MEXICO: Fox sepulta una era

El sistema político de México amaneció hoy con el rostro cambiado. Por primera vez en 71 años, un Tribunal Electoral reconoció la condición de presidente electo a un opositor, Vicente Fox, sellando el fin de una era para abrir un periodo de interrogantes y expectativas.

Fotos de un sonriente Fox recibiendo el documento que oficializa su triunfo en las elecciones del 2 de julio y títulos que recogen partes de su discurso, donde se destacaron términos como consenso, tolerancia, disculpas y generosidad, dieron tono a los diarios mexicanos.

"Jamás pensé que podría ver en vida el fin de los gobiernos del PRI (Partido Revolucionario Institucional), pero se logró estamos felices", dijo este jueves Felipe Calderón, dirigente del conservador Partido Acción Nacional (PAN), al que pertenece Fox.

Fox, el hombre de la botas vaqueras, de los discursos encendidos, el ex directivo de la compañía Coca-Cola que devino en político, lleva ahora sobre sus hombros las expectativas de cambio de un país que durante siete décadas estuvo bajo la égida del PRI.

Alrededor de 30 por ciento de la población espera cambios importantes en este país durante el primer año de gestión del nuevo gobierno, que asumirá el 1 de diciembre, indican encuestas contratadas por el equipo de asesores de Fox, que gobernará por seis años.

Sesenta por ciento, en cambio, le otorga un plazo de dos años.

Para curarse en salud y ante el peso de la tarea, Fox pidió este miércoles a los electores recordar que él, como humano, puede fallar y que nada podrá hacer si cada mexicano no trabaja "desde su trinchera", recordó el analista Carlos Marín.

El formal nombramiento de Fox como presidente reanimó el ambiente festivo que vive parte de este país luego de la elección de julio, pero también puso bajo los reflectores la amargura que embarga al PRI.

Sin brújula clara ni líderes que se destaquen, la dirigencia del PRI intenta la recomposición chocando con amenazas de sus militantes, pedidos para expulsar al ex presidente Carlos Salinas (1988-1994) y al actual Ernesto Zedillo por "neoliberales" y demandas para cambiar hasta el nombre y logotipo del partido.

"Entre los 'priístas' hay un sentimiento de orfandad", reconoció el dirigente de ese partido Manuel Bartlett.

Sepultura, entierro y otros términos relacionados a la muerte son los preferidos por los obervadores para referirse al derrumbe del PRI. Renacimiento y esperanza son los usados, en cambio, para referirse al triunfo de Fox.

Pero el PRI sigue siendo poderoso. Aunque perdió la Presidencia, gobierna en la mayoría de estados y municipios del país. Además, sigue siendo la primera fuerza parlamentaria, aunque ya no tenga la mayoría absoluta.

En la nueva Cámara de Diputados de 500 miembros, el PRI contará con 209 escaños, el PAN con 208, el centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) con 52, el Verde Ecologista con 15 y el del Trabajo con nueve.

En el Senado de 128 escaños, el PRI tendrá 60 puestos, el PAN, 46, y el PRD, cinco.

Para Fox no será fácil gobernar, al menos a la usanza de los viejos tiempos del PRI, cuando el mandatario tenía mayorías absolutas y legisladores con fidelidad incondicional, apuntó el historiador Lorenzo Meyer.

"Nada se hará sin consensos y muchos menos a espaldas de la voluntad de los mexicanos. (…) Es hora de comprender que la contienda electoral quedó atrás", dijo Fox al recibir su nombramiento.

"A todos los mexicanos les aseguro que asumo su mandato para culminar este proceso de transición con respeto y generosidad hacia todas las fuerzas políticas", señaló.

"Reconozcamos que la conformación unipartidista del gobierno está agotada. Encabezaré un gobierno de transición e incluyente, capaz, con visión de Estado y con altos estándares de honradez y calidez", agregó.

Los cambios que vienen con Fox se comenzaron a notar desde el 3 de julio, aunque con ellos también llegaron las advertencias de oposición del PRI y del PRD a los planes económicos del nuevo gobierno, que en lo básico respetarán la disciplina y ortodoxia del actual presidente.

A diferencia de la era del PRI, ahora se discuten las propuestas del nuevo gobierno en forma abierta, está en marcha una selección pública para escoger a los ministros de Estado y se eliminaron varios de los ritos monárquicos que rodeaban al presidente electo o en funciones.

Contradiciendo los pronósticos, México consiguió la transición política en elecciones y sin violencia, pero para ello pasaron muchos años y no pocos muertos, expresó el historiador Meyer.

Los observadores indican que el cambio político comenzó a fraguarse en 1968, cuando el ejército masacró en la plaza capitalina de Tlatelolco a cientos de estudiantes que reclamaban justicia y democracia.

Otros mencionan la ruptura del PRI en 1987, cuando varios de sus líderes fueron expulsados por reclamar equidad y elecciones libres.

Pero también se menciona la apertura a la oposición de los medios de comunicación, antes cercanos al PRI, la inserción de México en la globalización, el descrédito de los pactos corporativos entre gobierno y sectores sociales y las negociaciones entre partidos para reformar el sistema electoral.

Además, se rconoce la apertura al cambio que demostró el presidente Zedillo, del PRI, quien sin ambajes apoyó las reformar políticas negociadas entre los partidos y luego aceptó el triunfo de Fox.

Zedillo promete entregar la banda presidencial a su opositor el 1 de diciembre sin ningún remordimiento y con la "satisfacción de haber cumplido", mientras Fox señala que la recibirá con el ánimo de iniciar un etapa de cambios "revolucionarios". (FIN/IPS/dc/mj/ip/00

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