María, una campesina de Liberia, al norte de Costa Rica, se levanta cada día a la una de la mañana, amasa tortillas para venderlas a sus vecinos, lava y plancha ropa el resto del día y se va a la cama a las nueve de la noche, con un pago que a duras penas le alcanza para sobrevivir.
Ella es una de las 47.000 mujeres jefas de hogar en este país, que por escasas oportunidades de estudio y trabajo son víctimas de un proceso que se ha acelerado en los últimos 10 años y que los expertos llaman feminización de la pobreza.
El empobrecimiento de las mujeres se ha profundizado en la última década, al punto de que en la actualidad el ingreso promedio es 40 por ciento menor que el de los hombres, pesar de que trabajan más tiempo, explicaron especialistas consultados por IPS.
«Trabajamos más horas que los hombres, pero a cambio no recibimos más dinero», dijo a IPS Grace Prada, directora de la maestría de Estudios de la Mujer de la estatal Universidad Nacional.
Prada explicó que, desde el punto de vista de género, se considera que hay dos tipos de tareas humanas: las productivas y las reproductoras.
En las productivas, que implican la producción de bienes y servicios, participan tanto hombres como mujeres, mientras en las reproductoras, que son las que tienen que ver con las labores del hogar, las mujeres siguen teniendo un dominio amplio.
En Costa Rica, 50,5 por ciento de los 3,4 millones de habitantes son mujeres y se estima que casi la mitad de ellas tiene problemas de empleo, tanto en las ciudades como en las zonas rurales.
Un equipo de investigadores encabezado por Prada, que ha recopilado información sobre la situación de las mujeres costarricenses, ha encontrado que las brechas de género siguen incrementándose.
La cantidad de mujeres jefas de hogar se incrementó 57 por ciento entre 1986 y 1996, mientras que las familias con un hombre como principal fuente de ingresos apenas crecieron ocho por ciento en ese lapso, reveló un estudio del Instituto Mixto de Ayuda Social.
Prada explicó que la diferencia entre la pobreza de las mujeres y la de los hombres radica en que ellas son generalmente más vulnerables, pues en Costa Rica como en el resto de América Latina tradicionalmente han tenido que depender de alguien para subsistir.
«Pensemos por un instante en las mujeres de nuestras familias, que en su mayoría dedicaron su vida a las tareas reproductoras. ¿Cuántas de ellas tienen recursos, capital acumulado o pensiones?», se pregunta la académica.
Una investigación del estatal Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) señaló que, en promedio, los hombres de este país reciben como pago 40 por ciento más que las mujeres, algo que en buena parte se debe a que las mujeres ocupan cargos de menor rango.
Idespo agregó que las mujeres no están suficientemente calificadas para competir en el mercado laboral y prueba de ello es que sólo 33 por ciento trabaja en el sector de servicios, 16 por ciento de las cuales son comerciantes y vendedoras y 16 por ciento profesionales, técnicas y empleadas de oficina.
«Las mujeres siempre hemos recibido los cargos menos remunerados, pero sólo ahora se comienza a visualizar la situación gracias a este tipo de estudios», explicó a IPS la vicepresidenta de Costa Rica, Elizabeth Odio.
La sociedad tiene que tomar conciencia de que una mujer pobre contribuye al retraso de los pueblos y por eso, a pesar de las limitaciones económicas, es necesario abrir más oportunidades de educación y salud para ellas, agregó.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Población (FNUAP) sostiene que las mujeres del mundo enfrentan en la actualidad el fenómeno de la violencia doméstica, además de la discriminación laboral y económica.
«Estimamos que una de cada tres mujeres en el mundo sufrirá en su vida al menos un acto de violencia doméstica», indicó Patricia Salgado, oficial nacional en Costa Rica del FNUAP.
Expresó que por eso es muy importante que tanto hombres como mujeres establezcan una alianza, que nazca desde el hogar, las comunidades y los países.
Salgado hizo un llamado para establecer políticas que ataquen la feminización de la pobreza, pues la desigualdad entre hombres y mujeres es uno de los principales frenos al desarrollo humano. (FIN/IPS/nms/dm/dv hd/00