El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, criticó con dureza en Washington a las organizaciones no gubernamentales (ONG) que se oponen a la globalización económica y a los programas del banco.
Wolfensohn lanzó un contraataque en el terreno ideológico, ante los preparativos de las ONG para realizar manifestaciones de protesta durante la reunión del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI) que se llevará a cabo del 19 al 28 de septiembre en Praga.
Unos 18.000 funcionarios de ambas instituciones y de los gobiernos que las integran se darán cita en la capital de República Checa, una de las ciudades más hermosa de Europa, y se prevé que un número similar de activistas tratará de aguar la fiesta.
El presidente del Banco Mundial dijo que no espera respaldo de las ONG para todas sus acciones, pero sí cierto reconocimiento al trabajo que la institución financiera realiza para reducir la pobreza en el mundo.
"Todos los presidentes de países africanos apoyaron el proyecto de gasoducto y oleoducto entre Chad y Camerún", que será construido por un consorcio de compañías petroleras, entre ellas Chevron y Exxon-Mobil, con asistencia del Banco Mundial, y al cual se opusieron con obstinación las ONG, destacó Wolfensohn.
"Los 1.000 africanos que trabajan en el banco apoyan en forma unánime esa iniciativa, que yo respaldo con vigor", apuntó.
El proyecto, cuyo costo será 3.500 millone de dólares, fue uno de los más discutidos entre los aprobados por el banco este año.
"Esta no es una cuestión que deba ser decidida por la gente de (la universidad estadounidense de) Berkeley", enfatizó el presidente del banco, en referencia a los integrantes de ONG del Norte industrializado.
"La decisión corresponde a los habitantes de Chad, y es importante que mantengamos un equilibrio adecuado entre ellos y la mafia de Berkeley. A mí me interesa más la gente de Chad", abundó.
Varias ONG se han opuesto a ese proyecto durante más de 10 años, porque alegan que su evaluación de impacto ambiental fue deficiente, que no hubo consultas previas adecuadas con quienes serán afectados, y que no prevé un reparto justo de las ganancias con las comunidades locales.
Wolfensohn aseguró que la iniciativa atraerá inversiones por valor de miles de millones de dólares a Chad, uno de los países más pobres del mundo.
En abril de este año, unos 6.000 activistas se manifestaron en las calles de Washington contra el banco y el FMI, durante la reunión anual de primavera (boreal) de ambas instituciones.
En el Congreso de Estados Unidos se han planteado iniciativas para reducir la influencia en los países en desarrollo de las dos organizaciones, y otros críticos de las mismas afirman que en muchas ocasiones no han actuado en forma eficaz para reducir la pobreza en el mundo.
Hace poco, el Congreso estadounidense aprobó una iniciativa que se aplicará en 2002 para intentar, mediante presiones, que el banco y el FMI dejen de exigir a los países pobres el cobro de servicios públicos básicos de salud y educación primaria, en el marco de programas de austeridad exigidos a cambio de préstamos.
"No queremos que otra generación crezca mientras escucha al Banco Mundial y el FMI prometer que el sacrificio de su educación y su salud brindará beneficios en el largo plazo", enfatizó Njoki Njoki Njoroge Njehu, director de la campaña mundial contra ambas instituciones "50 años es suficiente", impulsada por ONG.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia informó que la eliminación en Malawi de módicas exigencias de cuotas y uniformes en las escuelas determinó en 1994 un brusco aumento, de casi 50 por ciento, en el número de niños y niñas asistentes a las escuelas, que pasó de 1,9 a 2,9 millones.
Los beneficios de ese aumento alcanzaron en especial a las niñas, y desde entonces Malawi ha estado cerca de niveles de plena asistencia de la infancia a las escuelas.
Una coalición de ONG que incluye a la Alianza para la Justicia Mundial, la Red de Acción para los Bosques Húmedos, la Red para Nicaragua y la Red de Solidaridad con México lanzó un "Llamado a la acción" para apoyar la protesta masiva que se planea realizar en Praga el 26 de septiembre.
La coalición está convencida de que el Banco Mundial y el FMI hacen más mal que bien en los países en desarrollo, e instó a la ciudadanía del mundo a protestar contra las privatizaciones, organizar foros por la cancelación de la deuda externa y presionar a los inversores para que no compren bonos del banco.
Es frecuente que el banco y el Fondo pidan a gobiernos de países pobres que desmonopolicen o privaticen los servicios públicos de educación, salud y suministro de agua y energía, entre otros, como condición para otorgarles préstamos.
"El año pasado, en Bolivia, el Banco Mundial instó a privatizar el suministro de agua potable como contrapartida de un préstamo. El resultado de que se aceptara esa propuesta fue que los costos del servicio se triplicaron y el agua se volvió inaccesible para muchas familias", indicó la coalición de ONG.
Sindicatos, organizaciones estudiantiles y comunitarias y grupos de indígenas han presionado para que esa privatización se revierta.
El presidente de República Checa, Vaclav Havel, organizó un encuentro entre 300 representantes de ONG y funcionarios del banco y del FMI, que se llevará a cabo en Praga antes de que comience la reunión de las organizaciones financieras.
Es paradójico que quienes protestarán contra la globalización estén entre quienes reciben sus beneficios, comentó Mamphela Ramphele, un veterano de la lucha contra el régimen racista del apartheid en Sudáfrica que se incorporó hace poco al personal del Banco Mundial, como director administrativo.
"El actual movimiento de ONG, que puede ocuparse de asuntos en Rusia, China, Chad, Sudáfrica o cualquier otro país, es una consecuencia beneficiosa de la globalización, la cual también puede aprovecharse para reducir la pobreza. Se trata de una ironía muy interesante", apuntó.
El Banco Mundial aseguró, por otra parte, que 64 de sus funcionarios realizan trabajo de campo junto con ONG, y que casi la mitad de sus proyectos se realizan en la actualidad con participación de esa organizaciones.
El principal desafío para quienes trabajan en un bando o en el otro es, más allá de las escaramuzas, revertir el aumento de la pobreza en el mundo.
Se prevé que dentro de 25 años habrá 2.000 millones de habitantes más en el planeta, y que 97 por ciento de quienes se añadirán a la población mundial en ese período nacerán en países en desarrollo.
"Me gustaría que pudiéramos sentarnos a discutir esta cuestión (con representantes de las ONG). Insultarnos mutuamente no va a ayudar a que las cosas cambien en Africa o en Asia", dijo Wolfensohn. (FIN/IPS/tra-eng/gm/da/mp/dv if/00