Si hace década y media parecía imposible superar la guerra en América Central, hoy el istmo tiene más posibilidades que nunca de dejar atrás su pobreza, según el costarricense Eduardo Doryan, vicepresidente de Desarrollo Humano del Banco Mundial.
Uno de cada dos centroamericanos vive hoy en la pobreza, pero ese fenómeno se puede revertir, afirmó Doryan.
«Hay que encontrar un balance entre alto crecimiento económico y un importante aumento en la equidad, pues América Latina en general y, la región centroamericana en particular, tienen aún una gran desigualdad», dijo el funcionario en entrevista con IPS.
En América Central residen unos 35 millones de personas y, de acuerdo con el «Informe sobre el desarrollo mundial 2000», difundido este mes por el Banco Mundial, muchos de ellos tienen un ingreso que apenas les permite sobrevivir.
El informe revela que 57,9 por ciento de la población de Guatemala vive bajo la línea de pobreza, 57,9 por ciento de la guatemalteca, 50,3 por ciento de la nicaragüense, 50 por ciento de la hondureña y 48,3 por ciento de la salvadoreña.
Mientras en regiones como el este de Asia el número de personas que viven con menos de un dólar por día disminuyó de 420 millones en 1987 a 280 millones en 1998, el número de pobres se ha incrementado con rapidez en América Latina y, en especial, en América Central.
Doryan considera que no hay una única solución, pero los gobiernos centroamericanos sí deberían aceptar una recomendación fundamental.
«Crear estrategias de desarrollo incluyentes, que promuevan la movilidad social y que conduzcan a establecer dinámicas clases medias, motores del crecimiento equitativo», dijo este funcionario internacional, ex ministro de Educación de Costa Rica.
El problema también radica en la concepción de la pobreza. Los gobernantes suelen concebir esa condición como la mera ausencia de ingreso, cuando también implica exclusión en otros niveles, como la carencia de voz en el ámbito político y la vulnerabilidad ante desastres naturales, financieros o personales, sostuvo.
«Si al proceso de reducción de la pobreza en América Central se le da el mismo alto interés nacional, regional e internacional que se le puso al proceso de paz, hay, sin duda, esperanza de lograr una drástica reducción», dijo optimista Doryan.
Pero aun así el panorama no es fácil, pues la pobreza en América Central es un círculo vicioso que se alimenta con muchos factores, según los expertos.
«La pobreza no es sólo un problema de extensión, es decir, de muchas personas que son pobres, sino también un problema de profundidad: en la región, los pobres son muy pobres», explicó a IPS Alvaro Trigueros, director de la Facultad de Economía de la privada Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).
Trigueros, religioso jesuita y analista económico en El Salvador, coincidió con la concepción de la pobreza como círculo vicioso.
Mientras no se la combata frontalmente no habrá poder de compra, explicó. Sin poder de compra, las empresas no tendrán poder de venta, y sin poder de venta los países no saldrán adelante, debido a la baja producción.
Una investigación económica y social en El Salvador divulgada este mes por la UCA revela que 50 por ciento de los seis millones de habitantes de este país son pobres, y entre ellos 1,3 millones de personas viven debajo de la línea de extrema pobreza.
Sin embargo, y a pesar de que la gran extensión y profundidad de la pobreza, aspirar a una reducción drástica del número de pobres salvadoreños en el mediano plazo no es algo descabellado sino lo contrario, según la propia investigación.
Esta posibilidad también existe en los otros países centroamericanos, pero para eso debe mediar la voluntad política de los gobiernos, según expertos.
Carlos Sojo, director en Costa Rica de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sostuvo que si América Central quiere reducir los estragos de la pobreza debe asumir una doble estrategia que incluya mejoras de la recaudación fiscal y destinar más recursos a la inversión social.
«Hay una gran ventana que deja ver una oportunidad para que el istmo. El problema es que hay que destinar más recursos a la educación y a la salud, pues de nada nos serviría que los Estados dispongan de más dinero si ese dinero no es invertido en los pueblos», acotó el experto. (IPS/FIN/nms/mj/dv/00