Las diferencias irreconciliables entre las grandes potencias nucleares frustraron por tercer año consecutivo el trabajo de la Conferencia de Desarme de ONU, que tampoco esta año logró consenso para establecer su programa de actividades.
Los desacuerdos giran en torno del proyecto de Estados Unidos de construir el sistema nacional de defensa antimisiles (NMD, por sus siglas en inglés). China, Rusia y otros países rechazan esa iniciativa.
De nada sirvió que el presidente estadounidense, Bill Clinton, anunciara el día 1 que dejaría para su sucesor, que será elegido en noviembre y asumirá en enero de 2001, la decisión definitiva de instalar el polémico NMD.
De los candidatos con posibilidades de ocupar la Presidencia estadounidense, el republicano George W. Bush apoya abiertamente la iniciativa mientras el demócrata Al Gore comparte en principio la idea pero condiciona su aplicación al funcionamiento apropiado de esas tecnologías bélicas.
El anuncio de Clinton fue recibido con indiferencia en la Conferencia de Desarme de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), que sesiona en Ginebra. Sólo el representante de Washington, Robert T. Grey, le dio importancia. «Ya no hay más excusas para no ponerse a trabajar» en la conferencia, dijo.
Un diplomático latinoamericano reconoció la importancia del anuncio de Clinton, pero observó que Bush puede ganar las elecciones, una posibilidad que daría a Rusia y China excusas para bloquear los trabajos de la Conferencia.
El NMD, alegan sus críticos, podría alterar la estabilidad estratégica y conducir a una nueva carrera armamentista en el espacio y también en la superficie de la Tierra.
Para contrarrestar el sistema, Rusia y China impulsan la negociación en la conferencia de un tratado de prevención de la carrera armamentista en el espacio ultraterrestre conocido por las siglas en inglés PAROS.
Estados Unidos acepta discutirlo pero se niega rotundamente a entablar negociaciones formales al respecto.
Esta diferencia ha sido la causa principal del estancamiento del trabajo del foro multilateral, porque también traba cualquier avance en los otros asuntos pendientes.
La Conferencia ya ha logrado consenso en torno del mecanismo que se aplicará en la negociación de un tratado de prohibición de producción y exportación de material fisionable destinado a la elaboración de ojivas nucleares, que se conoce por la sigla en inglés FMCT.
Rusia y China obstaculizan la aprobación formal de ese mecanismo porque pretenden que se negocie simultáneamente con el PAROS.
La disputa conspira también contra la cuestión del desarme nuclear, un tema que interesa en particular a los países en desarrollo.
Las cinco potencias nucleares reconocidas (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia) pretenden que el desarme nuclear sea negociado en forma bilateral sin participación de otros países, ni siquiera de India, Israel y Pakistán, también poseedores de armas atómicas.
Bajo la presión de los países en desarrollo y de organizaciones pacifistas de todo el mundo, las cinco potencias aceptaron al fin discutir, aunque sin negociar, el desarme nuclear. Pero el asunto también quedó cautivo de la disputa sobre las armas en el espacio ultraterrestre.
La Conferencia concluye este mes sus sesiones anuales sin llegar a la aprobación de mecanismos para examinar los tres puntos principales y otros también pendientes, como las garantías negativas de seguridad, las minas antipersonales y la transparencia en armamentos.
La única salida honrosa, comentaron diplomáticos, sería que el informe que el organismo debe presentar anualmente a la Asamblea General de la ONU contenga recomendaciones que permitan vislumbrar un desenlace positivo en el nuevo periodo que comenzará en enero.
El debilitamiento de la Conferencia perjudica principalmente a los países no nucleares, en particular a los que tomaron la decisión de renunciar a esas armas, observó el representante de Brasil, embajador Celso Amorim.
En cambio, las potencias nucleares no necesitan de ese ámbito negociador y recurren a negociaciones bilaterales para tratar de equilibrar sus arsenales.
Con el fracaso de la Conferencia, dijo Amorim, los países pequeños pierden el foro donde podrían debatir la reducción y el control de otros tipos de armamentos que más le interesan, como las armas pequeñas y livianas, de peso dominante en los conflictos regionales de los últimos años. (FIN/IPS/pc/mj/ip/00