Los residentes de Abagatanen, una pequeña aldea de pescadores al norte de Manila, se cuentan entre los millones de filipinos que obtienen su sustento de la larga línea costera nacional, de 17.000 kilómetros.
Pero a diferencia de otros, estos pescadores se han preocupado por comprender los elementos y procesos del delicado ambiente costero al que llaman su hogar.
A comienzos de este año, colocaron junto con buzos y biólogos marinos 35 almejas gigantes (tridacna gigas) en una ensenada para señalar la creación de un santuario marino en el área.
Se prevé que las almejas pondrán huevos en los próximos tres años y ayudarán a reponer los agotados recursos pesqueros de Abagatanen.
A pocos meses del establecimiento del santuario, los pescadores del lugar ya observaron la llegada de pequeños peces y moluscos.
Ahora, los residentes tratan de convencer a las autoridades locales de que el mar y sus recursos son más importantes que los empleos y las ganancias prometidos por una empresa taiwanesa que comenzará a trabajar en la localidad de Agno, de la que Abagatanen forma parte.
El alcalde Adan Rosete advirtió incluso que las almejas gigantes deben ser retiradas de la ensenada porque se interponen en el proyecto.
Goldsun Cement Corp se propone extraer piedra caliza y fabricar cemento en Agno, en el marco de un proyecto de 29 millones de dólares.
Aunque la cantera estará en otra parte de la localidad, la fábrica de cemento se situará en Abagatanen, y el muelle para el embarque del cemento se ubicará en el mismo lugar del santuario.
Una fábrica de cemento parece fuera de lugar en esta serena aldea pesquera, orgullosa de sus acantilados y sus arenas blancas.
Además, las micropartículas lanzadas al aire desde los hornos de cemento amenazan la salud de los trabajadores, la población circundante y el ambiente. La Asociación Americana del Pulmón vincula ese polvo con la alta incidencia de enfermedades respiratorias como neumonía, pleuresía, bronquitis y asma.
La cantera, según expertos, también afectará los sitios arqueológicos y paleontológicos de Agno, que el Museo Nacional considera esenciales para una mejor comprensión de la prehistoria y la arqueología de Filipinas y todo el sudeste asiático.
Sin embargo, el proyecto es bien visto por casi todos los organismos gubernamentales locales.
El concejo municipal le brinda todo su respaldo, y todos menos uno de los concejeros provinciales acordaron seguir adelante con el proyecto por considerar que promoverá la industrialización de Agno.
Así mismo, el concejo municipal aprobó una ordenanza que reclasificó 300 hectáreas de tierra agrícola, de modo que pueda utilizarse para el proyecto.
Cuando los pescadores de Abagatanen crearon el santuario el pasado febrero, el alcalde Rosete manifestó su disgusto e insistió en que Goldsun tiene derechos prioritarios en el área por haber obtenido un Certificado de Conformidad Ambiental del Departamento de Ambiente y Recursos Naturales.
Agregó que la colocación de almejas gigantes no tuvo el aval de su oficina y por lo tanto fue un acto de desobediencia.
Incluso Von Mark Mendoza, el único miembro del concejo provincial opuesto al proyecto de Goldsun, criticó la acción de los pescadores.
No obstante, Mendoza destacó que, según el Plan Provincial de Uso de la Tierra de 1996, la zona costera occidental de Pangasinan, que incluye a Agno, solo puede utilizarse para el turismo ecológico por ser un área protegida.
Además, existe una Ordenanza de División en Zonas de Agno, de 14 años de antigüedad, que asignó las zonas en cuestión para agroforestación.
Hace cuatro años, el entonces secretario del Departamento de Ambiente, Víctor Ramos, negó el Certificado de Conformidad Ambiental a un proyecto de fábrica de cemento propuesto por otra firma taiwanesa en la localidad de Bolinao, también en Pangasinan occidental, basándose en el Plan Provincial de Uso de la Tierra.
Actualmente, la Comisión de Ambiente y Recursos Naturales del Senado, presidida por Robert Jaworski, investiga el proyecto de Goldsun.
El senador Jaworski cuestionó la concesión indiscriminada de permisos por organismos locales y el Departamento de Ambiente para operaciones de minería y plantas de cemento, en especial en zonas de gran riqueza ecológica.
La Comisión recibió numerosas quejas del público sobre destrucción de cursos de agua, inundaciones, pozos secos y contaminación de zonas de pesca.
"No es suficiente que los proponentes del proyecto obtengan documentos que legitimen sus operaciones. Debemos preguntarnos por qué las empresas mineras siempre obtienen prioridad sobre el derecho de la gente a la salud, el bienestar económico y el ambiente limpio", declaró el senador. (FIN/IPS/tra- en/cij/ccb/ral/mlm/en/00