(Arte y Cultura) CINE-AMERICA LATINA: Festival en el West End londinense

El público de Gran Bretaña desconocía el cine latinoamericano, hasta que la cubana Eva Tarr Kirkhope y su marido, el británico Tony Kirkhope, decidieron en 1990 organizar un festival anual en el corazón del West End de Londres.

El Festival de Cine Latinoamericano, que celebró su 11 edición entre el 1 y el 14 de este mes, es considerado hoy uno de los más importantes de Europa.

«Soy un producto de la revolución cubana. Soy crítica del gobierno, pero la revolución me ofreció muchas oportunidades que antes hubieran sido imposibles. Una de ellas fue la posibilidad de estudiar cine», recordó Tarr Kirkhope, cuyo marido, fundador de la sala londinense Metro Cinema, falleció en 1997.

«Cuando me casé y vine a Gran Bretaña hace 20 años, sentí cortadas mis raíces culturales. Por suerte, mi marido comprendió mis sentimientos y comenzamos este festivan en 1990», contó.

«Ese primer año vino mucha gente, pero igual perdimos mucho dinero. Fue una lucha. Decidimos resistir y 11 años después todavía estoy aquí», acotó.

El Festival de Cine Latinoamericano, que se realiza en las confortables salas gemelas del Metro Cinema, ha sido una importante plataforma de lanzamiento para muchos de los principales directores de la región.

El certamen logró en el pasado muchos éxitos inesperados, como el homenaje mexicano al maestro británico del suspenso Alfred Hitchcock «La tarea» (Jaime Hermosillo), la cubana «Fresa y chocolate» (1994, Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío) y la mexicana «Como agua para chocolate» (1992, Alfonso Arau).

«Después de tanto tiempo en Gran Bretaña he desarrollado un instinto sobre lo que atrae a una audiencia local. A la gente le gusta ver relatos que sean, a la vez, distintos y familiares, donde haya mujeres y hombres que viven de otra manera pero tengan los mismos sueños y esperanzas que aquí», apuntó Tarr Kirkhope.

Quizás el mayor éxito logrado por el festival hasta ahora haya sido la película inaugural del año pasado, «Buena Vista Social Club», documental del alemán Win Wenders que muestra la colaboración entre el guitarrista estadounidense Ry Cooder y veteranos músicos cubanos fue un triunfo de taquilla.

El festival de este año descubrió «El rey del Rock'n'Roll», documental sobre un sosías mexicano de Elvis Presley dirigido por la estadounidense de Marjorie Chodorov, y el también documental de la chilena Carmen Luz Parot «El derecho de vivir en paz», sobre la vida del músico popular chileno Víctor Jara, asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet en 1973.

Del estadounidense Garrick Wilkie es «El último maya», documental sobre líder espiritual de 104 años de los indígenas lacandones, de 104 años.

La patria de Tarr Kirkhope apareció en el documental «Havana», una suerte de carta de amor a la capital cubana filmado por Jana Bokova.

Tambien se exhibió «Castro's Voodoo Child», una exploración del vudú cubano rodado por el británico James Walsh, quien dijo haberse fascinado con una religión que ayudó a los esclavos llevados por los españoles para trabajar en las plantaciones de azúcar a mantener tanto el sentido de su tierra natal como de su comunidad.

«Fuimos a Santiago de Cuba, donde las tradiciones del pasado están virtualmente intactas. Fue algo que quise captar antes que desapareciera para siempre», dijo.

Tarr Kirkhope viaja cada año a la isla para comprar películas y siempre se asombra ante las vertiginosas transformaciones, en especialmente las cinematográficas.

«Los cambios se refieren sobre todo a la falta de dinero y de apoyo a los cineastas. Se realizan pocas películas y ahora aumentan las coproducciones. Si uno no tiene dinero no se puede rodar un film, así que los directores contemplan un mercado más comercial para lograr coproducciones», dijo.

Tarr Kirkhope aseguró que extrañaba las películas cubanas del pasado, creaciones más personales que las actuales. «Si estos nuevos filmes logran tener éxito comercial, buena suerte para ellos», dijo.

El festival de este año también celebró el quinto centenario de Brasil con varias realizaciones de ese país, entre ellas una magica parábola realista de Claudio McDowels titulada «O toque do oboe» («El llamado del oboe»), y la epopeya histórica de Sergio Rezende, «Mauá, o imperador e o rei» («Mauá, el emperador y el rey»).

«Cuando programo el festival trato de obtener una selección lo más amplia posible para captar la tradición fílmica de la región. Me siento comprometida a traer las películas más innovadoras», afirmó Tarr Kirkhope.

A pesar de no contar más con Tony Kirkhope y de carecer del gobierno británico, Eva Tarr Kirkhope está decidida a mantener el festival.

«Supongo que si hubo algo que realmente quise fue que los espectadores descubrieran un nuevo mundo y una nueva cultura, y se dieran cuenta que pueden gozar del cine latinoamericano», dijo. (FIN/IPS/trad-eng/ba-/sm/ego/mj/cr/00

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