/BOLETIN-AMBIENTE/ BRASIL: Crece apoyo a construcción de tercera central nuclear

Brasil se encamina a construir su tercera central nuclear, impulsada por expertos y empresarios que destacaron las ventajas de esa fuente de energía en un congreso que se realizó esta semana en esta ciudad.

Directivos y técnicos de las empresas estatales del sector y de la Comisión Nacional de Energía Nuclear, organismo normativo, y líderes empresariales presentaron al presidente Fernando Henrique Cardoso un manifiesto en defensa de la construcción de Angra III.

Brasil gastó 1.300 millones de dólares en la compra de 80 por ciento de los equipos necesarios y 70 por ciento del proyecto de ingeniería ya está listo, argumentan en el documento.

También recuerdan la importancia de los 1.300 megavatios por hora que serían generados por la central en el sudeste brasileño, región de mayor consumo y donde escasean otras fuentes energéticas.

Con esta construcción se compone un mercado de tres centrales, necesario para la viabilidad económica de todo el complejo implantado en el país para producir combustible nuclear, añadió Everton de Carvalho, presidente de la Asociación Brasileña de Energía Nuclear, que reúne a expertos y entidades del sector.

Brasil ya posee dos unidades en operación en una playa de Angra dos Reis, municipio costero a 130 kilómetros de Río de Janeiro, donde se proyecta instalar también esta tercera planta.

La primera, Angra I, fue adquirida completa a la estadounidense Westinghouse y se puso en marcha en 1984. Debido a sus frecuentes problemas y consecuentes paralizaciones se ganó el apodo de «luciérnaga», lo cual hizo crecer las críticas al uso de energía atómica en este país.

La segunda, que fue puesta en actividad en julio, con un retraso de 17 años, sufrió también su primera interrupción hace sólo 12 días a causa de un defecto en un transformador, según informó Firmino Sampaio, presidente de la empresa Eletrobrás, coordinadora del sector eléctrico estatal.

Angra II es la primera central construida en el marco de un acuerdo de cooperación con Alemania, firmado hace 25 años y que establecía la instalación de ocho plantas y la financiación y transferencia tecnológica para un amplio programa nuclear.

El convenio también comprendía plantas para producción de equipos y de combustible, a partir del procesamiento de uranio brasileño.

La crisis de la deuda externa de comienzos de los 80 y el debilitamiento de la dictadura militar brasileña, proceso que concluyó en 1985, trabaron el programa y determinó la cancelación de varios proyectos y el gran retraso en las obras de Angra II.

Esa situación elevó el costo de la construcción en forma brutal hasta alcanzar los 6.600 millones de dólares, según datos de Eletronuclear, empresa estatal que administra las centrales.

Ante ello, Brasil redujo sus ambiciones en esta área, pero logró dominar la tecnología de enriquecimiento de uranio y avanzar en el proyecto de producción del combustible.

Sin embargo, el programa de construir ocho centrales fue abandonado y sólo quedó en cuestión la conclusión o no de Angra III.

Las autoridades del sector energético son favorables a concluir el proyecto, con el argumento de que el crecimiento económico del país exige un gran aumento de la oferta de electricidad y el costo adicional sería bajo, ya que casi todos los equipos ya fueron adquiridos.

El gobierno estima que serán necesarios para ello cerca de 1.000 millones de reales (540 millones de dólares). Esa inversión debería ser financiada por Alemania, en razón del acuerdo aún vigente, que prevé la instalación de la central por la empresa alemana Siemens.

Pero existe el riesgo de que el gobierno alemán cancele el acuerdo, ante presiones del Partido Verde. En ese caso, Brasil exigirá una indemnización, señaló el presidente Cardoso en su visita a Alemania la semana pasada, en una declaración que indica su inclinación a favor de Angra III.

Si Alemania decide abandonar el proyecto, Eletrobrás podrá encargarse de los costos que faltan para poner Angra III en operación, dijo Sampaio.

La perspectiva de déficit eléctrico en este país es real, por lo cual se está sujeto a posible racionamiento a partir del próximo verano, reconoció Luis Pinguelli, experto en energía de la Universidad Federal de Río de Janeiro y crítico del programa nuclear brasileño.

No obstante, Pinguelli observó que Angra III no solucionará el problema, ya que es insuficiente y exigirá varios años de construcción.

El país afrontará tres años de dificultades energéticas hasta que entren en operación parte de las 49 centrales termoeléctricas programadas para el uso del gas natural, que es importado de Bolivia.

Otro aspecto a tener en cuenta es la falta de soluciones para la basura nuclear, lo cual genera duras críticas de los ambientalistas. Su resolución aún depende de legislación en fase final de aprobación en el Congreso Nacional.

Este y otros temas, como el uso de energía nuclear en medicina y en agricultura, en particular en la conservación de alimentos, estuvieron en discusión en el VIII Congreso General de Energía Nuclear, que reunió unos 800 expertos y empresarios desde el lunes y hasta el viernes en Río de Janeiro. (FIN/IPS/mo/dm/en ip/00

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