La protesta de policías en la capital de México contra la corrupción de sus jefes y contra los bajos salarios, la falta de equipamiento y limitaciones para usar sus armas son ya un ritual, así como las denuncias de su mal desempeño y abuso de autoridad.
Cientos de policías se encerraron este miércoles en sus destacamentos y luego bloquearon algunas calles para protestar por la detención de cuatro de sus compañeros, investigados por matar a un delincuente y herir a otro.
El lunes, otro grupo, que protestaba contra la supuesta corrupción de sus jefes, se enfrentó contra otros policías en una batalla campal que dejó más de 30 heridos.
Las protestas «ya casi rutinarias de los policías no son más que la expresión de un problema de pobreza, inseguridad y corrupción que viene gestándose hace varias décadas en las instituciones de seguridad de la capital», dijo a IPS Alejandro Cárdenas, expertos de una empresa privada de seguridad.
«Existe un total descontrol de los cuerpos policiacos. Ya no hay autoridad ni orden», señaló, por su parte, el diputado de la Aasamblea Legislativa de la capital, Hiram Escudero.
En esta ciudad opera la policía bancaria, la preventiva y la judicial, que dependen del gobierno local. A estas tres se suma la auxiliar, que es coordinada por el gobierno pero recibe pagos de empresas privadas por la utilización de sus servicios.
Una persona que haya completado apenas la escuela primaria puede transformarse en policía raso luego de un curso de seis meses. Se calcula que al menos 40.000 policías están en esta situación.
Los sueldos de los agentes de nivel básico no supera los 300 dólares mensuales.
Entre 50 y 60 por ciento de los 130.000 policías de la capital carecen de aptitudes, según estudios del gobierno de la ciudad más poblada del mundo con más de 20 millones de habitantes.
Desde inicios de año, al menos en dos ocasiones por mes, policías capitalinos realizan protestas públicas para exigir mejores salarios, equipamiento y denunciar que algunos de sus jefes los extorsionan y descuentan dinero por servicios de salud y otros derechos de los que, en realidad, no gozan.
Pero no son ellos los únicos que se quejan. La población denuncia continuamente ser víctima de abusos por parte de policías.
Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma indica que en la capital los policías cometen alrededor de 150 asaltos por día.
En los últimos seis años, además, algunos de ellos estuvieron involucrados en un sonado caso de violación contra un grupos de adolecentes y en otro de ejecución de jóvenes delincuentes.
La mayoría de los policías de la capital de México, donde se comenten hoy alrededor de 25 delitos por hora, carecen de aptitud emocional, no saben usar armas, son agresivos y escogen su trabajo para sobrevivir y tener experiencias fuertes, según un estudio del Instituto Politécnico Naiconal.
Los mejor preparados son los policías judiciales, de mayor rango frente a los auxiliares, bancarios y preventivos, apuntó ese informe. No obstante, la mayoría de ellos son autoritarios, irritables y agresivos.
Casi 80 por ciento de los 3.000 judiciales de la capital sufren estrés, que alivian en parte mediante el cigarrillo, el alcohol o alguna droga ilegal.
La Secretaría (ministerio) de Gobernación (Interior) indicó en 1999, luego de varios estudios realizados a los 27.000 policías judiciales del país, que 4.400 de ellos deberían abandonar sus cargos de inmediato pues desconocen los principios de su profesión, consumen drogas, sufren desequilibrio psicológico o están obesos.
Decenas de policías capitalinos fueron separados de sus cargos en los últimos años. Muchos consiguieron luego empleo en empresas de seguridad privada, mientras otros engrosaron las filas de los desempleados o de delincuentes.
Los ex policías que quieren trabajar a nivel privado son casi analfabetos y es peligroso entregarles armas, sostuvo Cárdenas, experto en seguridad.
Es común que la policía descubra tras la detención de peligrosos asaltantes, narcotraficantes o secuestradores, que algunos de sus antiguos compañeros son los jefes de esas bandas delictivas.
La criminalidad en México, país de 100 millones de habitantes, se disparó a fines de 1994, cuando estalló la última crisis económica. Sin embargo, en los últimos dos años tuvo un ligero descenso, atribuido por las autoridades a su gestión.
México cuenta con un policía o agente investigador por cada 3.150 habitantes y un juzgado penal por cada 115.000 personas. De los 1,5 millones de delitos que se cometen cada año en México, sólo 85.000 derivan en la detención de los responsables, apuntan estudios oficiales. (FIN/IPS/dc/mj/ip/00