El aumento de la inmigración clandestina en todo el mundo es un problema que debe ser resuelto por la comunidad internacional, quizá con ayuda de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), propone el gobierno de Italia.
"Nos engañaríamos a nosotros mismos si pensáramos que un fenómeno de semejantes proporciones puede ser controlado a través de acuerdos bilaterales", declaró el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Lamberto Dini.
Los 15 países de la Unión Europea (UE) tienen una gran capacidad para acoger gente y cuentan con grandes comunidades de inmigrantes, "pero solo ahora están desarrollando una posición común respecto de la inmigración", apuntó.
Desde comienzos de los años 80, el número de países que reciben inmigrantes aumentó de 39 a 67, mientras aquellos que generan emigrantes se elevó de 29 a 55.
Italia es uno de los países europeos tomado como punto de llegada por los inmigrantes indocumentados de Africa, Asia y Europa oriental.
Durante la guerra fría (1947-1991), inmigrantes y refugiados buscaban amparo en Europa occidental por razones políticas. Sin embargo, tras el derrumbe de la Unión Soviética, la mayoría de las personas que emigraron lo hicieron por motivos económicos.
Dini dijo a la Asamblea General de la ONU esta semana que la globalización, en un nivel sin precedentes, ha unido a países en extremos opuestos de la tierra causando el incremento de la inmigración indocumentada.
"Por muchos años, Europa no tuvo que preocuparse acerca de las consecuencias a largo plazo de la inmigración, pero hoy, con la declinación del índice de natalidad y el envejecimiento de la población, Europa necesita una estrategia que abarque el complejo problema de integrar gente de diferentes regiones del mundo", añadió.
A su vez, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, manifestó que la comunidad internacional debía poner fin al tráfico de seres humanos al igual que combate la desertización, procura limitar las emisiones de gases con efecto invernadero o lucha contra la pandemia de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
Pino Arlacchi, subsecretario de la ONU y jefe de la oficina de control de drogas y prevención de la delincuencia, subrayó el hecho de que el incremento del tráfico humano es "uno de los aspectos negativos de la globalización".
"El tráfico de seres humanos es una actividad penal que aprovecha la globalización", apuntó.
Describiéndolo como una forma moderna de esclavitud, Arlacchi dijo que mucha gente que apelaba a los servicios de los traficantes se convertían en esclavos virtuales, algunos en su propia patria, otros en tierras lejanas.
Agregó que los historiadores calcularon que el comercio de esclavos desde Africa hacia América y Medio Oriente involucró un total de 19 millones de personas entre los siglos XVI y XVII. "Esa cifra es aún hoy perturbadora, si bien la esclavitud moderna ha ido incluso más lejos", dijo.
El movimiento antiesclavista estimó que alrededor de 200 millones de personas en el mundo viven actualmente bajo diferentes formas de esclavitud.
Al explicar las consecuencias del fenómeno, Dini expresó a la Asamblea General que la inmigración indocumentada, causada sobre todo por pobreza, conflictos étnicos y religiosos, y regímenes represores, alcanzó proporciones sin precedentes.
Sostuvo que el mayor desafío en la era de la globalización es establecer nuevas formas de cooperación entre los gobiernos, que permitan ver a cada uno que sus intereses están reflejados en decisiones políticas internacionales.
En su opinión, "las Naciones Unidas siguen siendo el foro natural para adoptar semejantes decisiones y asegurar su cumplimiento". Dini instó a la ONU a crear conciencia en la comunidad de estados e introducir instrumentos apropiados.
En primer lugar la ONU debería dar asistencia para prevenir y disipar tensiones que, al menos en parte, aumentan los flujos migratorios, así como suavizar la integración de sus economías con aquelllas de los países más avanzados.
"Como todos sabemos, esa es una prioridad que la ONU busca a través de varias comisiones y un papel más importante de su Programa de Desarrollo (PNUD). Debemos mejorar los intrumentos que ya disponemos, respondiendo así a las propuestas visionarias del secretario general, Kofi Annan", manifestó.
Como elemento de disuasión contra la inmigración indocumentada, se necesitan medidas legales más estrictas y consistentes, si bien el éxito dependerá de la eficaz cooperación entre los países de origen, los de tránsito y los de llegada.
La inmigración debe ser administrada para que sea un recurso de estabilidad en beneficio de todos. "Para que eso ocurra, la emigración se debe producir en forma legal", añadió Dini.
"Si todos cumplen con la ley, los inmigrantes serán bien recibidos en los países anfitriones y se integrarán plenamente en sus sociedades", afirmó.
Esos tres lineamientos deben ser establecidos dentro de un marco global, "y la ONU es el foro más natural para ponerlos en marcha…", aseguró. (FIN/IPS/tra-en/td/da/ego/aq/pr/00