SRI LANKA: Coalición de gobierno enfrentará difíciles comicios

Los partidos de la coalición de gobierno de Sri Lanka tendrán dificultades para mantener la mayoría en las próximas elecciones nacionales, tras seis años de un mandato que comenzaron con respaldo popular sin precedentes, pronosticaron analistas locales.

El apoyo a la Alianza Popular (PA) de la presidenta Chandrika Kumaratunga, quien asumió en agosto de 1994, ha disminuido mucho por una serie de aumentos del precio de combustibles, electricidad y servicios telefónicos brindados por el Estado.

El alza del precio del gas de cocina que suministran proveedores privados también ha contribuido a un incremento notable del costo de vida.

Graves reveses militares en la lucha contra los separatistas Tigres por la Liberación de la Patria Tamil se sumaron a los problemas de la coalición gobernante.

Los Tigres luchan contra la discriminación de la minoritaria etnia tamil por parte de la mayoría cingalesa, y aspiran a una patria independiente.

Otro factor que debilitó al gobierno fue la abrupta suspensión del debate sobre un proyecto de reforma constitucional cuyo objetivo era resolver la cuestión étnica causante de la insurrección de los Tigres, que ha durado 17 años en el norte y el este del país y provocado 50.000 muertes.

"El gobierno no sobrevive por su popularidad sino porque la oposición es ineficaz y la gente tiene escasas opciones para elegir otros gobernantes", admitió un político de la alianza gobernante.

El mandato parlamentario de seis años termina el 24 de agosto, y se espera que el parlamento sea disuelto en los próximos días, para abrir paso a elecciones anunciadas para octubre o noviembre de este año.

La mayoría de los analistas tienen dudas acerca del resultado de esos comicios. "El gobierno está acorralado. Kumaratunga fue reelegida con una amplia mayoría en diciembre de 1999, pero ahora la coalición debe luchar por recuperar apoyo popular", declaró el editor de un diario local.

El gobierno retiró su proyecto de reforma constitucional, elaborado en cuatro meses de negociaciones con la oposición, cuando estuvo claro que no dispondría de la mayoría de dos tercios necesaria para aprobarlo en el parlamento de 225 integrantes.

La coalición encabezada por Kumaratunga confiaba en lograr los 25 votos que le faltan para alcanzar esa mayoría mediante un acuerdo con disidentes del Partido de Unidad Nacional (UNP), la principal fuerza opositora.

Sin embargo, hubo una baja imprevista en el oficialismo cuando el Frente Unido de Liberación Tamil, principal partido político de la etnia minoritaria a la cual pertenecen los Tigres y que había apoyado a Kumaratunga en los últimos seis años, anunció que no votaría el proyecto de reforma.

Eso desató una oleada de protestas contra la iniciativa por parte de organizaciones políticas y sociales en todo el país, y el UNP declaró que no votaría el proyecto porque el gobierno lo había elaborado sin un debate público.

Kumaratunga trató de revertir ese revés político el jueves mediante el nombramiento de un nuevo primer ministro, Ratnasiri Wickremanayake, notorio partidario de la causa cingalesa.

El nuevo jefe del gobierno reemplazó a la octogenaria madre de Kumaratunga, Sirima Bandaranaike, quien alegó que renunciaba por razones de salud.

En 1960, Bandaranaike había llegado a ser la primera mujer en una jefatura de gobierno, tras elecciones parlamentarias que siguieron al asesinato de su esposo, el ex primer ministro Solomon Dias Bandaranaike.

Wickremanayake fue designado "para aplacar a cingaleses intransigentes y clérigos budistas que respaldaron a Kumaratunga en las últimas elecciones y en su política de dureza con los Tigres, pero no apoyaban la reforma constitucional", opinó Jehan Perera, director de prensa del no gubernamental Consejo Nacional de Paz.

Analistas dijeron que es improbable que el gobierno reanude el debate sobre la iniciativa de reforma.

Wickremanayake dijo al parlamento en su primer discurso como primer ministro que es preciso emplear todos los medios para derrotar al terrorismo, pero también afirmó que la mayoría étnica debe aceptar reclamos de los tamiles.

La guerra civil ha afectado de modo grave a la economía, no sólo porque obliga al gobierno a gastos cuantiosos en material militar, sino también porque ahuyenta a las inversiones extranjeras y el turismo.

El gasto militar anual del país es unos 650 millones de dólares, y el gobierno admitió que el crecimiento de la economía se frenará este año a casusa de ese gasto, del aumento del precio de importaciones de petróleo y de la inflación.

Observadores políticos prevén que el UNP y grupos radicales cingaleses ganarán votos a expensas de la PA en las próximas elecciones.

En 1994, la PA sustituyó a un gobierno del UNP porque aprovechó el descontento popular causado por la dura represión contra insurgentes cingaleses de izquierda y la extendida corrupción en la administración pública.

Kumaratunga fue elegida presidenta pocos meses después y prometió poner fin al terrorismo y la corrupción, así como terminar la guerra civil con medios pacíficos.

La mandataria ha tenido suerte en momentos cruciales de su carrera política. La pérdida de su ojo derecho por un ataque tamil en diciembre de 1999, poco antes de las elecciones presidenciales de ese año, la hizo ganar simpatía popular y una reelección por amplia mayoría.

Poco antes del atentado, las encuestas acerca de intención de voto registraban preferencias muy similares por Kumaratunga y por su principal contendiente Ranil Wickremasinghe, el líder del UNP, entre los consultados. (FIN/IPS/tra-eng/fs/mu/ego/mp/ip/00)

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