Una pequeña localidad del sur de Brasil se ha convertido en símbolo de una tragedia silenciosa que golpea a familias campesinas dedicadas al cultivo de tabaco.
Ese simbolismo se debe al índice de suicidios entre la población de Venancio Aires, en el estado de Río Grande del Sur, siete veces mayor que el promedio nacional de tres cada 100.000 personas, advirtió la agrónoma Angela Cordeiro.
Para Cordeiro, el índice de suicidios en Venancio Aires puede ser vinculado a los "peligrosos pesticidas" usados por los cultivadores de tabaco.
"Los pesticidas organofosfatados que los campesinos usan en las plantaciones de tabaco contienen sustancias químicas notorias por sus efectos en el sistema neurológico", explicó.
"La exposición a esas sustancias causa a menudo estados depresivos que pueden llevar al suicidio", afirmó.
Ese diagnóstico ha sido confirmado por investigadores federales de la Universidad de Río Grande del Sur. Los estudios demostraron que la mayoría de los suicidas en Venancio Aires eran campesinos, que se quitaron la vida en los meses en que los pesticidas órganofosfatados fueron empleados en las plantaciones.
Para el movimiento internacional de control del tabaco, ese fenómeno perturbador es sólo uno en un abanico de problemas que afectan a los trabajadores de las plantaciones.
En México, por ejemplo, la crítica situación de los indígenas huichol, que trabajan en los tabacales del estado occidental de Nayarit, es alarmante.
Patricia Díaz Romo, una activista antitabaco mexicana, dijo que lo peor fue el impacto tóxico de los pesticidas en indígenas huichol grávidas que han trabajado en los campos. "Dieron a luz niños deformes que murieron poco después del nacimiento", advirtió.
Esos hechos fueron expuestos en la undécima Conferencia Mundial sobre Salud o Tabaco, realizada a principios de este mes en Chicago para dar a conocer los problemas sanitarios de los cultivadores.
Según Joshua Sharfstein, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, Estados Unidos, los gobernantes no han reaccionado adecuadamente ante la intoxicación de los plantadores de tabaco, "debido a la ignorancia acerca de los peligros de cultivar esa planta".
"Algunos pesticidas, si se usan de manera inadecuada o indiscriminada, pueden provocar daños neurológicos y respiratorios y la muerte", dijo.
La falta de atención a los riesgos de los cultivadores de tabaco se encuadra en un amplio panorama global de problemas de salud en el trabajo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS observó, por ejemplo, que la evaluación del impacto global de las enfermedades y lesiones del trabajo es difícil. La información relativa a la mayoría de los países en desarrollo es escasa.
En América Latina, sólo entre uno y cuatro por ciento de las enfermedades del trabajo son registradas.
Cordeiro señaló la necesidad de cambiar esa cultura del silencio. "Debe crearse un sistema de vigilancia en América Latina, Asia y Africa, para registrar el impacto de los pesticidas en los cultivadores de tabaco", afirmó.
El tabaco es cultivado en más de 100 países, de los que 80 pertenecen al mundo en desarrollo. La producción mundial se ha multiplicado en países con medianos y bajos ingresos, según un informe distribuido en la conferencia en Chicago.
«La producción del Norte industrial cayó 31 por ciento entre 1975 y 1998, mientras que en naciones en desarrollo aumentó 128 por ciento», de acuerdo con el informe, titulado «Control del tabaco en los países en desarrollo», realizado por la OMS y el Banco Mundial.
Las plantaciones de tabaco requieren mano de obra intensiva, y pueden proporcior un flujo constante de ingresos para los agricultores pobres. En la mayoría de las plantaciones es alta la demanda de trabajadores temporarios para transplantar los almácigos o los brotes obtenidos en invernadero a los campos y podarlos cuando florecen.
Treinta y tres millones de personas trabajan en los campos de cultivo de tabaco, según la industria tabacalera. En China, por ejemplo, el primer productor mundial de tabaco, alrededor de 15 millones de personas trabajan en las plantaciones.
Para el Instituto Panos, de Londres, esas altas cifras de empleo tienen su precio, dado que el tabaco necesita un gran aporte de pesticidas.
Panos advirtió que la industria tabacalera «rara vez» publica información sobre intoxicación por pesticidas, tanto de campesinos que trabajan en los campos como de comunidades vecinas.
Según la Red de Acción de Pesticidas, radicada en Estados Unidos, «no puede ser ignorada» la manera en que las compañías tabacaleras ejercen control sobre los agricultores.
En Brasil, las compañías determinan el tamaño del área que debe ser sembrada y el volumen de los fertilizantes y pesticidas a emplearse, indicó la Red. Para asegurarse de que los cultivadores cumplan con las instrucciones, envían regularmente inspectores.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) observó que los cultivadores de tabaco y sus familiares están constantemente expuestos a una variedad de pesticidas.
La OPS calculó que se utilizan entre 30 y 60 kilogramos de pesticidas por hectárea en el ciclo de la cosecha tabacalera. "Además, hay exposición por contacto en las instancias de almacenamiento y transporte de los pesticidas", agregó.
No sólo los adultos pueden ser afectados, sino también muchos niños. En Brasil, por ejemplo, más de un millón de niños trabajan en las plantaciones de tabaco y están entonces expuestos a los pesticidas.
La OPS admitió que pocos profesionales de la salud están capacitados para establecer un nexo de causa-efecto entre síntomas de intoxicación aguda o crónica y la exposición a pesticidas.
Para las activitas Díaz Romo y Cordeiro, asegurar atención médica a los cultivadores de tabaco es tarea prioritaria, y requiere una gran presión del movimiento antitabaco. (FIN/IPS/trad- eng/mmm/da/ego-ff/he/00)