Las economías de China e India crecieron siete por ciento en 1999, pero corren riesgo de sufrir una crisis como la del sudeste asiático, advirtió la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
«Lo que UNCTAD dice a China e India es: 'No dejen que los capitales dañen sus países y mantengan el control sobre las cuentas de capital'», explicó la economista india Sunanda Sen al lanzar el martes en Nueva Delhi el «Informe sobre Comercio y Desarrollo de 2000».
La crisis financiera estallada en el sudeste asiático en 1997 enseñó a países como India la importancia de controlar su creciente déficit fiscal y mantener grandes reservas de divisas mientras abren sus economías al mundo, destacó Sen.
«La esperada entrada de China a la Organización Mundial de Comercio impulsará su crecimiento económico mediante el aumento de las exportaciones y de la inversión extranjera directa, pero también puede provocar considerables costos de ajuste, al menos a corto plazo», previno la UNCTAD.
Sen advirtió que las naciones en desarrollo deben ser cautelosas con el necesario capital extranjero, y «aprender a diferenciar entre los capitales de largo plazo y las inversiones de cartera, especulativas y de corto plazo».
«Típicamente, el aumento del influjo de capitales se asocia con una ampliación de la brecha entre el ingreso y la absorción doméstica, y también con el aumento del déficit externo», observa el informe.
Aunque los antiguos «tigres asiáticos» experimentaron una notable recuperación de la crisis, «eso no significa que estén rugiendo nuevamente», aclaró Sen, profesora de economía de la Universidad Jawaharlal Nehru.
Aunque las inversiones extranjeras directas regresaron a países como Corea del Sur, en su mayor parte se destinaron a fusiones y adquisiciones, que modificaron los modelos de propiedad pero no necesariamente aumentaron la producción.
«La actual recuperación podría ser transitoria, y después de todo se basa en una crisis que podría haberse evitado fácilmente», comentó Sen.
Además, la recuperación no ha sido uniforme en la región. Malasia registró un crecimiento de dos dígitos en los primeros meses de 2000 con escasa ayuda de instituciones financierasm ultilaterales, pero Indonesia enfrenta un futuro más incierto, señala el informe.
Malasia adoptó varias medidas para controlar la fuga de capitales, y eso es una lección para India, China y otros países asiáticos, observó Sen.
Indonesia, Malasia, Corea del Sur y Tailandia experimentaron en los primeros años la década de 1990 un gran aumento del influjo de capital, seguido por una rápida salida en 1997.
Las causas profundas de la crisis asiática todavía persisten, pero además "surgieron nuevas fallas", advirtió la UNCTAD.
Aunque Asia oriental está en camino a la recuperación, los ingresos a fines de 1999 estaban todavía por debajo de los de 1996 en Indonesia y Tailandia. También en Malasia y Corea del Sur el nivel de ingresos es aún inferior al registrado antes del «boom» del influjo de capitales.
Es improbable que el índice de inversión en esos cuatro países vuelva a su nivel máximo incluso luego de completada la recuperación y de la utilización plena de la capacidad de producción, prevé la UNCTAD.
Además, la recuperación no ayudó a reducir el desempleo en esas naciones.
En Corea del Sur, donde el ingreso nacional a fines de 1999 era superior al ingreso previo a la crisis, el índice de desempleo era cuatro por ciento superior al anterior al colapso financiero.
En Malasia, el desempleo está dos por ciento por encima del índice registrado antes de la crisis.
Esta es una de las razones por las que la recuperación económica en Asia oriental no fue acompañada por una reducción de la pobreza, observa el informe.
«Estudios empíricos revelan una significativa asimetría entre el impacto del crecimiento y la pobreza en los países en desarrollo», subrayó la UNCTAD, y exhortó a corregir «las debilidades estructurales e institucionales expuestas por la crisis».
El organismo de las Naciones Unidas aconsejó a las naciones asiáticas aprovechar las ventajas de la globalización y cuidarse de los riesgos asociados con el proceso.
«Para tal fin, las reformas deben apuntar a la reducción de la intervención del Estado, la modernización de las estructuras empresariales y financieras, la desregulación de los productos y el mercado de trabajo y una mayor apertura que atraiga empresas e inversiones y promueva el comercio», exhortó.
«La transparencia y la revelación de las variables macroeconómicas, así como de datos empresariales y financieros, son ingredientes esenciales de las reformas y protegen a los países de los riesgos asociados con la integración a la economía mundial», concluyó la UNCTAD. (FIN/IPS/tra-en/rdr/mu/mlm/dv-if/00