R.D.CONGO: El horror cotidiano de los hospitales

Mal equipados, carentes de personal e indignos de confianza, los hospitales y clínicas en República Democrática del Congo (RDC) son vistos cada vez más como centros de muerte y desesperación.

"Los hospitales congoleños están enfermos", comentó la aspirante a enfermera Adele Vuanga. "Sólo brindan tratamiento mínimo y en muchos centros los pacientes no son curados sino alojados hasta que mueren", agregó.

El Ministerio de Salud afirma que existen alrededor de 5.000 instituciones médicas en RDC, incluyendo 370 hospitales, 43 clínicas, 601 dispensarios de maternidad y 3.500 clínicas comunitarias. Eso significa que hay 76.000 camas para 55 millones de habitantes.

Solamente 21 por ciento de la población tiene acceso a la atención médica. "La gente siente desconfianza hacia los hospitales, especialmente entre los pobres", apuntó Vuanga.

"La mayoría de los hospitales se encuentra en viejos edificios que datan de la época colonial, su equipo es insuficiente e inadecuado", se quejó el doctor Manono, director del Hospital General de Kinshasa, el más grande del país.

"En algunos hospitales la esterilización se efectúa en un recipiente colocado encima de un bracero. Muchos están superpoblados de modo que los pacientes duermen en los corredores o, a veces, dos en una misma cama", informó.

En muchos de los hospitales de Kinshasa, los pacientes yacen en lechos improvisados y comparten las comidas de sus vecinos porque los establecimientos no pueden proporcionarles alimentos suficientes.

También faltan medicamentos en el sistema sanitario. Los pacientes deben pagar casi todos los tratamientos, incluso los que habitualmente no demandarían receta, y también aportar sus propias jeringas, guantes esterilizados y píldoras.

Al término de su internación en el hospital, como resultado, deben pagar abultadas facturas.

"Todos los días recibo una receta por valor de 25 dólares, equivalente al triple de mi sueldo mensual", se quejó Brigitte Nsafu, hospitalizada hace un mes por problemas odontológicos.

Aquellos que no pueden pagar los gastos permanecen en los hospitales durante meses, esperando la visita de algún funcionario que los exima de pagar la cuenta. Mientras esperan, no les está permitido ver al médico, aunque estén enfermos.

Los médicos también piden pagos adelantados antes de comenzar cualquier tratamiento.

"Estuve en la unidad de emergencia con mi hijo durante dos días pero ningún médico quiso atenderme", dijo una mujer. "Los médicos exigieron el pago total de los gastos antes de acceder a examinar al niño… Realmente, me pregunto si a nuestros doctores les queda una pizca de ética", se lamentó.

Además está el problema del tráfico de medicamentos. El personal mal pagado vende los fármacos correspondientes a los pacientes pobres a otros que puedan solventarlos.

"Los médicos recetan muchos medicamentos para poder venderlos a otros pacientes. Las enfermeras nos quitan los remedios diciendo que los traerán en el momento de la curación, pero terminan en manos de nuestros vecinos", aseguró un enfermo que no quiso dar su nombre.

Los hospitales públicos padecen escasez de personal. Los especialistas prefieren la práctica privada en las ciudades y el personal en el ámbito rural no sólo es insuficiente sino anciano porque los jóvenes graduados se niegan a trabajar allí.

"Hay falta de equipos y los salarios por lo general se pagan con retraso", dijo Nicholas Ntumba, graduado de la Universidad de Kinshasa. "Ningún médico que empieza su carrera aceptaría trabajar en semejantes condiciones", afirmó.

Otro problema es el peligroso estado de las condiciones sanitarias. En la mayoría de los hospitales los corredores están invadidos por pilas de basura y los pacientes son apiñados en pequeñas habitaciones.

"Fui hospitalizado porque tuve malaria", dijo Kongolo. "Sin embargo, cuando me hicieron el último examen antes de dejar el hospital, me dijeron que había contraido la fiebre tifoidea durante mi internación".

En este contexto, los congoleños se vuelcan cada vez más a la medicina tradicional. En Kinshasa, los productos tradicionales se venden a lo largo de las principales avenidas.

Los médicos tradicionales aseguran curar enfermedades como hemorroides, disentería, caída de dientes, gastritis, complicaciones urinarias, sinusitis, impotencia sexual e incluso algunos males incurables.

"Los médicos modernos quieren exhibir sus diplomas y conocimientos científicos. A nosotros nos importa curar a nuestros pacientes cada vez que los doctores modernos violan su ética profesional pensando en el dinero", declaró Didder Mampasi, titular de la asociación de médicos tradicionales.

No obstante, la medicina tradicional tampoco es segura. Mampasi admitió que existen charlatanes que pretenden ser miembros de la asociación, aunque no tienen experiencia y recetan medicamentos sin conocer la dosis, se lamentó.

El estado permite el ejercicio de la medicina tradicional para compensar su incapacidad de brindar atención médica apropiada a la población.

La crisis sanitaria refleja la condición socioeconómica del país. La economía ha decaído desde mediados de los años 80 y empeoró en los últimos dos años debido a la guerra civil.

El conflicto disminuyó severamente los ingresos del gobierno y aumentó la deuda nacional. La inflación de 1998 ascendió a 147 por ciento. La falta de infraestructura, el débil marco legal y la corrupción frenaron las inversiones necesarias para impulsar el crecimiento. (FIN/IPS/tra-en/rl/ko/nrn/mp/da/ego/aq/he/00

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