El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, hizo en la Cumbre de América del Sur una referencia contemporizadora a la integración latinoamericana, dirigida a los países excluidos de la reunión comenzada el jueves en esta capital.
«Fortalecer la dimensión sudamericana de nuestros países significa fortalecer, también, la integración de América Latina y el Caribe», dijo Cardoso, al abrir el debate con los 11 presidentes invitados a la cumbre de Brasilia.
«América del Sur es un nuevo tablero para promover esa meta más amplia (la integración latinoamericana), que siempre ha sido, y sigue siéndolo, prioritaria en la política externa de nuestros países», afirmó.
La integración de América Latina avanza «por impulsos sucesivos de acercamiento, por el empleo de geometrías variables» y «las iniciativas subregionales son convergentes», sostuvo Cardoso.
El mandatario intentó, con su alusión a América Latina y el Caribe, responder a la molestia causada, especialmente en México, por su iniciativa de promover una Cumbre limitada a los 12 países sudamericanos.
Los asistentes son, además de Cardoso, Fernando de la Rúa, de Argentina, Hugo Banzer, de Bolivia, Ricardo Lagos, de Chile, Andrés Pastrana, de Colombia, Gustavo Noboa, de Ecuador, Bharrat Jagdeo, de Guyana, Luis González Macchi, de Paraguay, Alberto Fujimori, de Perú, Runaldo Ronald Venetiaan, de Suriname, Jorge Batlle, de Uruguay, y Hugo Chávez, de Venezuela.
Pero las palabras del presidente brasileño no concuerdan con el objetivo real de la Cumbre de Brasilia, que es construir «un espacio político y económico integrado» en un área, América del Sur, con identidad, desafíos y caminos específicos.
La división de América Latina fue insistentemente destacada en un seminario de preparación de la cumbre, realizado a principios de agosto en Brasilia con participación de intelectuales y líderes políticos.
Hay una frontera entre Colombia y Panamá, que separa el norte del sur del continente, afirmó Celso Láfer, uno de los organizadores del seminario.
Láfer, un intelectual brasileño, cumplió importantes misiones diplomáticas y es allegado a Cardoso, de quién fue ministro de Desarrollo, Industria y Comercio.
México fue invitado como observador a la Cumbre de América del Sur, para demostrar que los compromisos con el conjunto de América Latina no han sido olvidados. El representante mexicano en la reunión de Brasilia es el sociólogo y escritor Jorge Castañeda, asesor del presidente electo Vicente Fox.
También están representadas instituciones de ámbito regional, como el Parlamento Latinoamericano, la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe y el Sistema Económico Latinoamericano, señaló Cardoso.
Pero las concesiones retóricas no disipan cierto desconcierto, que se observa en la duda de algunos presidentes entre referirse a América del Sur o América Latina, o en la imprecisión de algunas menciones que no diferenciaron entre las dos áreas geográficas.
Los asistentes a la cumbre, acostumbrados a pensar siempre en términos latinoamericanos, encuentran dificultades para pasar a un discurso netamente sudamericano. Pero Cardoso delimitó claramente el ámbito de su proyecto.
«América del Sur enfrenta aún la cuestión de su modo de inserción en la economía mundial», y para lograrla debe «elaborar estrategias de desarrollo que incorporen una dimensión regional sudamericana», afirmó.
«América del Sur es fuertemente perjudicada por el proteccionismo de las naciones más ricas». Su integración es necesaria para «enfrentar los desafíos de la globalización y las incertidumbres de origen externo» y para «participar activamente en los núcleos mundiales de decisión, donde se reorganiza la arquitectura financiera internacional», agregó.
Una América del Sur unida «es vital para el desmantelamiento efectivo de las barreras comerciales de los socios más ricos del hemisfério», dijo Cardoso, al referirse al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), un proyecto de Estados Unidos.
En su opinión, el ALCA sólo se justificará si «representa un instrumento para la superación de los desniveles socioeconómicos en las Américas».
La opción por una reunión de todos los presidentes sudamericanos incluyó a Guyana y Suriname, «dos extraños en el nido», según el principal diario de Brasilia, Correio Braziliense.
Se trata de dos pequeños países ubicados en geográficamente en América del Sur, pero historica y culturalmente más cercanos al grupo caribeño predominantemente anglófono.
El desarrollo de una infraestructura de integración es el tema que mejor justifica esta cumbre limitada a América del Sur, dado que la proximidad geográfica de los países participantes es factor básico. Los otros asuntos en la agenda son son la democracia, el narcotráfico, el comercio y la tecnología.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Andina de Fomento son los encargados de diseñar el plan. Serán escogidos los proyectos más viables y más eficaces, con una «visión estratégica para el conjunto de América del Sur», según Cardoso, para acercar físicamente a los 12 países en «un horizonte de 10 años».
El proyecto exigirá «centenares de miles de millones de dólares», comentó el presidente del BID, Enrique Iglesias, pero hay posibilidades de obtener los recursos necesarios. El agotamiento de la capacidad de endeudamiento de algunos países no es un obstáculo, sostuvo.
Hay «un gran apetito por invertir en infraestructura» en América del Sur y además de la banca internacional, habrá financiación de los gobiernos, del sector privado nacional y de las instituciones financieras internacionales, como el BID, dijo Iglesias. (FIN/IPS/mo/ff/ip/00