El creciente descontento rural y el resurgimiento de pequeños grupos religiosos en el vasto interior de China causan preocupación al gobernante Partido Comunista, temeroso de una vinculación entre ambos fenómenos sociales.
Pero en lugar de atender los reclamos de los pequeños agricultores, el gobierno reprime las actividades religiosas no autorizadas.
En agosto se produjeron violentos disturbios por parte de unos 20.000 campesinos endeudados que protestaron contra aumento de impuestos en la central provincia de Jiangxi.
Mientras la violencia se propagaba por varios municipios, Beijing anunció el procesamiento de 85 miembros de una secta cristiana en una provincia vecina, como parte de una campaña destinada a impedir la vinculación de grupos religiosos con campesinos descontentos o desesperados.
Los miembros de la iglesia Feng Cheng, de la provincia de Henan, fueron acusados de "utilizar un culto maligno para obstruir la justicia", según una organización defensora de los derechos humanos con sede en Hong Kong.
El pasado octubre, el gobierno aprobó una ley "anticultos" como parte de su campaña contra el movimiento espiritual Falun Gong, que afirmaba tener más de dos millones de seguidores.
Hasta ahora, miles de chinos fueron encarcelados o enviados a campos de trabajos forzados como resultado de esa campaña de represión.
Las autoridades explicaron al anunciar la ley que ésta estaría dirigida contra Falun Gong y no contra las llamadas "iglesias caseras", integradas por millones de católicos y protestantes que practican su religión fuera de las iglesias aprobadas por el Estado.
Sin embargo, las cosas cambiaron, y ahora todas las iglesias no oficiales están amenazadas.
"Primero dijeron que no les importaba que la gente se reuniera para rezar en las casas, pero ahora una sesión de plegarias de apenas tres personas es una amenaza para ellos. Unicamente se está seguro rezando a solas", declaró un académico y practicante religioso de Beijing que solicitó reserva.
Desde el año pasado, el gobierno consideró "cultos malignos" a más de 14 grupos cristianos y arrestó a varios líderes religiosos.
La última redada de iglesias caseras tuvo lugar en el condado de Xihua, en la provincia agrícola de Henan, donde la decepción con el comunismo y los problemas económicos volcaron la atención de los campesinos hacia temas espirituales, al igual que en otras partes de China.
Los líderes comunistas son conscientes del importante papel que jugaron las sociedades religiosas en la caída de la última dinastía imperial, en 1911.
Sociedades secretas como las de los Taipings y los Boxers asestaron duros golpes fatal a la dinastía Qing en las décadas de 1850 y 1900, preparando el camino para su desaparición.
Beijing no pierde de vista que los Taipings y los Boxers eran principalmente campesinos, en especial considerando las extremas dificultades que aquejan actualmente al interior de China.
Los medios oficiales de prensa raramente ofrecen un panorama de la dura vida de los 900 millones de campesinos chinos, pero el mes pasado se rompió el silencio cuando un diario de Guangzhou publicó una carta que un agricultor había enviado a las autoridades en marzo.
"Quiero decirles que los campesinos están sufriendo mucho, el campo está realmente empobrecido y la agricultura al borde del colapso", manifestó en la carta Li Changping, secretario del Partido en el municipio de Qipan, en la provincia de Hubei, al suroeste de Beijing.
La carta, dirigida al Consejo Estatal (gabinete), describe las pesadas cargas que deben llevar los agricultores de Qipan.
Además de 200 yuanes (24 dólares) por hectárea, cada familia debe pagar diversos impuestos que pueden sumar varios miles de yuanes por año, una suma exorbitante para campesinos cuyo ingreso anual neto no excede los 1.000 yuanes (120 dólares).
Como resultado, 80 por ciento de los agricultores de Qipan están endeudados, señaló Li, de 37 años.
En 1995, 85 por ciento de los campesinos tenían dinero ahorrado, pero ahora, el mismo porcentaje está endeudado, agregó.
Para las autoridades locales, los impuestos constituyen una fuente de ingresos esencial porque están inmersas en graves problemas financieros.
Los ingresos de las granjas han permanecido estables durante cuatro años, y los organismos locales se ven obligados a crear nuevos impuestos o aumentar los ya existentes para compensar el déficit.
El gobierno central anunció hace más de un año la reducción de los impuestos en las áreas rurales, pero en cambio los gravámenes aumentaron, porque las autoridades locales desatienden las recomendaciones de Beijing.
"La carga sobre los agricultores es mayor cada año, el déficit colectivo en las aldeas es mayor cada año, y también lo es el déficit colectivo de los municipios", escribió Li.
Sin esperanza, los campesinos de Qipan abandonan sus tierras. Unos 25.000 de los 40.000 habitantes originales del municipio ya emigraron, afirmó el funcionario.
En otros lugares como Fengcheng, en la provincia de Jiangxi, donde se produjeron las protestas en agosto, los agricultores comenzaron a recurrir a la violencia.
"Se trata de un problema que ya no podemos seguir ignorando. Debemos cambiar nuestra actitud hacia los campesinos. Aliviar su carga financiera está bien, pero también nos debe preocupar su carga espiritual", escribió el periodista Wang Yushaw en el diario China Economic Times la semana pasada.
Wang recordó que fueron los campesinos quienes llevaron al poder al Partido Comunista hace 50 años.
Y también fue en el campo que comenzaron hace dos décadas las reformas de mercado, que transformaron el país y trajeron prosperidad para muchos, concluyó. (FIN/IPS/tra-en/ab/ral/js/mlm/cr-hd/00