La violencia doméstica contra la mujer se está convirtiendo en un problema crónico en Japón, revelan datos de una encuesta elaborada por organizaciones defensoras de los derechos humanos.
Los resultados de esta investigación serán debatidos este mes por las organizaciones activistas que buscan una nueva legislación para convertir al abuso contra la mujer, un problema antes confinado al seno familiar, en un acto «criminal e inperdonable» contra toda la sociedad.
«No hay tiempo que perder», exhortó Yoko Hattori, la portavoz del Grupo de Mujeres de Yokohama, una organización no gubernamental que coordinó el trabajo.
Hattori señaló que la encuesta, hecha a más de 3.000 mujeres, estaba destinada a recolectar visiones sobre el problema y no meros datos. «Más que buscar y obtener cifras, lo que hicimos fue consultar a un gran sector de la población femenina para conocer cómo ve el problema», dijo.
Los resultados son preocupantes. Más de la mitad de las encuestadas dijeron haber sido víctimas de alguna forma de abuso verbal o psíquico por parte de su pareja y muchas revelaron su preocupación por la falta de protección y asesoramiento legal.
Una de las encuestadas contó que, en una oportunidad que fue golpeada por su marido llamó a la policía para pedir ayuda, y mientras aún sangraba, le dijeron que se fuera a un hotel para evitar problemas. «Me dijeron que se trataba tan sólo de un problema entre marido y mujer», dijo.
Otra confesó ser amenazada en forma constante por su esposo, quien desobedece la orden judicial que le impide acercársele.
La dificultad para romper la concepción de que la violencia doméstica es una cuestión social y no tan sólo personal es una de las raíces del problema, sostiene Keido Tsuwa, de la Asociación de Mujeres Japonesas.
«Esta sociedad japonesa machista se niega a aceptar a las mujeres como individuos y sigue con la vieja costumbre de verlas sólo como madres o esposas», afirmó.
Las organizaciones feministas exigen leyes que dispongan penas de prisión y severas multas a los hombres responsables de delitos de violencia doméstica.
Así mismo, exigen al parlamento, dominado por hombres, que instruya a la policía y a los organismos públicos que informen de los delitos con mayor eficiencia, garanticen una mejor protección para las víctimas y arresten a los responsables sin necesidad de órdenes judiciales.
Una encuesta similar coordinada en febrero por la oficina del primer ministro reveló que más de 14 por ciento de las 1.000 mujeres consultadas fueron víctimas de abusos físicos que requerían tratamiento médico, mientras casi cinco por ciento confesaron haber sido amenazadas de muerte.
La policía informó el mes pasado que hubo 443 casos de violencia doméstica en el primer semestre del año, el doble de los registrados en el mismo período de 1999. Sin embargo, los activistas consideran que esto es sólo la punta del iceberg, ya que la mayoría de los incidentes no son denunciados.
Señalan además que la dependencia económica de las mujeres respecto de sus maridos las hace más vulnerables a ser víctimas de abusos.
Las mujeres quedan desamparadas cuando dejan su familia y, pese a que pueden llegar incluso a administrar el dinero del hogar durante el matrimonio, al divorciarse las leyes no les conceden derecho a compartir la pensión de sus ex maridos, explicó Tsuwa.
Las más viejas optan por sufrir en silencio, ya que el empleo está vedado para ellas debido a su edad, y alejarse de su marido implicaría quedarse en la calle. Estas son las vícitimas que más sufren, según el estudio.
Mujeres de alrededor de 50 años de edad admitieron ser golpeadas en forma regular y acosadas con insultos, como «estúpida» y «fea». Otras dijeron haber sido ignoradas por completo por sus maridos, a veces durante años.
Sin embargo, los activistas perciben más valor en las mujeres para denunciar los abusos, lo que hace posible hoy más que nunca la discusión pública del problema. «La situación cambió y hoy ya no muchos creen que el problema deba solucionarse sólo en el ámbito familiar», dijo Hattori.
«Vemos que las mujeres de entre 30 y 40 años se están volviendo más valientes debido a que están tomando conciencia de sus derechos», afirmó Tsuwa.
Una encuesta sobre igualdad de género hecha por el gobierno mostró que sólo 25 por ciento de los adultos están a favor de la diferencia de roles en la pareja.
El trabajo reveló también el incremento en el número de personas para quienes el matrimonio no debe obligar a las mujeres a renunciar a sus carreras universitarias, pasando de 23,4 por ciento en noviembre de 1992 a 33,1 por ciento este año.
«Los japoneses, sin lugar a duda, están cambiando», afirmó una autoridad de gobierno encargada de promover la igualdad de género. (FIN/IPS/tra-en/sk/ral/rp/aq/hd/00