Un cielo gris oculta el sol en la ciudad sudoriental australiana de Sydney, pero no la euforia que la domina en el comienzo de los Juegos Olímpicos, donde unos 10.000 atletas de 200 países participarán en competencias de 28 deportes.
Los juegos convocaron a esta ciudad de 3,9 millones de habitantes a más de 5.000 funcionarios dedicados a tareas de organización, unos 15.000 trabajadores de medios de comunicación, unos 132.000 visitantes oficiales acreditados y cientos de miles de simples espectadores.
"Debemos reconocer y respetar el esfuerzo colectivo de todos los pueblos, y defender la dignidad humana y la paz universal", dijo Nelson Mandela, premio Nobel de la Paz y ex presidente de Sudáfrica, cuando llegó a Sydney la antorcha olímpica encendida el 10 de mayo en Olimpia, al noreste de Grecia, cuna de los juegos en 776 AC.
Mandela había participado antes en un seminario de dos días sobre "¿Qué cosa hace a un campeón?", el primero de una serie que jerarquiza el enfoque intelectual de los Juegos Olímpicos.
Durante las últimas semanas, 4.000 artistas han actuado en espectáculos en más de 40 lugares de la ciudad, donde está prohibido fumar en restaurantes, cafés, centros comerciales y mesas de juego de casinos.
Casi 50.000 carteles de señalización, 30 estructuras "Clubbie Max" parecidas a las tradicionales torres de observación de los guardavidas en las playas y varios gigantescas representaciones de los anillos olímpicos se recortan contra el cielo de Sydney.
Una banda de 2.000 músicos australianos y de otros 19 países encabezará la entrada de los deportistas al estadio principal, con 110.000 asientos, durante la ceremonia de inauguración formal que se llevará a cabo este viernes y será transmitida por televisión para unos 3.500 millones de espectadores.
El Comité Olímpico Internacional (COI) realizará exámenes de sangre y orina al azar entre los competidores, para detectar el uso de drogas que mejoran el rendimiento deportivo.
En vísperas de los juegos, varios de los principales atletas que iban a representar a China fueron dados de baja porque tuvieron resultados "sospechosos" en análisis para detectar estimulantes realizados por las autoridades de su país.
El motivo de esta severa actitud es que China aspira a ser sede de los Juegos Olímpicos que se realizarán en 2008.
Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, aseguró que "Sydney puede confiar en que será destacada por el Comité por haber organizado los juegos más grandiosos que se han realizado hasta ahora".
El año pasado, el presidente del Comité Olímpico Australiano, John Coates, admitió que su país había pagado a representantes en el COI de Kenia y Uganda para inducirlos a que votaran por la candidatura de Sydney como sede de los juegos.
Costosos regalos, vacaciones pagas, becas y empleos fueron ofrecidos a otros integrantes del COI y a sus parientes con la misma finalidad, según un informe del ex auditor general australiano, Tom Sheridan, quien encabezó la investigación de lo sucedido y condenó esas prácticas.
En 1993, cuando Sydney fue designada como sede de los juegos, la mayoría de las actuales instalaciones deportivas no existían. El área ocupada por la Villa Olímpica de Homebush Bay albergó antes a un edificio del gobierno, un matadero de reses y un depósito naval.
Ahora la villa está equipada con el sistema de energía solar más avanzado del mundo, y rodeada de una doble valla con detectores de movimiento. Mientras permanezcan atletas en ella, se realizarán inspecciones diarias para buscar bombas.
Las cuidadosas previsiones de los organizadores se vieron afectadas, sin embargo, por un inesperado aumento de la cantidad de competidores, y es probable que en muchas habitaciones de la villa deban dormir grupos de tres atletas.
La oferta gastronómica a los deportistas incluye una variedad de 1.500 platos seleccionados por su valor nutritivo, y en el primer almuerzo colectivo se sirvió un plato típico escandinavo a base de pescado llamado "smorgäsbörd", preparado en gran escala con unos 70 componentes.
Se espera que las jornadas más importantes movilicen a medio millón de personas en torno al estadio principal, a otras 100.000 en las instalaciones secundarias de Darling Harbour, y a unas 70.000 en otros lugares de competencia.
Los traslados ya son una pesadilla para muchos visitantes, y se ha advertido a las mujeres con previsiones de parto para este mes que eviten quedar atrapadas en embotellamientos de tránsito.
Las autoridades tratan de que los sin techo abandonen Sydney durante la realización de los juegos, para presentar al mundo una imagen más atractiva de la ciudad.
Por otra parte, grupos indígenas planean aprovechar la atención mundial sobre Sydney para difundir sus reivindicaciones.
"Mostraremos al mundo las miserables condiciones económicas y sociales en las cuales vive nuestra gente", dijo Geoff Clark, presidente de la Comisión de Aborígenes e Isleños del Estrecho de Torres.
"Embajadas" aborígenes han sido instaladas en tiendas de campaña en tres parques de Sydney, pero los activistas prometieron no interferir con protestas en ningún acontecimiento deportivo. (FIN/IPS/tra-eng/nb/mu/ego/mp/cr/00)