La aprobación esta semana en Estados Unidos de una ley que establece relaciones comerciales normales permanentes con China impulsará las reformas económicas en este país, pero no los necesarios cambios políticos, señalaron críticos.
Beijing consideró la nueva ley una victoria para los vacilantes vínculos entre el país más poblado y el más poderoso del mundo.
Las relaciones comerciales permanentes ayudarán a crear «un ambiente estable y duradero de cooperación económica y comercial chino-estadounidense», declaró Sun Yuxi, portavoz de la cancillería china.
«No solo sirven a los intereses fundamentales de los pueblos de China y Estados Unidos, sino también al desarrollo saludable de nuestras relaciones bilaterales», agregó.
En términos puramente comerciales, la ley aprobada el martes en el Senado estadounidense por 83 votos contra 15 ratifica un proceso irreversible de reformas aceleradas dentro de China e incrementa el intercambio comercial entre ambos países.
La votación del martes eliminó el último obstáculo legislativo para la aplicación del pacto comercial bilateral firmado en noviembre, que abre más el mercado chino a las exportaciones estadounidenses y prepara el camino para el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Una vez que el pacto sea promulgado por el presidente Bill Clinton y se transforme en ley, Washington pondrá fin a su práctica de revisar anualmente el estatuto de nación más favorecida de China y establecerá con este país relaciones comerciales normales de manera permanente.
Los opositores del acuerdo comercial señalaron que el fin de la revisión anual de las relaciones comerciales bilaterales priva a Washington de una herramienta para presionar a Beijing a respetar los derechos humanos, sindicales y ambientales.
«El momento de la aprobación de la ley es muy desafortunado, justo cuando la situación de los derechos humanos tiende a empeorar» en China, observó Mike Jendrzejczyk, director de la organización Human Rights Watch para Asia.
«Mientras abre su economía, Beijing cierra todas las vías de disentimiento político, incluso Internet», agregó.
Anticipándose a estas críticas, la nueva ley comercial estadounidense prevé la formación de una comisión legislativa permanente para controlar el tratamiento de los derechos humanos en China y presentar un informe anual al presidente.
Beijing consideró esa disposición una «interferencia en los asuntos internos de China».
Incluso los partidarios de las relaciones normales con China creen que la transformación del sistema de gobierno de este país llevará mucho tiempo.
Por su parte, Beijing se comprometió por el pacto del pasado noviembre a abrir los mercados en varios sectores estratégicos y sensibles, desde los seguros hasta la banca, y desde las telecomunicaciones hasta la industria automotriz.
Aunque los negocios y las relaciones comerciales bilaterales han crecido rápidamente en las últimas dos décadas, los empresarios estadounidenses continúan frustrados por las restricciones del acceso al mercado chino.
El déficit comercial de Estados Unidos frente a China alcanzó el año pasado un récord de 69.000 millones de dólares.
Esta semana, «el Congreso estadounidense permitió que agricultores, obreros y empresarios estadounidenses se beneficien de los cambios que hará China para adecuar sus prácticas comerciales y su sistema jurídico a las normas internacionales», destacó Tim Stratford, presidente de la Cámara Estadounidense de Comercio en China.
Pero con o sin las relaciones comerciales normales permanentes, que generarán una feroz competencia y acelerarán la transición hacia la economía de mercado, ya están en curso profundos cambios económicos y sociales.
«La nueva ley en realidad servirá para ayudar a los líderes chinos a impulsar las reformas económicas que han encontrado resistencia», dijo un economista de Beijing.
El décimo plan económico quinquenal de China (2001-2005), que será aprobado a fin de mes por el Comité Central del Partido Comunista, comprometerá al gobierno a acelerar todavía más las reformas.
El plan, cuya redacción comenzó hace un año, fortalecerá el papel de las compañías privadas y extranjeras, y convertirá a la mayoría de las empresas públicas en conglomerados mediante un ambicioso programa de fusiones y adquisiciones.
El levantamiento de las restricciones de mercado es considerado inevitable, dado que la corrupción y el contrabando absorben gran parte de los ingresos del fisco y debilitan la autoridad del Partido Comunista.
El primer ministro Zhu Rongji admitió que cada año se pierden unos 50.000 millones de dólares en ingresos fiscales debido al contrabando.
La administración de Clinton destacó que la nueva ley comercial promoverá reformas en materia de democracia y de derechos humanos en China.
Tras la votación, funcionarios de Washington declararon que el resultado será tan significativo como las primeras aperturas hacia China a comienzos de la década de 1970, bajo la administración de Richard Nixon.
China debe ingresar primero a la OMC para que tenga efecto el nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos. Si todo sale como está previsto, Beijing podría integrarse a la organización comercial antes de fin de año, junto con Taiwan, a la que considera una provincia renegada. (FIN/IPS/tra-en/ab/ral/mlm/if-ip/00