Cientos de afganos entre los miles que huyen de la guerra civil y de la grave sequía reciben albergue en el campamento de refugiados de Shamshatu, a 35 kilómetros de esta ciudad paquistaní.
Unas 306 familias se establecieron en diciembre de 1999 y otras 523 lo hicieron a comienzos de este mes con la ayuda de la oficina en Pakistán del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Pakistán. La mayoría llegaron a pie, pues carecen de dinero para pagar un transporte.
Los que ya se encuentran en el campamento aseguran que decenas de miles más están camino, huyendo de los combates entre las milicias islámicas Talibán que gobiernan en Kabul y en la mayor parte del territorio afgano y las fuerzas de la oposición.
Suleman Khan es uno de los tantos residentes de Shamshatu que llegaron a comienzos de este mes escapando de la guerra. Como él, cientos de familias huyeron por distintos puntos de los 2.200 kilómetros de frontera con Pakistán.
«Nuestras casas, cosechas y propiedades fueron destruidas y nuestro ganado murió de hambre. No tenemos ni alimento ni hogar por culpa de la guerra y de la sequía. Por eso abandonamos nuestra tierra», contó Sulenam, originario de la provincia de Parvan.
Los refugiados llegaron en busca de una vida mejor, pero no están satisfechos con las condiciones de su nuevo hogar. «Todavía no tenemos ni agua ni comida para nuestros niños», se quejó Suleman.
Las familias reciben una tienda de campaña, una pequeña cocina y unos pocos alimentos, mientras organizaciones internacionales les brindan asistencia médica. Sin embargo, aún tienen muchas carencias.
Islamabad calculó que 1,2 millones de afganos viven en los campamentos de refugiados, mientras más de un millón residen en las ciudades y pueblos de Pakistán.
ACNUR estimó que 90.000 afganos viven en los campamentos del norte paquistaní y 300.000 en la oriental provincia de Punjab y en la sureña Balochistán. Irán y Pakistán albergan un total de 2,6 millones de refugiados afganos.
Cuatro de cada 10 refugiados huyeron de la guerra, 35 por ciento escaparon de las sequías y el resto llegaron buscando trabajo, de acuerdo con datos brindados por el comisionado afgano en Pakistán, Abdul Hafeez.
La mayoría de las familias residentes en Shamshatu hablan persa pues proceden de la región norte de Afganistán, donde las granjas fueron destruidas por completo durante los combates entre los Talibán y las fuerzas de la Alianza del Norte.
Los refugiados intentaron instalarse en la provincia oriental de Jalalabad, pero no encontraron lugares adecuados. Otros recurrieron a amigos y familiares en las ciudades de Peshawar, Quetta e Islamabad.
El Programa Mundial de Alimentación de las Naciones Unidas (PMA) pronto inciará la distribución de raciones de comida para los que viven en el campamento, informaron portavoces de ACNUR.
La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados, Sadako Ogata, visitó el campamento en Balochistán y exhortó a los residentes de allí a tener paciencia.
«Las cosas no cambiarán sustancialmente de un día para el otro pues las raíces del problema son muy profundas. Los ayudaremos con todo en cuanto esté a nuestro alcance», dijo.
La visita de Ogata se realizó en el marco de su gira de 10 días por Pakistán, Irán y Afganistán, destinada a conocer las condiciones de vida de los refugiados. Osaka también viajó a la ciudad occidental afgana de Herat, donde dialogó con las autoridades talibanes. (FIN/IPS/ap-hd-ip/ny/mu/rp/mj/hd pr/00