SOMALIA: Volver a empezar

Los países fronterizos con Somalia comprobaron con alivio la creación de un gobierno central en esa nación del Cuerno de Africa hundida nueve años en la anarquía, pero aún mantienen la cautela.

La Conferencia Nacional de Paz Somalí, una iniciativa internacional lanzada en julio por el presidente de Djibuti, Ismael Omer Gailie, condujo a la elección el 25 de agosto de Abdulkassim Salat Hassan como el primer presidente de Somalia en nueve años.

La elección de presidente fue un paso clave para reunificar un país desestructurado desde el estallido de la guerra civil en 1991.

El canciller de Kenia, Bonaya Godana, tras señalar que lo peor ha sido probablemente superado, exhortó a la comunidad internacional a presionar al nuevo gobierno a dar participación a todas las fuerzas entre las que el poder estuvo dividido en el periodo de anarquía, para garantizar la paz.

«Confiamos en ver un gobierno en funciones en Somalia", dijo Godana a la prensa en Nairobi. Pero el presidente «debe incorporar a su administración a todas las partes, incluso a los señores de la guerra, cuya plena participación es la única garantía para la paz», advirtió.

Salat Hassan, de 48 años y ex ministro de Siad Barre, un dictador derrocado en 1991, fue investido presidente el domingo en Djibuti, donde se había instalado la Conferencia Nacional de Paz.

El presidente, que obtuvo el apoyo de la comunidad internacional, se comprometió ante dignatarios extranjeros a designar su primer ministro y formar un gobierno de unidad nacional.

Egipto y Sudán anunciaron que colaborarán en la reconstrucción de Somalia. «Egipto confía en que estos pasos sean el comienzo de una nueva etapa y el fin del sufrimiento de los somalíes», según un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores egipcio.

La Conferencia Nacional de Paz aprobó una Constitución provisoria, que anuncia un gobierno de transición de tres años basado en el sistema federal, con un parlamento también interino y con representación de los clanes somalíes.

Así mismo, resolvió establecer provisoriamente la capital en la meridional ciudad de Baidoa e integrar una comisión especial para restaurar la seguridad en Mogadiscio, la antigua capital.

Cada uno de los cuatro mayores clanes de Somalia tendrán 49 escaños en el parlamento provisorio, sobre un total de 225. Las mujeres y los intelecuales ocuparán 25 escaños y el resto se dsitribuirá entre las minorías.

Para Kenia, donde huyeron más de 250.000 somalíes cuando estalló la guerra civil, los últimos acontecimientos son una oportunidad para librarse de la carga de refugiados, cuyo número aumentó sin cesar durante la década.

«A medida que sentimos una vuelta a la normalidad, el gobierno trabajará con sus socios en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para garantizar el regreso seguro de los refugiados somalíes», dijo Godana a los periodistas en Nairobi.

Kenia, que siempre ha sido neutral en los conflictos de Africa oriental, tuvo un importante papel en las negociaciones de paz y en las tareas humanitarias en Somalia.

El estado somalí estalló luego del derrocamiento del gobierno de Siad Barre, en 1991, en feudos controlados por señores de la guerra. El área de mayor actividad económica en el sur del territorio se sumió en el caos y fue controlada por diferentes clanes.

Mogadiscio, la vieja capital, es desde entonces escena de sangrientos tiroteos y de tomas de rehenes, en especial de funcionarios de la asistencia internacional, a manos de milicias rivales que procuran el control de los recursos de la ciudad.

Este panorama llevó a la retirada de la operación de mantenimiento de la paz de la ONU (Unosom).

Las frecuentes batallas entre milicias rivales también interrumpió el trabajo de agencias de asistencia y ocasionaron graves perjuicios a la población civil.

Las gestiones diplomáticas para restaurar la paz en Somalia fueron infructuosas antes de la iniciativa de Djibouti. Godana atribuyó el éxito al hecho de que los somalíes están cansados de la guerra.

«El pueblo somalí anhela la paz, y como consecuencia hubo una merma de combates entre señores de la guerra. Gailie aprovechó esa oportunidad para asegurar» el acuerdo de paz, dijo el canciller keniata.

Observadores regionales consideran que la iniciativa tiene posibilidades de éxito dada las similitudes culturales, sociales, idiomáticas y religiosas entre Djibouti y Somalia, a pesar de que fueron colonizados por países europeos diferentes, Francia y Gran Bretaña.

El nuevo presidente confía en que los señores de la guerra no representarán amenazas serias, aunque controlan grandes áreas de la vieja capital.

«La situación en Mogadiscio cambió en los últimos tres años. Ahora cualquiera puede conducir un automóvil solo o caminar por la calle de noche, gracias a la presencia de soldados y a la acción de la corte islámica. Nuestras fuerzas están por doquier en Mogadiscio», dijo Salat Hassan a un intrelocutor de la ONU.

El señor de la guerra Hussein Aideed, cuya milicia controla 40 por ciento de la antigua capital, dijo esta semana que no interferirá con los planes de instalar una nueva capital en Baidoa.

Salat Hassan fue objeto de la calurosa bienvenida de miles de simpatizantes en Mogadiscio el miércoles, a pesar de que su retorno no estaba previsto para entonces.

Además de la acción de las milicias, el nuevo gobierno somalí deberá lidiar con el secesionismo de Puntlandia y Somalilandia, territorios del norte donde líderes locales proclamaron la independencia y se negaron a participar en el diálogo en Djibouti.

«La converencia no tiene nada que ver con nosotros, porque no tenemos que reconciliarnos con nadie», dijo en agosto el líder de Somalilandia, Mohammed Ibrahim Egal. (FIN/IPS/tra-eng/ja/sm/ff- mj/ip/00

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