La policía de Praga usó hoy cañones de agua contra unos 50 manifestantes que arrojaban piedras e intentaban superar las barreras de seguridad en torno del centro de conferencias donde el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) celebran su reunión anual.
Un delegado japonés de la reunión resultó lesionado al salir del centro, informó Martina Bartova, la portavoz policial.
La violencia desatada este martes es atribuida a un pequeño grupo de anarquistas entre los miles de manifestantes que protestan contra la política de las instituciones multilaterales.
Marek Vesely, un voluntario con la organización no gubernamental checa OPH y testigo de lo ocurrido, señaló que unas 800 personas se manifestaban pacíficamente y que hasta entonces las protestas contra la globalización se caracterizaron por la mesura de los manifestantes y los policías.
«No queda claro si los radicales arrojaron las piedras primero o si reaccionaron a la agresión policial» dijo a IPS, mientras jóvenes, algunos con máscaras de gas, la mayoría con bufandas o gorros, esquivaban los chorros de agua de la policía para arrojar piedras quitadas del empedrado público.
La policía utilizó pocos gases lacrimógenos y muchos pequeños dispositivos explosivos cuyo principal objetivo es asustar y dispersar a los manifestantes con el gran ruido que causan.
«Podemos decir que la policía reaccionó dentro de la ley ante lo que es una manifestación no autorizada. La única infracción que hemos visto… fue que retiraron a los periodistas, empujándolos, sin explicarles las razones», señaló Vesely.
La policía erigió más barreras, al igual que los manifestantes. Muchos de éstos lucían símbolos anarquistas en sus camisetas o en banderas improvisadas.
Pero no todo fue violencia en Praga.
Martin Kramer, un activista polaco miembro de una comuna agrícola, no recurrió a las piedras sino a una trompeta como forma de protestar. Tocó el himno de la Internacional Socialista, el símbolo del movimiento de los derechos civiles de Estados Unidos «We Shall Overcome» y una versión del himno estadounidense deliberadamente desentonada.
Otro ejemplo de protesta pacífica lo encarnó Rafael, un suizo que se identificó como un disidente de tiempo completo.
«Mi país es tan culpable como el FMI y el Banco Mundial de la destrucción de los países en desarrollo», dijo el joven totalmente desnudo, con la excepción de dos billetes de dólar que salían de sus orejas y la leyenda «No al neofeudalismo» escrita en las piernas y el pecho.
Muchos de los manifestantes fueron entrenados en desobediencia civil por la organización Iniciativa Contra la Globalización Económica (INPEG), en una fábrica abandonada en las afueras de Praga.
La coalición de organizaciones no gubernamentales Jubileo 2000, que pretende el perdón de la deuda externa de los países más pobres para este año, denunció que 19.000 niños y niñas mueren cada día porque sus países deben pagar la deuda en lugar de dedicar el dinero a la salud y otros servicios sociales.
«La retórica actual de amistad con los pobres de parte del FMI y el Banco Mundial suena vacía, porque por un lado hablan de reducir la pobreza mientras reciben millones de dólares por el reembolso de la deuda», declaró Ann Petifor, directora de Jubileo 2000.
«En Zambia, los médicos de los hospitales no reciben su salario hace tres meses, pero los (organismos y países) acreedores siguen recibiendo un millón de dólares por mes», aseguró.
«¡El FMI mata, mata al FMI!», gritaban los manifestantes, que pretendían cancelar las sesiones conjuntas.
La policía estaba preparada para enfrentar a 20.000 manifestantes, pero se estima que la cantidad real es la mitad de esa cifra, debido en parte a la intensa seguridad en la ciudad y las fronteras del país.
Hay más de 10.000 policías vigilando en Praga, mientras las autoridades pusieron en alerta a 5.000 soldados.
Paco, un joven español del grupo ¡Ya basta!, y que se llama a sí mismo Comandante Pipión, por un personaje de historietas español, dijo que a unos 20 integrantes de su organización se les negó el ingreso en la frontera checa.
Aunque muchas tiendas próximas al centro de conferencias cerraron hasta que concluyan las sesiones conjuntas este jueves y algunos habitantes abandonaron la ciudad, muchos oficinistas saludaban en las calles a los manifestantes y aceptaban con una sonrisa los folletos contra la globalización que éstos les entregaban.
Encuestas realizadas este mes por la empresa checa IVVM revelaron que 91 por ciento de los encuestados en este país creen que la brecha entre ricos y pobres sigue ampliándose, dentro y entre los países, y que dudan de los beneficios de la globalización.
Casi 73 por ciento cree que el crecimiento económico provoca contaminación ambiental y 67 por ciento opina que las empresas trasnacionales limitan el poder de decisión de los gobiernos.
Los organizadores del foro de discusión pública «Un mensaje diferente», que se celebra en forma paralela a las reuniones oficiales, declararon su apoyo a los miles de manifestantes pacíficos «que enviaron un claro mensaje al FMI y al Banco Mundial de que llegó la hora del cambio».
No obstante, las organizaciones CEE Bankwatch, Amigos de la Tierra y Jubileo 2000 denunciaron los «violentos enfrentamientos… entre la policía checa y grupos radicales» y condenaron «que algunos grupos hayan abusado de las protestas» para recurrir a la violencia.
«Estas acciones socavan las gestiones para defender un cambio positivo» en el FMI y el Banco Mundial, agregaron. (FIN/IPS/tra-en/bk/da/aq/dv/00