La visita a Trípoli de los cancilleres de Alemania y Finlandia para agradecer el papel de Libia en la liberación de rehenes europeos en Filipinas fue el primer paso hacia la rehabilitación del país que fuera condenado internacionalmente por supuesto apoyo a terroristas.
El canciller alemán Joschka Fischer y su par finlandés Erkki Tuomioja se reunieron el martes con el hijo del presidente Moamar Gadafi, Saif al Islam.
Los liberados el día 9 fueron dos finlandeses, un alemán y un francés, los últimos de un grupo de 10 turistas europeos capturados en abril por la guerrilla musulmana Abu Sayyaf en un balneario de Malasia y llevados a la isla filipina de Jolo.
Los guerrilleros aún mantienen cautivos a 19 rehenes, 13 filipinos, tres malasios, dos franceses y un estadounidense.
Un enviado libio a Filipinas, Rajab Azzarouq, quien intermedió entre los rebeldes y los gobiernos filipinos y europeos, dijo que éstos habían solicitado la ayuda libia a través del hijo de Gadafi al comenzar la crisis.
La Fundación Gadafi, liderada por Saif al Islam, llegó a un arreglo con el gobierno filipino y los rebeldes que incluye ayuda financiera para fomentar el desarrollo de la provincia filipina de Mindanao, base de los guerrilleros.
Poco después de la liberación de los rehenes europeos, diplomáticos de la Unión Europea (UE) indicaron que Gadafi podría asistir a una cumbre de los países mediterráneos del bloque a celebrarse en Marsella, Francia, en noviembre.
Esa sería la primera visita que realice Gadafi a Europa desde que fuera aislado por la comunidad internacional en los años 80.
Los beneficios para Gadafi son evidentes. El líder quiere que su país, uno de los principales productores de petróleo, vuelva a la prosperidad que gozaba antes de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le impusiera sanciones económicas en 1992, luego de que se atribuyera al gobierno libio el derribo de un avión de Pan Am en Lockerbie, Escocia, en 1988.
La economía libia habría perdido más de 40.000 millones de dólares desde que comenzaron las sanciones. El país necesita grandes inversiones en sus refinerías petroleras para aumentar la producción.
Alemania tiene especial interés en invertir en Libia. El año pasado fue el tercer mercado para el petróleo libio.
Las relaciones entre Libia y la UE mejoraron desde que las sanciones de la ONU fueran levantadas hace 18 meses.
Ricardo Levi, portavoz de Romano Prodi, el presidente de la Comisión Europea (el brazo ejecutivo de la UE), dijo en Bruselas que «hace unos meses era considerado peligroso hablar con Gadafi por teléfono», pero en abril los dirigentes europeos ya «hacían fila para hablarle».
Prodi había intentado el acercamiento con Gadafi a fines del año pasado y fue duramente criticado por varios gobiernos europeos que no estaban listos para esa acción, aunque las sanciones contra Libia ya se habían levantado. En abril, Gadafi asistió a una cumbre UE-Africa en El Cairo.
El acuerdo con los guerrillero ya mostró ramificaciones.
El mismo día que Fischer estuvo en Trípoli, un tribunal alemán que procesa a dos alemanes, dos palestinos y un libio por el atentado con bomba contra una discoteca en Berlín en 1986, anunció que Libia había accedido a cooperar con el juicio, en lo que se consideró un gesto conciliador por parte de Gadafi.
La discoteca en cuestión, «La Belle», era frecuentada por soldados estadounidenses. Dos de ellos murieron y más de 200 resultaron lesionados por el atentado.
Estados Unidos responsabilizó a Libia del atentado y en venganza bombardeó las ciudades libias de Trípoli y Benghazi.
A pesar del acercamiento, y de que un informe del Congreso de Estados Unidos concluyó el mes pasado que Libia parecía haber reducido drásticamente el apoyo al terrorismo internacional, los gobiernos europeos aún pasan dificultades para explicarle al público el cambio de sus relaciones con Trípoli.
«Efectivamente, hemos aceptado la ayuda libia… porque Alemania, Filipinas, Finlandia y Sudáfrica pensaban que no debíamos descartar ningún rumbo de acción», declaró el canciller francés Hubert Vedrine.
«Esto es lo que tomamos en consideración y desearíamos agradecerle (al gobierno) filipino y a los libios por lo que hicieron para que se produjera esta liberación», agregó.
Diplomáticos franceses aseguran que Alemania fue la primera en comunicarse con Libia y que otros gobiernos cuyos ciudadanos fueron secuestrados siguieron su ejemplo «porque no parecía haber otra alternativa».
Una fuente de la cancillería alemana dijo que el gobierno alemán se dio cuenta de que Filipinas no podría resolver el problema sin ayuda adicional después de varias semanas de negociaciones fallidas, y además se oponía a la acción militar que pusiera en peligro la vida de los rehenes.
Libia se involucró en la crisis pocas semanas después de que comenzara en abril, según un funcionario de la cancillería.
El coordinador del servicio secreto del ex primer ministro Helmut Kohl, Berndt Schmidbauer, propuso desde el inicio de la crisis que el único intermediario efectivo para resolverla sería Libia.
Pero la forma en que Libia ayudó, como conducto de dinero de rescate, no fue la ideal y es algo que a la cancillería alemana no le gusta comentar.
Se cree que la Fundación Gadafi habría pagado un millón de dólares por cada rehén y que Libia habría prometido un total de 25 millones de dólares a los secuestradores, aunque los diplomáticos europeos niegan firmemente que hayan pagado rescate.
Vedrine aseguró que no se pagó rescate alguno y que Francia sólo había aceptado la «ayuda» libia.
Si la Fundación Gadafi «quiere pagar dinero para contribuir, como dicen, al desarrollo de Jolo, entonces es porque tiene una estrategia propia concerniente a la imagen de Libia… que no nos llevará a abandonar nuestros principios» sobre el pago de rescate, dijo en la radio francesa. (FIN/IPS/tra-en/ys/sm/aq/ip/00