El cierre temporal de una base de misiles y de una planta de energía atómica, así como el hundimiento del submarino Kursk que costó la vida a sus 118 tripulantes, ponen en tela de juicio la seguridad de la infraestructura nuclear en Rusia.
El Ministerio de Energía Nuclear, Minatom, argumenta que el sector es seguro, aunque recomienda no recuperar el submarino por el momento y dejarlo en el mar de Barents para evitar la pérdida de radiación que podría ocurrir durante las operaciones de salvamento.
El ministro Yevgeny Adamov dijo el martes que los reactores del submarino Kursk se clausuraron automáticamente y por lo tanto no representan una amenaza al medio ambiente.
El ex oficial naval Alexander Nitikin advirtió que el intento de recuperar los 118 cadáveres podría dañar el casco del Kursk y provocar la filtración de radiación.
La Corte Suprema finalmente retiró este miércoles todos los cargos contra Nitikin, quien en los últimos cinco años fue acusado y procesado por traición tras escribir un informe sobre la seguridad de los submarinos nucleares rusos para la organización ecologista noruega Bellona.
Ese informe aseguraba que los reactores del Kursk eran los más seguros de la flota rusa.
No obstante, el viceprimer ministro Ilya Klevanov anunció el martes que a comienzos de octubre se comenzará a recuperar los cadáveres de los tripulantes y que la nave se reflotará el año entrante.
Lo que reflotó el día 9 fueron las dudas sobre el sector nuclear cuando fallas en el suministro de electricidad obligaron al cierre de varios reactores en la región de los Urales, incluso el de la planta reprocesadora Mayak, que fabrica armas nucleares.
Adamov aseguró que no existe peligro en Mayak ni en la cercana la planta nuclear civil de Beloyarsk.
«El cierre imprevisto tuvo lugar sin problema alguno, menos aun emisiones dañinas, y se puede considerar como prueba de la buena seguridad en las instalaciones nucleares rusas», sostuvo Adamov.
La Planta de Reprocesamiento de Mayak es la mayor de su tipo en el mundo. En el pasado sufrió varios accidentes, como la explosión en 1957 de un depósito de residuos nucleares que causó gran contaminación y obligó a evacuar a más de 10.000 personas.
En otro incidente preocupante, una compañía de electricidad cortó la energía a una estratégica base de misiles con ojivas nucleares en la región de Ivanov, 100 kilómetros al nordeste de Moscú.
La base respondió enviando soldados armados a la compañía para reanudar el suministro eléctrico.
El primer ministro Mijaíl Kasyanov criticó a la compañía de electricidad y dijo que su actitud no era admisible ya que las bases militares, sobre todo aquellas con armas nucleares, deben estar siempre en funciones, según lo estipulan las disposiciones estatales.
Además de estos incidentes, el país tiene otro problema pendiente de seguridad a largo plazo, ya que sus depósitos de residuos nucleares están llegando al límite de su capacidad.
Minatom proyecta un nuevo depósito en zonas remotas del norte del país, aunque aún no hay fechas para comenzar la construcción, ni se concretó el costo o la capacidad del sitio. El gobierno tampoco destinó recursos para la obra.
Lo paradójico es que con todos estos problemas, Rusia está a punto de crear una nueva fuente de residuos nucleares.
Adamov confirmó que el país tiene planes para construir su primer planta nuclear flotante, que estará ubicada en la aislada península Chukotka, al norte del país, y sería usada en parte para guardar combustible nuclear usado.
La planta se construirá en Pevek, nueve zonas horarias al este de Moscú, para suministrar energía a la región de Chukotka en el lejano oriente. Tendrá dos reactores de agua, del tipo de los submarinos, montados en una balsa.
La planta flotante habrá de sustituir a una planta de energía termal, que ha estado en funciones durante más de 40 años y que consume más de 100.000 toneladas de carbón por año.
En la balsa se depositaría combustible nuclear usado, y cada 13 años, en su vida útil prevista de 40 años, será remolcada 4.000 kilómetros hasta el puerto de Murmansk, para ser reparada y recibir más combustible.
Una segunda planta flotante podría ser instalada en la península de Taimyr en los próximos años, según Adamov.
Así mismo, Minatom quiere hacer dinero reprocesando y almacenando los residuos nucleares de otros países, y promete usar parte de las ganancias para limpiar los desechos.
Pero las organizaciones no gubernamentales (ONG) ecologistas se oponen a los planes oficiales porque el país ya tendría bastantes problemas en el sector como para convertirse en el basurero nuclear del mundo, aseguran.
El manejo irresponsable de los residuos radiactivos por parte de Minatom genera más preguntas que respuestas, comentó Natalia Mironova, al frente del Movimiento por la Seguridad Nuclear, una ONG de Chelyabinsk.
La ley prohíbe la importación de residuos radiactivos o de materiales nucleares de otros países para su almacenamiento o entierro a largo plazo.
Sólo aquellos países con plantas de energía nuclear construidas en Rusia pueden enviar residuos radiactivos a este país, como lo estipulan los acuerdos bilaterales.
No obstante, Minatom se ofreció para reprocesar residuos nucleares procedentes de todo el mundo por valor de hasta 12.000 millones de dólares en su planta de Chelyabinsk.
Adamov habría ofrecido aceptar los residuos nucleares de Alemania, Corea del Sur, España, Japón, Suiza y Taiwan, denunció la organización ecologista Greenpeace.
Minatom procura que el parlamento apruebe una enmienda que le permitiría recibir miles de toneladas de combustible nuclear usado. Con ese fin, el Ministerio redactó un proyecto de ley para «el reprocesamiento y el depósito de combustibles nucleares».
Las organizaciones ecologistas, sobre todo de las regiones afectadas por los incidentes nucleares y el mal manejo de los residuos, exhortaron al parlamento que no apruebe la legislación requerida por Minatom.(FIN/IPS/tra-en/sb/sm/aq/ip/00