La crisis económica de los últimos 10 años cambió radicalmente la vida de la población de Cuba, sobre todo a uno de los sectores más vulnerables y de mayor crecimiento: los mayores de 60 años.
Mientras el éxito sigue tocando a la puerta de un grupo de veteranos músicos que a finales de los años 90 fueron agrupados en el disco Buena Vista Social Club, para no pocos ancianos en la isla la vejez tiene colores menos amables.
Ibrahim Ferrer, uno de los integrantes de aquel proyecto, quien había dejado la música para dedicarse a limpiar zapatos, afirmó que el éxito le devolvió el gusto por la vida. "Antes no me importaba morirme. Ahora no quiero morirme", dijo
A sus 73 años, Ferrer ganó este mes el Grammy Latino, premio de la industria discográfica en Estados Unidos, en la categoría de "artista nuevo". Otro de los participantes en Buena Vista Social Club, Compay Segundo (Francisco Repilado), visitó el Vaticano para cantarle al papa Juan Pablo II.
La idea del guitarrista estadounidense Ry Cooder fue llevada a la pantalla por el cineasta alemán Win Wenders, cuyo documental se presentará el jueves 5 de octubre en la Organización de las Naciones Unidas para las celebraciones del Día Internacional de las Personas Mayores, que es, en realidad, este domingo 1 de octubre.
Pero, el éxito que le cambió la vida a estos músicos suele verse en la isla como un hecho aislado.
"Tremendo chiripazo (suerte). La vida es otra cosa y llegar a viejo es la última carta de la baraja para cualquiera", dijo Alba Aguirre, una jubilada de 72 años, quien recibe una pensión de 100 pesos mensuales.
En Cuba, el dólar se cotiza a 21 pesos. En los últimos diez años, el Estado debió destinar 16.200 millones de pesos a la seguridad y la asistencia sociales, beneficio que reciben 1,5 millones de personas, 261.000 más que 10 años atrás.
La población mayor de 60 años, que actualmente constituye 13,9 por ciento de la población de 11,1 millones de habitantes, totalizará en 2011 unos dos millones de personas, 16,5 por ciento del total, según la Oficina Nacional de Estadísticas.
Juan Carlos Alfonso, director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de esa entidad, asegura que "este comportamiento debe intensificarse y para 2025 se pronostica que uno de cada cuatro cubanos tendrá 60 y más años de edad".
De mantenerse bajos los índices de fecundidad y mortalidad y alta la esperanza de vida al nacer, en 25 años Cuba será un país envejecido, con una edad media de 42,4 años y una población en franco proceso de decrecimiento, aseguró.
Mientras, el Instituto Nacional de Salud de los Trabajadores alertó que los gastos de seguridad social se dispararán de forma preocupante, cuando comiencen a jubilarse las personas nacidas durante la explosión demográfica que sucedió al triunfo de la Revolución cubana, en 1959.
Aunque el gobierno de Fidel Castro garantiza la venta de un grupo de alimentos a precios subsidiados y la tarifa de los servicios básicos es baja, la pensión de unos 100 pesos mensuales promedio es insuficiente para quienes tienen que vivir sólo de ella.
Tal es el caso de Aguirre. Nunca tuvo hijos y su familia exiliada apenas le manda cierta cantidad de dinero en dólares una o dos veces al año. "Le limpio o lavo la ropa a algún vecino, cargo víveres de la bodega y recibo medicamentos de la Iglesia Católica", contó.
"En los años 80 con mis 100 pesos podía hacer muchas cosas. No era rica ni mucho menos, pero vivía con dignidad. Ahora, no me alcanza para nada", afirmó Aguirre, quien reconoció que el dinero es su "mayor problema".
"El médico está garantizado, los vecinos me ayudan cuando saben que no tengo qué comer, pero no es fácil sentir que una no se puede mantener sola, sobre todo cuando todavía se siente útil", dijo.
Aguirre puede comprar algunos alimentos, como huevos, azúcar, arroz y algunos granos, a muy bajos precios, pero a otros como aceite o leche tiene que adquirirlos con dólares.
Los vegetales y alguna carne sólo puede adquirirlos en el mercado agropecuario, donde los precios se mantienen altos, incluso para las personas que ganan un salario superior a los 400 pesos mensuales.
Así y todo, esta vecina del centro histórico de la capital de Cuba no quiere "ni oir hablar" de los restaurantes familiares abiertos por el Estado en 1997 con el fin de garantizar la alimentación diaria a personas de bajos ingresos.
Para ella, esa opción sería "como perder la dignidad".
Los más de 1.500 restaurantes familiares existentes responden a una política gubernamental según la cual "nadie será abandonado a su suerte", dijo a IPS Beatriz Cortijo, directora de Gastronomía del Ministerio de Comercio Interior.
En 1999 ese organismo destinó dos millones de dólares a la compra de insumos para esos comedores, entre cuyos comensales figuran ancianos con pensiones bajas y sin ayuda familiar, discapacitados, embarazadas y madres solteras sin recursos.
"La verdad, a mí el Periodo Especial (nombre oficial de la crisis) me salvó. Antes pa' lo único que servía era pa' llevar a los nietos a la escuela. Ahora volví a la plomería y me gano mis quilitos (centavos)", cuenta José Sánchez, 74 años.
Sánchez es una de las tantas personas de 60 años y más que, tras la ampliación de los oficios autorizados para ejercer por cuenta propia en 1993, decidió que él "todavía sirve" para aportar a la economía familiar.
Datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social aseguran que de los 408.881 personas que tenían licencia para ejercer algún trabajo por cuenta propia, 28.169 eran jubilados que acudían a esta opción como fuente complementaria de ingresos.
Las redes formales de apoyo al adulto mayor incluyen el servicio médico, que se brinda de forma gratuita, la seguridad social y la asistencia que incluye ayuda económica y domiciliaria, comedores, reparación de viviendas, «casas de abuelos» y «hogares de ancianos».
Una investigación del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) de la Academia de Ciencias de Cuba, que incluyó entrevistas a 60 ancianos de cinco municipios de La Habana, demostró a finales de la década del 90 que estos servicios son aún insuficientes.
Los servicios geriátricos son muy limitados, con un geriatra por cada 9.600 ancianos. Aunque 27,8 por cientos de los beneficiados por la asistencia social en 1995 eran ancianos, estos sólo eran 2,2 por ciento de las personas de 60 años y más.
De acuerdo con los datos recopilados por el CIPS, nueve por ciento de la población adulta cubana vive sin compañía, pero en ese año sólo 117 ancianos solos de cada 1.000 tuvieron acceso a servicios de comedor, 31 de cada 1.000 a servicios de lavado de ropa y nueve de cada 1.000 pudieron arreglar sus casas.
Para la mayoría de los entrevistados, "la ayuda que brinda la sociedad pasan inadvertidas, y aunque esenciales, son pobres y no están dirigidas a la socialización de la persona mayor", aseguró la psicóloga Alberta Durán en un resumen del estudio publicado en marzo del pasado año.
Raúl Hernández, especialista del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, estimó que Cuba vive "un 'boom' (auge) del envejecimiento" lo cual, a su juicio, traerá aparejado cambios sustanciales en la política económico social en las próximas décadas. (FIN/IPS/da/mj/dv pr/00