El presidente de Argentina, Fernando de la Rúa, aseguró hoy que el sistema de cambio fijo y la paridad uno-uno del peso con el dólar están garantizados, a pesar de las críticas de un destacado dirigente de la coalición de gobierno.
"Se mantienen la convertibilidad y la paridad cambiaria, lo reafirmo", dijo De la Rúa ante unos 70 representantes de la prensa extranjera convocados a la Casa Rosada, la sede de la Presidencia.
El jefe de Estado, que estaba acompañado de algunos ministros, salió al cruce de las declaraciones del ex mandatario Raúl Alfonsin (1983-1989), presidente de la Unión Cívica Radical, el principal partido de la gobernante Alianza.
Alfonsín afirmó que los dos episodios más graves del siglo XX para Argentina fueron la crisis de 1930, que habilitó un golpe de Estado, y el llamado plan de convertibilidad, puesto en marcha en 1991 por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo.
La convertibilidad o caja de conversión "es una trampa mortal, porque entrar es fácil, pero después no se sabe cómo salir", advirtió Alfonsín, aludiendo a la paridad que fijó en un dólar el valor de cada peso argentino.
Mediante la ley de convertibilidad, que en poco tiempo estabilizó los precios, el Estado se obligó además a no emitir moneda sin el respaldo equivalente en dólares.
De la Rúa dijo que lo de Alfonsín, su compañero de partido, es "una opinión", que éste ya había vertido en otras oportunidades. Pero puntualizó que quien decide «es el presidente».
El abandono del sistema cambiario en vigor causaría probablemente la depreciación del peso, un hecho que mejoraría la competitividad internacional de la producción argentina.
Pero también aumentarían la presión de la deuda externa y el peso de los créditos contratados en dólares y, según los economistas, Argentina perdería la confianza de los financistas.
Alfonsín adquirió un renovado protagonismo en los últimos días a raíz de una crisis política agudizada el jueves 5 con los cambios que realizó el presidente en el gabinete y con la renuncia al día siguiente del vicepresidente Carlos Alvarez, principal aliado de De la Rúa y líder del Frente País Solidario, la segunda fuerza de la Alianza.
El jefe del gabinete, Chrstyan Colombo, y el ministro de Economía, José Luis Machinea, negaron de inmediato que el gobierno discuta la posibilidad de abandonar un esquema cambiario que actúa como ancla de precios y garantía de la cotización de la moneda nacional.
El presidente reforzó esta garantía y, a pesar de que la economía está estancada hace prácticamente dos años, manifestó su optimismo respecto del futuro, haciendo hincapié en el aumento de las exportaciones, de los depósitos bancarios y del crédito para la vivienda, y en el renovado financiamiento externo.
De la Rúa asumió la Presidencia en diciembre con la promesa de reactivar la economía, reducir el alto desempleo y dar batalla contra la corrupción, las asignaturas pendientes de la gestión de Carlos Menem, que gobernó entre 1989 y 1999.
Los primeros meses de la nueva administración fueron críticos desde el punto de vista económico. El gobierno de De la Rúa dispuso drásticas medidas de ajuste fiscal, incrementó los impuestos y rebajó salarios, con el propósito de lograr la confianza de los inversores.
Pero los capitales no llegaron en la magnitud esperada, el crecimiento económico podría ser este año inferior a uno por ciento, el desempleo aumentó de 14,4 a 15,4 por ciento de la población económicamente activa, y la crisis política estallada aumenta el malestar social.
La crisis política tuvo epicentro en el Senado que presidía el renunciante Alvarez. Allí se ventilaron durante dos meses versiones de soborno para la aprobación de una controvertida reforma laboral y Alvarez se colocó a la cabeza de esas denuncias, pidiendo la dimisión de legisladores y funcionarios.
Pero el aliado político de De la Rúa estuvo solo en su cruzada y, luego de que el presidente confirmara en su gabinete a dos de los funcionarios sospechasos del pago de sobornos, presentó su renuncia, con fuerte impacto en la Alianza.
De la Rúa reconoció este viernes a la prensa extranjera que la reorganización de su gabinete había tenido como objetivo principal fortalecer al ministerio de Economía. Pero su propósito fue frustrado por la salida de Alvarez del gobierno.
La popularidad de Alvarez, que ya era importante, creció con su dimisión. Si bien el ex vicepresidente y el presidente aseguran que la Alianza se mantiene unida, aún no está claro cómo hará Alvarez para actuar fuera del gobierno sin pasarse a la oposición.
De la Rúa también tuvo que aceptar luego la renuncia de uno de los funcionaros cuestionados, y el otro, el secretario de Inteligencia del Estado Fernando de Santibañes, se marchará en breve, según se ha anticipado.
La imagen positiva de Alvarez creció de 30,3 en mayo a 57,3 en octubre, según una encuesta de la firma Equis difundida el jueves. Mientras, la imagen del presidente cayó en el mismo período de 49,2 a 29,3 por ciento, con una subida a 33 por ciento tras la salida de su vicepresidente.
De la Rúa aseguró este viernes que la situación política «está mejor después de un primer momento de incertidumbre, porque la Alianza subsiste, yo soy el presidente, y ya tengo un sucesor para cuando salga de viaje".
El mandatario aludía a la designación del radical Mario Losada como nuevo presidente provisional del Senado. (FIN/IPS/mv/ff/ip if/00