechenia, condenó la política oficial en la región.
Esta semana, Aslambek Aslakhanov exigió "el cese del genocidio del pueblo checheno" y afirmó que los militares rusos perpetran sistemáticamente violaciones de los derechos humanos contra la población civil. Tambien acusó a los comandantes militares de retardar el restablecimiento del orden.
El Consejo de Europa, un foro integrado por 41 países, considera la posibilidad de suspender a Rusia del grupo y llevarla ante un tribunal internacional por violaciones de derechos humanos en Chechenia.
La Comisionada de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Mary Robinson, exhortó que se investiguen los abusos en Chechenia. Así mismo, se reiteran los pedidos internacionales para el cese del fuego y la apertura de negociaciones entre Moscú y el líder checheno Aslan Masjadov.
Sin embargo, algunos chechenos, incluso Sultygov, piensan que Masjadov ha perdido su legitimidad al no disociarse de jefes como Shamil Basayev, culpado de causar la reanudación de la guerra por sus incursiones armadas en la vecina región rusa de Daguestán.
Las autoridades rusas han manifestado su deseo de resolver el conflicto por la vía política, pero se negaron a dialogar con la jerarquía independentista y limitaron sus contactos a los dirigentes chechenos que reconocen la soberanía rusa en la región.
Los esfuerzos de Moscú para concretar una solución política para Chechenia se vieron frustrados por la resistencia a colaborar de muchos chechenos influyentes, porque cuando el Kremlin consiguió un acuerdo de paz con Masjadov en 1996, muchos líderes prorrusos fueron excluidos.
En la primavera boreal, el Kremlin pareció avanzar al designar a Ajmad Kadyrov al frente de la administración civil chechena. Kadyrov fue el principal clérigo musulmán durante el mandato de Masjadov, conocido por declarar la guerra santa contra Rusia entre 1994 y 1996.
Durante la segunda guerra, en 1999, Kadyrov se pasó al bando prorruso y logró que las tropas de Moscú ocuparan sin lucha su baluarte en Gudermes, la segunda ciudad de Chechenia. Bislan Gantamirov, otro jefe colaboracionista, fue designado segundo de Kadyrov.
Gantamirov fue nombrado alcalde de Grozny luego de que las tropas rusas se apoderaron de la capital chechena en la guerra de 1994-1996.
Posteriormente, fue condenado y enviado a la cárcel por haberse apoderado indebidamente de millones de dolares destinados a la reconstrucción de Chechenia.
Gantamirov afirmó que los cargos en su contra fueron fraguados y, en 1999, fue sobreseído y excarcelado para encabezar una milicia promoscovita cuando las tropas rusas volvieron a Chechenia.
Por ahora, un arreglo político en Chechenia sigue siendo problemático y, desde la primavera boreal, las relaciones entre Kadyrov y Gantamirov han estado al borde del conflicto abierto. Gantamirov acusó a su jefe de estar a favor de "los separatistas y bandidos".
En julio pasado, el grupo paramilitar de Gantamirov atacó el baluarte de Kadyrov en Gudermes con el pretexto de buscar "bandidos" pero, en realidad, para deponer a su superior.
Posteriormente, el rebelde Gantamirov dimitió, si bien este mes Moscú lo nombró de nuevo alcalde de Grozny, reducida a escombros durante los combates librados a comienzos de este año. Las autoridades también decidieron trasladar la administración de Kadyrov, en Gudermes, a Grozny, el 1 de noviembre.
Gantamirov declaró la semana pasada a la televisión rusa que intenta usar sus propios métodos para combatir a los terroristas en Grozny, sobre todo mejorando las condiciones de vida de los habitantes de la capital.
El nuevo alcalde prometió abastecer a la gente de gas y electricidad, un gesto oportuno ante la inminencia de un nuevo invierno sin calefacción en Grozny. Muchos políticos rusos apoyaron su política.
La normalización chechena podría impulsarse si se refuerza la economía regional, dijo Pavel Krasheninnikov, titular de la Comisión Pública de Protección de los Derechos Humanos en el Cáucaso septentrional.
Yamil Beno no está de acuerdo. "No se puede sobornar a los chechenos con un hipotético resurgimiento económico. Moscú debe ofrecer realidades democráticas, algo difícil de conseguir en las circunstancias actuales", comentó. (FIN/IPS/tra-en/sb/sm/ego/aq/ip/00