Más de 30.000 personas mueren cada año en Estados Unidos por causa de las partículas contaminantes emitidas por centrales de energía a carbón, reveló un nuevo estudio de investigadores del ambiente y la salud.
El informe indica que el hollín producido por viejas centrales termoeléctricas de Estados Unidos provocan cada año decenas de miles de ataques de asma, problemas cardíacos y disfunciones respiratorias.
Este es el primer intento de examinar el impacto directo de estas instalaciones en la salud humana, señala el informe «Muerte, enfermedad y energía contaminante», elaborado por las organizaciones Limpiemos el Aire, Campaña Nacional contra la Energía Contaminante, y el Grupo de Trabajo por un Aire Limpio.
«Más personas mueren por año debido a la contaminación de estas centrales que por accidentes de tránsito u homicidios, que son considerados como verdaderos problemas de la sociedad», destacó Conrad Schneider, director del Grupo de Trabajo por un Aire Limpio, con sede en Boston.
El estudio de 25 páginas fue coordinado por Abt Associates, una firma asesora de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. Abt Associates se basó en datos publicados por las propias centrales y calculó el número de muertes probables por la emisión de partículas de cobre.
Además de las más de 30.000 muertes anuales, el hollín provoca unos 603.000 ataques de asma en todo el país, indica el estudio.
«Esperemos que esta información ayude a poner el problema en el tapete para que se reduzca la contaminación de estas centrales de energía», expresó John Spengler, profesor de Salud Pública de la Universidad de Harvard y autor del prefacio del estudio.
Las partículas son una mezcla de distintos componentes contaminantes y surgen de las centrales de energía, camiones diesel, ómnibus y autos. Las partículas pequeñas son las más peligrosas, puesto que pueden ser inhaladas con mayor facilidad y evaden las defensas naturales del organismo.
El estudio sostiene que las centrales de energía son las principales emisoras en Estados Unidos de sulfato de cobre, el componente fundamental de las partículas contaminantes.
La mayor cantidad de víctimas de esta contaminación se ubica en una región a la que los expertos llamaron «el país del cobre», comprendida por los estados de Kentucky, Virgina y Alabama, donde abundan las plantas de energía.
Los niños, los ancianos y las personas con problemas respiratorios son los que enfrentan mayores riesgos ante las partículas, de acuerdo con varios estudios científicos citados en el informe.
Los investigadores sostuvieron que las partículas contaminantes procedentes de centrales de energía y automóviles son sumamente peligrosas y recordaron la «niebla asesina» de hollín que, impulsada por los vientos, cubrió en 1952 casi por completo a la ciudad de Londres.
Una ley sobre la contaminación del aire, promulgada hace 30 años, no resultó suficiente para controlar la emisión de hollín de las centrales de energía, ya que carece de retroactividad.
La ley exonera a las instalaciones construidas antes de su promulgación de someterse a los niveles permitidos de emisión. En consecuencia, estas centrales están habilitadas a emitir casi 10 veces más óxido nitroso y dióxido sulfúrico que las modernas.
La Agencia de Protección Ambiental intentó en 1997 establecer un nuevo límite a las emisiones, pero las industrias de la electricidad y las compañías de camiones diesel se opusieron y demandaron a la agencia.
Varios miembros del Congreso pidieron una reducción de 75 por ciento de las emisiones de las centrales de energía.
Más de la mitad de los ataques de asma provocados por las emisiones de carbón podrían haberse evitado si las antiguas centrales hubieran sido incluidas en la ley, sostuvo Angela Ledford, de Limpiemos el Aire.
«El dramático índice de muertes y enfermedades provocado por las centrales de energía revela la necesidad de una inmediata acción federal», agregó. (FIN/IPS/tra-en/dk/rp-mlm/en-he/00