El Ministerio de Justicia de Brasil puso en práctica hoy una resolución que busca reducir la exposición de niños y adolescentes a escenas de violencia y sexo en la televisión.
Record, una de las grandes redes nacionales de televisión, recibió este miércoles una primera advertencia informal por haber exhibido el domingo en la tarde una película considerada impropia para menores de 14 años por su violencia, que sólo podría transmitirse después de las 21 horas.
Esa fue la primera medida aplicada en el marco de la disposición vigente desde el 11 de septiembre, que establece límites horarios para programas de televisión, según su clasificación por edades del público.
Las autoridades ministeriales concedieron una semana de plazo a las emisoras para adecuarse a las nuevas normas.
La clasificación define programas, películas y vídeos inadecuados para menores de 12, 14, 16 y 18 años y, por tanto, determinan difusión en horarios crecientemente nocturnos. Los casos de «inducción al sexo» sólo pueden ser emitidos entre cero y cinco horas.
Los espectáculos en vivo, debido a la dificultad natural, no son clasificados previamente, pero sus presentadores y productores podrán sufrir sanciones, en caso de violación de las normas.
El ministro de Justicia, José Gregori, adoptó esa resolución basado en el Estatuto del Niño y Adolescente, una ley que cumplió 10 años y detalla todos los derechos y medidas de protección a ese sector de la población, previendo penas en caso de incumplimiento.
«No se trata de resucitar la censura», aclaró Gregori, para evitar comparaciones con las restricciones que la dictadura militar impuso a los medios de comunicación entre 1964 a 1985.
Desde hace dos años, cuando era secretario Nacional de Derechos Humanos, Gregori intenta contener el abuso de escenas violentas y eróticas en la televisión, identificado por varios estudios como uno de los factores del aumento de la criminalidad y la agresividad entre los jóvenes.
En cambio, fracasó su pretensión de crear un código de ética para disciplinar la programación, elaborado de común acuerdo con las emisoras de televisión, un mecanismo similar al adoptado por las empresas de publicidad.
La Asociación Brasileña de Emisoras de Radio y Televisión dispone de normas propias, que nunca se aplicaron por no prever ningún tipo de penas, al contrario de los publicitarios que comienzan con prohibir la difusión de piezas consideradas antiéticas.
El ministro Gregori decidió ahora tomar la iniciativa, arguyendo la necesidad de defender los derechos de la niñez, ante el auge de la violencia, incluso en las escuelas.
Un crimen brutal ocurrido el año pasado intensificó las presiones sociales para adoptar ese tipo de medidas. En esa ocasión, un joven imitó escenas de una película al ametrallar espectadores dentro de un cine en Sao Paulo, matando a varias personas.
La competencia entre emisoras de televisión produjo un creciente número de programas que recurren al erotismo y al sensacionalismo para atraer audiencia.
El Ministerio de Justicia, antes de publicar la resolución, ya había hecho una advertencia al Sistema Brasileño de Televisión por exhibir parte de los genitales de personas que participan en el «bano de Gugu», un juego entre mujeres y hombres casi desnudos en una tina con agua.
Globo, la mayor red brasileña de comunicación, exhibe en la actualidad a las 19 horas una telenovela que emplea varios artificios para mostrar hombres semidesnudos.
El personaje central de la obra, emitida en un horario destino al público joven, es un joven rubio criado entre los indígenas que vuelve a la ciudad, naturalmente casi sin ropa.
Las reacciones desde ámbitos del espectáculo a la medida del Ministerio de Justicia se dividieron entre el temor a la censura y el apoyo contra abusos en la televisión.
En el primer caso se encuentra el dramaturgo Lauro Cesar Muniz, quien escribe guiones para la televisión.
En cambio, la resolución tuvo buena acogida entre dirigentes de organizaciones no gubernamentales que actúan junto a la niñez.
La medida gubernamental llama la atención de las emisoras para que cumplan con su deber ante la educación de los niños, y responde a reclamos de la sociedad civil, opinaron los activistas.
Por otro lado, no tiene fundamento la acusación de que restringe la libertad de prensa y de expresión, indicaron algunos juristas, como Sergio Bermudes, profesor de la Universidad Católica de Río de Janeiro.
Sin embargo, la polémica no surge sólo por las críticas al intento de censura sino porque corre el riesgo de ser considerada inútil, ante la dificultad de oponerse al poder de la televisión y la de atender opiniones discrepantes sobre lo que es aceptable o no en un medio que «invade» los hogares.
Un ejemplo de ello es que la opinión pública está dividida sobre la conveniencia o no de presentar en la telenovela de las 20 horas el tema de la prostitución, a través de una personaje que, para mantener el nivel de vida de su hijo y de sus padres, presta servicios sexuales muy bien remunerados. (FIN/IPS/mo/dm/cr/00