Zoila Vega tiene 62 años y vive con la familia de su hijo mayor en la capital de Chile. La pensión de viudez que recibe, de apenas 70 dólares al mes, le impide disponer de vivienda independiente. Su edad la excluye del mercado laboral y de la posibilidad de aumentar su ingreso.
El caso de esta mujer es prototípico de los hogares multigeneracionales en que conviven infantes con adultos mayores y en que estos últimos deben aportar sus escasos recursos para contribuir a la economía familiar, en un cuadro que se reproduce crecientemente en América Latina.
En la región hay unos 40 millones de habitantes de más de 60 años, la mayoría de los cuales, como Zoila, ignora que este domingo 1 de octubre será el Día Internacional de las Personas Mayores.
El objetivo de esta fecha, cuyos actos oficiales se realizarán el jueves 5 de octubre en la Organización de Naciones Unidas (ONU), es hacer conciencia en el mundo sobre los problemas de este segmento poblacional.
El problema cobra particular validez para América Latina, escenario de una transición demográfica con un envejecimiento cada vez más alto, un escenario ya vivido en los países industrializados y al cual aún no llegan las áreas más empobrecidas de Africa y Asia centromeridional.
Los latinoamericanos mayores de 60 años, que eran solo 12,5 millones en 1960, aumentaron a 22,7 millones en 1980, son unos 41 millones en la actualidad y se duplicarán hacia 2020 para alcanzar a 81 millones.
Según proyecciones del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), dependiente de la ONU, en 2025 uno de cada seis habitantes de la región estará en la categoría de adulto mayor, relación que se registra hoy en Europa.
La caída de la tasa de fecundidad, sumada al aumento de las expectativas de vida, determina este envejecimiento de la población latinoamericana, que es más manifiesto en los países de transición demográfica más avanzada, como Uruguay, Argentina y Chile.
En su Panorama Social 1999-2000, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señaló que 17 por ciento de la población uruguaya tiene más de 60 años, así como 13,3 por ciento de la argentina y 10,2 por ciento de la chilena.
En el otro extremo, Nicaragua tiene solo 4,8 por ciento de sus habitantes en esa categoría.
Detrás de las tres naciones más «viejas», están los países en transición demográfica plena. Son los más poblados y al mismo tiempo aquellos «que enfrentarán los mayores desafíos debido a la rapidez con que está envejeciendo su población», según Cepal.
Se trata de Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela, que en conjunto albergarán en 2020 a cerca de 79 por ciento de los adultos mayores de la región.
El Panorama Social de Cepal, que dedicó un capítulo especial a los desafíos del envejecimiento de la población, subrayó la mayor incidencia de las mujeres entre los adultos mayores, como consecuencia de una mayor sobrevida femenina que se hace más ostensible a partir de los 70 años de edad.
Es el caso de Zoila Vega. Su esposo, Raimundo Contreras, un obrero de la construcción cuatro años mayor que ella, falleció a los 58, cuando aún le faltaban siete años para jubilarse, por lo cual ella obtuvo una pensión por viudez relativamente baja.
La privatización de los sistemas de pensiones, con mecanismos basados en el ahorro individual, torna más injusta la distribución del ingreso en América Latina cuando los trabajadores no calificados pasan a retiro.
Cepal señala que los hogares multigeneracionales son en los estratos pobres una solución surgida de arreglos familiares, que implican una resolución «a nivel privado de los problemas de asistencia, vivienda y cuidado de las personas mayores».
Como promedio, en uno de cada cuatro hogares urbanos de América Latina existe al menos un adulto mayor.
Del total de esos hogares, los constituidos exclusivamente por mayores de 60 años equivalen a más de 50 por ciento en Argentina y Uruguay y a alrededor de 30 por ciento en Chile, Brasil, Bolivia y Costa Rica.
En Venezuela, México, Nicaragua, El Salvador, Honduras, República Dominicana, Colombia, Ecuador y Paraguay, los hogares exclusivos de adultos mayores representan entre 12 y 25 por ciento.
De acuerdo con el estudio de Cepal, en 55 por ciento de los hogares con adultos mayores de Venezuela, éstos aportan menos de 25 por ciento del ingreso familiar, mientras en México la proporción es de 50 por ciento.
En Bolivia y Chile, en cambio, en 45 por ciento de los hogares los miembros de la tercera edad contribuyen con 45 por ciento de los ingresos.
La capacidad de independencia o de contribución a la economía familiar de las personas mayores está vinculada a los ingresos por jubilaciones y pensiones.
En las zonas urbanas de Uruguay, 89 por ciento de los adultos mayores recibe ingresos previsionales o jubilaciones, en Argentina 77, en Chile 70 y en Brasil 68 por ciento. En Honduras la relación es de nueve por ciento, en Venezuela de 13, en República Dominicana de 18 y en El Salvador y Nicaragua de 19 por ciento.
La cobertura previsional contribuye decisivamente a disminuir los índices de pobreza urbana en Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Panamá y Costa Rica, del mismo modo que la ausencia de previsión puede ser un factor coadyuvante de la pobreza en países como Honduras, Nicaragua, Venezuela, México y República Dominicana.
Cepal prevé que no habrá en la región aumentos significativos en la cobertura previsional en los próximos años, en la medida en que los beneficios sigan dependiendo fuertemente de la inserción en el sector formal de la economía durante la vida activa, ya que en ese sector no ha aumentado la oferta de empleo.
Ello podría traducirse en tasas relativamente altas de participación laboral de los adultos mayores, en el contexto del envejecimiento poblacional, pero una consecuencia de este proceso será el rezago salarial en ocupaciones de menor calificación en comparación con los empleos de calificación elevada.
El resultado será un aumento de las desigualdades de ingreso en el mercado laboral, con una estratificación que constituye actualmente uno de los mayores obstáculos para el progreso social en América Latina, según la agencia regional de la ONU. (FIN/IPS/ggr/mj/pr dv/00