AFRICA SUBSAHARIANA: Gobiernos proponen plan propio de desarrollo

Es inminente el lanzamiento de un plan de reconstrucción, desarrollo y crecimiento para Africa subsahariana, elaborado por gobernantes de la región como alternativa a la ayuda tradicional del mundo industrializado.

La estrategia propuesta es similar a la del Plan Marshall estadounidense, lanzado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 para reconstruir Europa, y será presentada al grupo de los ocho países más poderosos (G-8), integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.

En la actualidad, los últimos detalles del plan son ajustados por el presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, el de Nigeria, Olusegun Obasanjo, y el de Sudáfrica, Thabo Mbeki.

La Organización de la Unidad Africana (OUA) encomendó la elaboración de la iniciativa a los tres presidentes, quienes tratan en la actualidad de que todos los países de la región aprueben el proyecto.

En la actualidad, Mbeki preside el Movimiento de No Alineados, formado en 1961 por países que declararon su voluntad de no tomar partido en la llamada Guerra Fría, y Obasanjo preside el Grupo de los 77, integrado desde 1967 por naciones en desarrollo. Bouteflika ocupó hace poco la presidencia rotativa de la OUA.

La propuesta busca que por primera vez la propia región identifique sus necesidades y plantee vías para lograr su desarrollo.

Frank Chikane, portavoz de Mbeki, dijo que se intenta establecer una alternativa viable a la ayuda tradicional, cuyos fondos para el desarrollo terminan destinados a pagar deuda externa, lo cual ha contribuido a transformar al continente en un exportador de capitales.

«El plan africano tendrá en su corazón las inversiones productivas», explicó.

Mbeki deseaba lanzar la iniciativa en la llamada Cumbre del Milenio, convocada en septiembre por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, pero no fue posible realizar antes de ese encuentro todas las consultas a naciones de la región que se consideraban indispensables.

Hace 15 días, China se convirtió en el primer país ajeno a la región que apoya en forma inequívoca el plan, mediante la firma de un pacto con gobiernos de 44 naciones de la región para impulsar el comercio y las inversiones.

Beijing se comprometió en esa ocasión a condonar deuda externa de países de la región por valor de 1.200 millones de dólares.

La iniciativa africana incluirá propuestas para promover la inversión extranjera directa en la región, acelerar los esfuerzos para reducir su deuda externa, reformar en forma radical los mecanismos tradicionales de ayuda e incrementar la transferencia de tecnológica por parte de los países industrializados.

La actual asistencia internacional oficial al desarrollo de la región, por valor de unos 10.000 millones de dólares anuales, perpetuará la dependencia porque no es suficiente para activar el crecimiento económico, arguyó Mbeki.

Los proponentes esperan que el plan de crecimiento revierta la llamada «fatiga de los donantes», o sea la tendencia a disminuir o no aumentar la asistencia a la región, ante la evidencia de que no produce los resultados esperados.

Bouteflika, Mbeki y Obasanjo señalan que una fuerte dosis inicial de ayuda de la comunidad internacional, acompañada por políticas nacionales apropiadas en la región, puede permitir un crecimiento regional del producto interno bruto (PIB), los ahorros nacionales y la captación de inversión privada externa.

Si el PIB regional aumenta seis por ciento anual durante por lo menos una década, la necesidad de asistencia oficvial al desarrollo de la región disminuirá en forma constante tras la dosis inicial, aseguran.

Para sostener la tasa de crecimiento anual de seis por ciento, sería necesario lograr inversión privada equivalente a 28 por ciento del PIB, sostienen a partir de cálculos basados en la experiencia de América Latina.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) apoyó esa tesis en un informe titulado «Flujo de capital y crecimiento en Africa».

En ese informe se aseguró que un alto nivel inicial de inversión productiva puede dar comienzo a un proceso de «círculo virtuoso», con incremento de los ahorros nacionales y de la inversión privada, acompañado de aceleración del crecimiento regional.

El crecimiento sostenido atraería, a su vez, más inversión privada externa, y «la fatiga de los donantes sería sustituida por el entusiasmo de los inversores, de modo que el capital privado reemplazaría en forma gradual a la asistencia oficial al desarrollo», es explicó.

Según la UNCTAD, duplicar el monto de la asistencia oficial, para llevarlo a 20.000 millones de dólares anuales, exigiría un desembolso equivalente a sólo 0,05 por ciento del gasto en consumo en los países industrializados que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Desde comienzos de los años 80, el impacto de la mayor parte de la ayuda a Africa subsahariana fue revertido por el sostenido deterioro de los términos de intercambio comercial que ha perjudicado a la región.

El volumen de las exportaciones regionales mostró un pronunciado incremento en los años 90, pero el valor de esas exprotaciones es aún muy inferior que el que tenían a comienzos de los años 80.

Al mismo tiempo, la rápida liberalización de las economías regionales no fue acompañada por un mayor acceso a los mercados del mundo industrializado.

La iniciativa de los tres presidentes africanos incluye propuestas de reforma de las instituciones financieras internacionales y del sistema mundial de comercio para beneficiar a la región.

Los proponentes piden que se reformen la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la propia ONU, así como adoptar medidas para revertir la fuga de cerebros desde la región al mundo industrializado y estimular en general el retorno de quienes han emigrado.

El objetivo es «atraer a esa gente y terminar con la pérdida de experiencia y talento», según Mbeki.

El presidente de Sudáfrica ha manejado en los últimos tiempos el concepto de un «renacimiento africano» y sostenido que es necesario un «nuevo Plan Marshall» para impulsar ese renacimiento.

Otras figuras destacadas de Africa subsahariana han apoyado la idea de una gran estrategia de desarrollo y crecimiento económico regional.

Entre ellas están el sudafricano Desmond Tutu, arzobispo de la Iglesia Anglicana y ganador en 1984 del Premio Nobel de la Paz, el ex presidente de Sudáfrica Nelson Mandela, ganador del mismo premio en 1993, y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, proveniente de Ghana.

Mbeki expuso de modo informal la iniciativa de los tres presidentes en la cumbre del G-8 realizada en la isla meridional japonesa meridional de Okinawa del 21 al 23 de julio.

También planteó los lineamientos centrales del plan al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y al primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, en visitas a esos países realizadas a comienzos de este año.

Luego transmitió esas ideas a Romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, organismo ejecutivo de la Unión Europea, y al canciller (jefe de gobierno) alemán Gerhard Schroeder. (FIN/IPS/tra-eng/wd/sm/ego/mp/dv ip/00)

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe