Ataques aéreos del gobierno de Sudán contra localidades del sur de ese país han obligado a suspender operaciones de ayuda y pueden añadir una grave crisis humanitaria a los devastadores efectos de la guerra civil, que ha durado 17 años.
Se interrumpió el programa "Operación Cuerda de Salvataje para Sudán" (OLS), de agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entre ellas el Programa Mundial de Alimentos y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), y organizaciones no gubernamentales, entre ellas Médicos Sin Fronteras.
La decisión afectó a todas las operaciones diurnas y nocturnas de OLS, y se mantendrá hasta que los funcionarios se convenzan de que existen garantías de seguridad.
"Si la suspensión continúa por un período prolongado, las consecuencias serán muy graves y habrá peligro mortal", señaló Kevin Kennedy, de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA).
Casi un millón de personas estarán en peligro, en especial en la provincia de Bahr-e-Ghazal y en toda el área del cauce superior y occidental del río Nilo.
El presidente sudanés, Omar al-Bashir, había ratificado el mes pasado su apoyo a OLS, con la promesa de adoptar todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los operadores humanitarios.
Sin embargo, Kennedy señaló que los bombardeos son realizados por aviones de Jartum, y que de acuerdo con la información de que dispone, los insurgentes carecen de fuerza áerea, aunque apunto que es mejor no plantear hipótesis acerca de la cuestión.
"OLS es una operación humanitaria ajena a todo asunto militar. Su misión ha sido proporcionar asistencia y trabajar a pesar de todos los obstáculos", en forma transparente y con pleno conocimiento de las partes involucradas, agregó.
La ruta de cada vuelo de asistencia era programada un mes antes de realzarlo y confirmada con 48 horas de anticipación, mediante un contacto por radio, en el cual se obtenía permiso para ingresar en el espacio aéreo, aterrizar y realizar entregas.
El Consejo de Seguridad de la ONU realizó debates reservados el viernes acerca de la nueva crisis en Sudán, y esta semana tendrá una sesión abierta para discutir el problema.
Kennedy recordó que las operaciones humanitarias en Sudán fueron el resultado de un acuerdo entre la ONU, Jartum y el insurgente Movimiento de Liberación Popular de Sudán, quienes se comprometieron a garantizar que OLS pudiera actuar con seguridad y llegar a todos los necesitados de ayuda.
Sin embargo, las operaciones han enfrentado graves problemas desde entonces. El año pasado, por ejemplo, dos integrantes de la agencia CARE, con sede en Estados Unidos, perdieron la vida en Sudán mientras realizaban su trabajo, subrayó.
Funcionarios de OLS denunciaron que varios aviones empleados para entregar ayuda han sido atacados cuando se encontraban en tierra.
La guerra civil en Sudán, considerada una de las más destructivas en el continente africano, ha causado inestabilidad política y parálisis casi total de la frágil economía del país.
Los insurgentes luchan por la autodeterminación de la región meridional, cuyos habitantes son en su mayoría cristianos o animistas, contra el intento de Jartum de imponer la Sharia (ley islámica) en todo el país.
Las condiciones ambientales y sociales de la región, así como el hecho de que la privación del acceso a alimentos sea usada como arma, han añadido hambrunas y desnutrición a los efectos de la guerra civil, que ha causado en forma directa o indirecta la muerte de 1,5 millones de personas.
Otros 1,7 millones de los 35 millones de habitantes del país fueron afectados por la sequía sin vivir en regiones de conflicto armado.
Además, la guerra civil causó el desplazamiento interno de cuatro millones de personas, la mayor cantidad registrada en un solo país, a los cuales se suman unos 500.000 refugiados provenientes de otras naciones, y en su mayor parte de Eritrea. (FIN/IPS/tra-eng/td/da/ego/mp/hd ip/00)