YUGOSLAVIA: Extranjeros presos son arma política de Milosevic

El presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, utiliza el caso de ocho extranjeros acusados de conspirar para secuestrar o asesinarlo como un arma política ante las próximas elecciones generales.

Los cuatro holandeses, dos británicos y dos canadienses aguardan el juicio en su contra, explicó el ministro de Información Goran Matic.

Los cuatro holandeses fueron detenidos en la frontera con Montenegro mientras intentaban ingresar a Serbia con armas y municiones, según Matic. Serbia y Montenegro son las dos repúblicas que integran la federación yugoslava.

Los arrestos se hicieron poco antes de la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) países más industrializados que se realizó en la ciudad japonesa de Okinawa, el 21 de julio.

Los holandeses querían "entregar una cabeza serbia a la cumbre", sostuvo Milosevic.

La estatal Radio Televisión de Serbia entrevistó a los cuatro holandeses el 31 de julio. Los hombres dijeron querer "cobrar una recompensa" del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, con sede en La Haya, por entregar a Milosevic.

"Pretendíamos secuestrarlo… o matarlo y llevar su cadáver al exterior en un automóvil", dijo uno de los holandeses.

El tribunal de La Haya procesó a Milosevic y cuatro altos funcionarios yugoslavos por cometer crímenes de guerra en Kosovo. El año pasado, Estados Unidos ofreció una recompensa de cinco millones de dólares por toda ayuda que permitiera llevarlos ante la justicia.

Los cuatro holandeses cumplen una condena de 30 días por ingreso ilegal al país. Esta semana comparecerán ante el tribunal de distrito de Belgrado, donde podrían recibir nuevos cargos en su contra.

El objetivo de los cuatro era "matar al símbolo de nuestro estado, Slobodan Milosevic, y provocar el caos", según el ministro de telecomunicaciones, Ivan Markovic.

La RTS transmitió declaraciones similares de altos funcionarios durante días. "El pueblo sabe que debe apoyar a su presidente y su estado", declaró Buba Morina, otro ministro.

El 24 de septiembre se celebran elecciones presidenciales, federales y locales en el país, consideradas un referéndum sobre la década de gobierno de Milosevic, quien pretende la reelección tras haber modificado la constitución para permitir su candidatura.

El día 1, la policía militar detuvo a dos británicos y dos canadienses en la frontera entre Montenegro y Serbia. En su automóvil se hallaron cuchillos, cables y equipos de minería. El ejército sostiene que planeaban "actividades terroristas y organizaban a grupos armados".

Los cuatro comparecerán ante el tribunal militar de Belgrado a fines de mes. El grupo trabajaba en la provincia de Kosovo, administrada por la Organización de las Naciones Unidas, y sus integrantes aseguran que volvían de pasar unos días libres en Montenegro cuando fueron detenidos.

Ambos casos fueron presentados por los medios de comunicación estatales como "otro esfuerzo de los países occidentales para socavar" al régimen yugoslavo, como reiteraron Matic y otros altos funcionarios.

La ambigüedad de estos casos coincide con la creciente tensión política imperante en el país, donde todas las encuestas señalan que Milosevic podría perder las elecciones por primera vez en 10 años.

La recuperación económica es el criterio más importante para elegir a quién votar en estas elecciones, revelaron cinco encuestas de opinión en julio.

El país pasa por la peor crisis económica de su historia, tras padecer las guerras de desintegración de la ex Yugoslavia en los años 90, las sanciones económicas de la comunidad internacional y los bombardeos aéreos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte el año pasado.

Milosevic, su familia y sus amigos se enriquecieron en esta época, beneficiándose con monopolios en varios sectores de la economía.

"El régimen intenta crear la 'mentalidad de estado de sitio' en uno de sus últimos intentos por obtener el apoyo del pueblo", dijo a IPS el analista Bratislav Grubacic.

"Milosevic no puede darse el lujo de perder las elecciones. Por esa razón, los ocho extranjeros se pueden usar con distintos fines", agregó Grubacic.

"Esta es la tercera vez que las autoridades acusan a alguien de desestabilizar al régimen en menos de un año", advirtió el experto en comunicaciones Voja Zanetic.

Zanetic se refería a ocho serbios condenados a largas sentencias de cárcel en mayo por supuestamente conspirar contra el gobierno y a otro grupo de serbios instalados en Francia acusados de terrorismo.

"Los extranjeros pueden ser un buen as en la manga para que el régimen lo use cuando desee", declaró Gradimir Nalic, del Comité Yugoslavo de Abogados por los Derechos Humanos.

"El régimen espera ver la reacción de la población y los gobiernos extranjeros antes de acusar a los ocho", dijo.

"Los juicios podrían fijarse para el próximo mes, antes de las elecciones, y el mensaje para el público sería: ven, el país está lleno de enemigos", comentó.

"Pero si se considera que el caso de los extranjeros carece de valor para la campaña del régimen, los cargos quizá ni se presenten", precisó.

La gente en la calle manifiesta su escepticismo ante los casos de supuesta conspiración contra el gobierno.

"Es ridículo creer que alguien puede encontrarse con Milosevic en la calle, menos aun secuestrarlo y poner su cadáver en un automóvil", opinó Zoran Miljanic, un ingeniero de Belgrado.(FIN/IPS/tra-en/vpz/sm/aq/ip/00

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