El socialismo no salvó a las mujeres de Cuba, ya que la violencia contra ellas se esconde en los hogares, en la oficina, en la oscuridad de la noche habanera o en zonas rurales donde parece que el tiempo no ha pasado.
La situación de la mujer en este país respecto de la violencia afronta similares dificultades que en otras partes de América Latina, pese a la promoción de la igualdad entre los géneros hecha en los últimos 40 años y a la insistencia de las autoridades en minimizar el problema, según distintos estudios.
Sin embargo, la vergüenza impone el silencio de las víctimas, las estadísticas públicas no existen y los medios de comunicación, controlados por el Estado, tratan este fenómeno de forma todavía muy aislada.
La costumbre en este país de ir de un extremo al otro hace que en ámbitos oficiales sea fácil escuchar que la violencia contra la mujer "no existe", mientras entre la disidencia se afirma que las cubanas «son las más maltratadas del mundo".
"La gran debilidad es perdernos en la comparación", opinó Ernesto Pérez, psiquiatra forense del Instituto Cubano de Medicina Legal, en una mesa redonda en la sede de la no gubernamental Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
El Estado de la Población Mundial 2000, presentado por el Fondo de Naciones Unidas para la Población el día 20, indica que al menos una de cada tres mujeres en el mundo ha sido golpeada, obligada a mantener relaciones sexuales o maltratada de alguna manera.
"¿Cuánta violencia tenemos en Cuba?, es un problema que no me preocupa mucho. Tenemos exactamente la violencia que somos capaces de generar e incapaces de prevenir. Ni más ni menos", dijo Pérez.
El experto entiende que "en la medida en que existan determinadas formas de ver a la mujer, inevitablemente se tienen que producir determinadas formas de violencia contra ella".
Para otros especialistas, la prevalencia del acoso sexual y de la violencia física y sicológica contra las mujeres tiene su campo de cultivo en el dominio de una ideología machista que parte de la interiorización de "la superioridad masculina".
"Superioridad" que se defiende desde posiciones de poder en el espacio privado y público, aunque ellas sean 66,6 por ciento de la fuerza técnica y profesional, más de 58 por ciento de los graduados universitarios y 32,3 por ciento de las personas ocupadas en cargos de dirección.
Fuentes del Ministerio de Salud Pública señalaron que en 1998 las muertes por homicidio sumaron 622 hombres y 345 mujeres.
Distintos estudios consideran que la violencia intrafamiliar, física, psicológica o sexual está presente en la isla, pero permanece "invisible", pues un número considerable de víctimas no la confiesan ni la denuncian.
Las investigaciones coinciden en que la violencia conyugal se da entre personas de cualquier religión, nivel cultural, situación económica, color de la piel, diferencias de edad y tiempo de relación de la pareja.
Una encuesta realizada entre 41 parejas en la provincia de Holguín, 800 kilómetros al este de La Habana, reveló que en 38 de ellas se ejerció violencia (92,6%), predominantemente en forma psicológica, seguida del maltrato físico y de abusos sexuales.
Otro estudio del Instituto de Medicina Legal de Ciudad de La Habana indicó que sólo en esta capital se presentaron a los tribunales 150 casos de abusos sexuales en 1990 y 1991.
De ese total, 105 fueron violaciones y el resto tentativas de violación o de abusos sexuales. La mayoría de las víctimas fueron mujeres entre 16 y 25 años, que en 60,6 por ciento de los casos no conocían a sus agresores.
El número de mujeres violadas pasó de 650 en 1996 a 963 en 1998, según datos oficiales entregados a la relatora especial de violencia contra la mujer de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Radhika Coomaraswamy.
El informe de Coomaraswamy sobre una visita realizada a Cuba el año pasado, por invitación del gobierno de Fidel Castro, agrega que las lesiones denunciadas por mujeres ascienden a 5.791 en 1998 y 1.944 en el primer semestre de 1999.
El texto agrega otros 22 casos denunciados de abuso sexual, 40 de ultraje y 577 de injurias lascivas durante ese año.
Coomaraswamy sostiene que 3,6 por ciento de las víctimas femeninas de violencia en 1998 eran menores, además de que la mayoría de los autores eran conocidos de las víctimas, tales como amantes, esposos y ex esposos".
Sin embargo, los datos sobre este problema no se divulgan en Cuba, como tampoco ocurrió con los resultados de la misión de la relatora de la ONU.
Cualquiera gestión en este país para conseguir el documento de Coomaraswamy resulta infructuosa, incluso si se intenta bajar desde el sitio que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU tiene en Internet.
El gobierno de Castro rechazó el informe, a pesar de que Coomaraswamy afirma que "todos sus interlocutores citaron la revolución cubana de 1959 como un hito en lo que respecta a la mujer", y pide el fin del embargo de Estados Unidos contra la isla.
Pero, al mismo tiempo, la relatora especial consideró "desconcertante" la percepción en medios oficiales de que "todo está bien" y de que "los principios ideológicos del socialismo impedían el recurso de la violencia".
El informe, entre otros aspectos, reconoce como grupo vulnerable a las opositoras políticas, recomienda desmantelar un grupo de centros de rehabilitación para prostitutas abiertos por el gobierno y pide una ley especial que incremente la protección jurídica de la mujer ante los actos de violencia.
Para la Federación de Mujeres Cubanas, única organización femenina del país, la prueba del poco alcance de la violencia contra la mujer está en que, de 25.239 personas que acudieron a sus 185 oficinas de atención a la población, sólo 133 lo hicieron por casos de violencia.
El capítulo cubano de la página en Internet de la Campaña 16 Días Contra la Violencia hacia las Mujeres, realizada en 1999, asegura que "los hombres cubanos nunca se han caracterizado por maltratar físicamente a sus parejas".
El texto, que no se atribuye a ninguna organización o fuente, añade que las manifestaciones de violencia son menores en cantidad y gravedad que en muchos otros países, por la elevación de la autoestima de la mujer cubana y por el rechazo tradicional a estas prácticas a nivel poblacional. (FIN/IPS/da/dm/hd/00