Es probable que el alza de los precios del petróleo frene en el este y el sudeste de Asia los esfuerzos de recuperación económica de países que aún sufren los efectos de la crisis financiera de 1997, sumándose a problemas locales.
El aumento de los precios petroleros que ha llevado a 35 dólares el barril (159 litros) puso bajo presión a muchos gobiernos, forzados a implementar planes que alivien el impacto sobre los consumidores de una crisis energética en ciernes.
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) podría anunciar pronto un nuevo aumento de la producción para estabilizar los precios, que alcanzaron sus niveles más altos en 10 años, pero hay pocas posibilidades que desciendan en forma brusca.
Japón, China y Corea del Sur, que se encuentran entre los mayores consumidores asiáticos podrían ver frenada o revertida su tendencia al crecimiento económico por la escalada de precios petroleros, al igual que varios países en desarrollo de la región.
El panorama económico general de la región era bastante prometedor antes de esa escalada. Un informe de la Comision Económica y Social para Asia-Pacífico (ESCAP) difundido en abril indicó perspectivas de "razonable optimismo" acerca de una consolidación del crecimiento regional.
La ESCAP afirmó que las economías de la región podrían crecer un promedio de seis por ciento este año, medio punto porcentual más que en 1999. Sin embargo, tambien señaló que el alza del precio del petróleo afectaría esa perspectiva, ya que la mayoría de los países del área son importadores netos de ese producto.
Los expertos indicaron que la vulnerabilidad de toda la región oriental de Asia se debe a su alto consumo de energía.
La economía japonesa creció tres por ciento en el año fiscal 1999, que terminó en marzo, y las proyecciones de 0,9 por ciento de crecimiento para este año fiscal no se cumplirán si se mantiene el aumento de precios petroleros.
Un analista de la corporación Nisho Iwai, en Tokio, dijo que la economía se verá afectada, pero no tanto como en la crisis petrolera de los años 70, que sorprendió a Japón en plena etapa de crecimiento.
La actual crisis puede tener un impacto mayor en China, que está en una etapa de gran crecimiento, acotó.
El petróleo abastece menos de 20 por ciento de las necesidades de energía de China, cuyo principal recurso energético es el carbón, pero ese país es, por su gran dimensión, el segundo consumidor de petróleo de Asia, después de Japón.
China es el sexto productor mundial de petróleo y el tercer refinador del mismo, con 4,3 millones de barriles diarios, pero su producción doméstica no es suficiente para satisfacer la demanda.
En 1993, cuando la economía comenzó a crecer con rapidez, las reservas locales fueron insuficientes y China se convirtió en un neto importador de petróleo.
Desde noviembre hasta agosto, la Comision de Planificación Estatal del Desarrollo china aumentó seis veces los precios locales de productos refinados.
Los economistas opinan que los consumidores no podrían hacer frente a nuevos aumentos, y que la única manera de manejar la crisis será aumentar las reservas en poder del Estado.
"El problema es que el gobierno debería emplear mucho dinero para importar y almacenar petróleo, y nadie sabe de donde saldrá ese dinero", dijo Zhang Xuzhi, jefe del Grupo Estratégico de Desarrollo de la Corporación Petroquímica de China.
"La situación actual de China es crítica porque llega el invierno. Las empresas pueden tener reservas para entre cinco y siete días, pero luego tendrán que comprar y habrá que ver cuánto tiempo aguantan estos precios", acotó.
Zhang apuntó que la demanda china de petróleo aumenta a razón de más de seis por ciento anual.
El Consejo Económico Nacional y de Desarrollo Social (NESDB) de Tailandia opinó, en cambio, que la escalada de precios del petróleo es un riesgo reducido para la economía en expansión de ese país.
El NESDB prevé para este año un crecimiento de cinco por ciento, pero el Instituto de Investigación del Desarrollo. No obstante, un grupo de estudio independiente, opinó que esa proyección quizá deba ser ajustada al 4,1 por ciento.
Según economistas del sector privado, el alza de precios del petróleo afectará el consumo y la producción industrial en un momento en el cual el baht se deprecia en forma importante.
Los funcionarios opinan que esa depreciación beneficiará las exportaciones, pero la caída de las últimas semanas causó cierta alarma. Un dólar cuesta 41,2 bahts en la actualidad, a cominzos de agosto costaba 40,2, y su precio era 37,80 a comienzos de este año.
La brusca devaluación del baht en 1997 provocó una crisis de confianza que se propagó a otros países y causó una recesión de la cual aún se está recuperando la región.
La Federación de Industrias de Tailandia advirtió que el alza de los precios del petróleo amenaza con devastar la industria manufacturera porque incrementa sus costos, y pidió soluciones al gobierno.
Filipinas e Indonesia tambien afrontan graves dificultades, que se agregaron a sus problemas políticos.
Compañías petroleras de Filipinas subieron esta semana los precios de sus productos refinados en un promedio de un centavo de dólar por litro.
Fue el decimocuarto incremento desde marzo del año pasado, a causa del alza de precios del petróleo y el colapso de la moneda local, que provocó el aumento de precio de todos los productos básicos.
Es previsible que el gobierno, que enfrenta en la actualidad protestas en reclamo de aumentos salariales, autorice pronto un incremento del precio del transporte, al cual se oponen comerciantes y empresarios.
El presidente filipino, Joseph Estrada, es además acusado de corrupción y no goza de la confianza de la comunidad de negocios, la cual considera que despilfarró ganancias obtenidas por anteriores gobiernos.
En Indonesia, el alto precio del petróleo es uno más de los crecientes problemas que afronta el presidente Abdurrahman Wahid, quien lleva un año en el poder y aún no ha mostrado voluntad política de terminar con la violencia en el país.
Wahid está bajo especial presión para que ponga fin a la actividad de milicias apoyadas por el ejército que siembran el terror en Timor Oriental desde que se aprobó allí la independencia de Indonesia, en un plebiscito supervisado por la Organización de las Naciones Unidas el año pasado.
La semana pasada, una turba encabezada por esas milicias mató a tres rabajadores humanitarios desarmados del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en la localidad fronteriza de Atambua, del lado indonesio de la isla de Timor. (FIN/IPS/tra- eng/sk/ab/ral/mu/ego/mp/if ip dv/00